Opinión

Defender la democracia

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La democracia necesita ser defendida todos los días sin complejos y con todos los recursos necesarios y las medidas que sean más eficaces. Es nuestro modelo de convivencia, desarrollo, progreso, estabilidad y seguridad basado en el estado de derecho, el respeto de la ley, la separación de poderes y una economía de mercado con los márgenes suficientes para un reparto justo de la riqueza con igualdad de oportunidades. Estos son algunos de los principios básicos de nuestra democracia liberal que atesoran valores fundamentales como herramientas imprescindibles para su mantenimiento y el mejor funcionamiento posible. 
 
A la sociedad occidental le ha costado muchos años, demasiadas guerras, enormes sacrificios y exigentes reflexiones alcanzar, aún con diversos enfrentamientos y conflictos localizados, el actual grado suficiente de entendimiento y tolerancia que ha permitido salvaguardar la paz mundial en los últimos 75 años. 
 
Es cierto que, a lo largo de este tiempo, algunos poderes con intereses bastardos han pretendido contaminar el proceso en su propio beneficio económico y político, pero en la mayoría de los casos el propio sistema ha sido capaz, gracias a sus contrapoderes y controles, de reconducir el rumbo y restablecer las normas. Nos encontramos en este momento en una nueva situación de peligro para las democracias liberales, tanto monarquías parlamentarias como repúblicas, por la amenaza de los populismos. 
 
Por desgracia, los casos se están registrando en muchos países del mundo. Populistas autoritarios que utilizan la democracia para llegar al poder y manipular todos los elementos a su alcance para su propio beneficio y el de aquellos poderes más o menos ocultos que le han ayudado en su camino. 
 
Estados Unidos, considerada como la gran democracia del mundo, sufre desde hace años una grave crisis política, institucional y social provocada por la desmedida ambición de un personaje como Donald Trump, que tiene pendientes varias cuentas con la justicia por sus actividades empresariales. 
Una de sus empresas ya ha sido condenada y el propio Trump está pendiente de comparecer. El bochornoso espectáculo ofrecido en la Cámara de Representantes con las 15 votaciones para elegir a su nuevo presidente, tercera autoridad del país refleja una actitud absolutamente penosa por parte de un grupo con unos planteamientos y exigencias inaceptables. 
 
Brasil es otro caso a tener muy en cuenta. Inadmisible, intolerable que se manipule a la gente para que un grupo asalte las instituciones del estado o que el presidente saliente, Bolsonaro, no cumpla las normas y no entregue el poder a su sucesor Lula da Silva.
 
La democracia es el gobierno de las mayorías con respeto hacia las minorías, pero, en absoluto, puede aceptarse posiciones chantajistas por parte de alguna minoría, sea de extrema derecha o izquierda, nacionalista o antisistema. Las intenciones populistas se centran en el manejo del poder y provocan enfrentamientos para después erigirse en salvadores de la Patria. 
Hay que plantearse muy seriamente por qué los populistas son capaces de lograr los votos y la confianza de tantos ciudadanos y tomar las decisiones precisas. Es una responsabilidad de todos, incluidos los medios de comunicación.