Opinión

Demasiado para Sánchez

photo_camera Pedro Sánchez en una comparecencia de prensa

Después de escuchar al presidente en su “Aló, yo mismo”, un atraco a las tres cada fin de semana, llego a la misma conclusión que Ana Oramas, la diputada canaria que mejor le retrató en el Parlamento: “Solo acude a la fuente del Parlamento (y de la Televisión) cuando tiene sed”. Puede estar leyendo el teleprónter cuarenta minutos sin aportar una sola idea nueva ni desprender convicción alguna en el texto sin alma que le escriben sus ayudantes de campo para tiempos tan convulsos.  

Falsa humildad 

Es difícil creer a un hombre que no aporta datos y, en la línea de su ministro del Interior, Grande-Marlaska “no tienen que avergonzarse de nada”. Parapetado en lo que dicen “los asesores” va dando palos de ciego mientras los cadáveres invisibles superan los 17.000 y se convierten no en una tragedia personal nacional, sino en una mera estadística. En esta última aparición, utilizó una corbata oscura en contraste con la del Jueves Santo en el Congreso, de color rojo carmesí. Eso sí, para acompañar a Macrón en el funeral por el atentado de Bataclam (89 muertos) de riguroso luto. De entre casi un millar de asesores monclovitas ¿no hay uno solo -mismamente Iván Redondo- que le inste a que las banderas ondeen a media asta en todos los edificios oficiales en señal de duelo por los muertos y de respeto por los sobrevivientes? ¿No es capaz de dar ejemplo de solidaridad con las víctimas -que somos todos- mostrando un lazo negro en el ojal izquierdo de su terno a medida? No. Ninguna sensibilidad en este tiempo de silencio y de dolor. ¿Visitar, como el alcalde Almeida, las morgues y consolar a los deudos? Tampoco.  

Todos conocemos a amigos o a familiares fallecidos o afectados por el virus chino. ¿Cuántos mayores han fallecido en residencias? ¿Y cuántos, sin contar, en casa, una vez que las residencias cerraron y no avisaron de las bajas? Las infecciones se han multiplicado, pero esos muertos no cuentan ni en Castilla-La Mancha ni en Castilla y León, que yo sepa. ¿Se ha impedido que los mayores acudieran a los hospitales? Sería un delito. Queremos saber la verdad, llorar a nuestros muertos y las cifras completas. 

Enfermo de coronavirus

 

El presidente se ha montado un discurso que reescribe la verdad a su manera, cuando estamos a la cabeza del ranking mundial de todos los registros del coronavirus: mayor número de muertes por cada 100.000 habitantes. Y el mayor número de soldados en primera fila (personal sanitario infectado: 20.000 personas)

Promete siempre que está haciendo todo lo imposible para que dispongan del material imprescindible, pero su gestión es muy deficiente. Ni una palabra de agradecimiento a Amancio Ortega por el dinero (65 millones de euros) y la logística aportada (la de Inditex) en esta lucha y ni una palabra tampoco para los cinco españoles que en tiempo récord han conseguido traer cuatro robots que permitirán realizar 80.000 test rápidos al día por importe de 400.000 dólares. El avión desde Singapur lo ha fletado don Amancio. Ni un gesto televisivo para el empresario gallego porque Iglesias y sus mariachis de Podemos están en contra del empresario gallego, que, por cierto, pagará las nóminas completas a sus más de 60.000 trabajadores.  

Militar

En esta última comparecencia, calló uno de sus argumentos-trampa: que no sabían nada. Los abogados del Estado, requeridos por la Audiencia Nacional, admitieron el sábado pasado que, en efecto, desde el 24 de enero, el Gobierno conocía la gravedad de la pandemia. ¿Por qué nos siguen mintiendo todos los portavoces monclovitas? Porque no hay transparencia por muchos minutos que se televisen las explicaciones sobre las “trolavirus”. Ya nos anunciaba el augur Simón “que aquí no llegaría el corona o, a lo sumo, algún caso aislado”. ¡Vaya Visionario! Lo único cierto es que había que llegar al 8M con las ministras y a mujer del presidente en la cabecera de las manifestaciones feministas. Como siempre, investido de una falsa humildad que no posee, Sánchez, pretende esparcir su responsabilidad a la oposición del PP y de Ciudadanos, no a JxCat, ERC, Bildu y PNV que ya lo han dejado en la estacada.  

Pactos para después de una guerra 

El problema del actual secretario general del PSOE es que solo piensa en seguir en La Moncloa. Ese es su objetivo principal hasta ahora, que el coronavirus le ha descabalgado de su “no es no” y de su “gobierno de insomnio con UP”. Sabe que esta pandemia es “demasiado” para su ambición y que su supervivencia solo pasa por unos Pactos de Reconstrucción Nacional (PRN) que le permitan alcanzar el Rubicón de 2023. Pero no puede solo con ese gobierno social-comunista (en Google ya consideran España un país comunista como Cuba y Venezuela) porque sus propios socios separatistas no son de fiar. Y, ahora, pide un acuerdo rememorando los Pactos de La Moncloa del 77. 

España

Sánchez no es Suárez -“la concordia fue posible”, reza en su tumba en la catedral de Ávila-, y no posee ni su auctoritas ni su potestast. Adolfo Suárez no aspiraba a permanecer en el poder a cualquier precio y solo buscaba instalar la democracia y la libertad. Los Pactos de La Moncloa fueron un arduo trabajo del profesor Fuentes Quintana y de su equipo de colaboradores que, como recordaba hace unas horas Manuel Lagares, redactaron un texto tras hablar con todas las partes implicadas. Producto de esas cesiones, un año después, teníamos la Constitución del 78.  

¿Qué texto-base tiene preparado el presidente? Ninguno. ¿Esperará a que le marquen el guion Iglesias, Torra, Otegui y Junqueras para imponerlo al PP, Cs, VOX, CEOE, CC.OO, UGT, Autónomos, Comunidades y Ayuntamientos? Lo espera. Cuando acabe esta guerra sanitaria, ¿seguirá su rendición incondicional ante Cataluña y País Vasco invocando la plurinacionalidad de los pueblos de España? ¿Puede garantizar el presidente del Gobierno que esos nuevos Pactos políticos, económicos y sociales no servirán para romper la unidad de la Patria? ¿Empezará el gobierno por reducir drásticamente los ministerios a la mitad (y los altos cargos a la mitad) para dar ejemplo de ética y austeridad? Verán cómo no. Claro que es necesario más endeudamiento público para que nadie se quede en la cuneta, pero demos una oportunidad al recorte del gasto superfluo

Ataúdes

Se le llena al presidente la boca con dos palabras: unión y lealtad. Pero su trayectoria nos enseña que su palabra vale menos que nada y que su lealtad a quienes le apoyan en el Congreso para mantener el confinamiento solo dura hasta que la señora Lastra sube al estrado e insulta como nadie -en nombre del jefe- a Pablo Casado, a Arrimadas y a Abascal. En una cosa tiene razón el señor Sánchez: ahora más que nunca son necesarios unos PRN. Porque esta tarea no está a la altura de un hombre tan mediocre y sectario como el doctor Pedro Sánchez, por interpretar con generosidad palabras de Felipe González.  

La hora de España 

Ha llegado la hora de la verdad para España y para Europa. La UE ha respondido a regañadientes a este reto del coronavirus. Ya nada será como antes. La pandemia ha traído paralelamente una desolación económica y social. ¿Llegaremos a los 5 millones de parados? Claro que aquí muchos piensan -en especial los jóvenes- que es peor el hambre que el coronavirus. La globalización no ha sabido aprovechar las oportunidades de solidaridad y, como bien acaba de señalar el Papa Francisco en su homilía de Pascua, “de la solución conjunta del continente europeo dependerá el futuro del mundo”. El mundo que viene está por inventar. Una cosa está clara: nuestros hijos no podrán vivir como nosotros hemos vivido.  

Ha llegado la hora del compromiso con el estado del bienestar de los españoles. Y los Pactos para la Reconstrucción Nacional son una exigencia. Echenique dice que UP los apoya porque la moqueta y el coche oficial son puro progresismo, mientras que Iglesias miente como un buen comunista al asegurar en TVE que ha alcanzado un acuerdo con los sindicatos y la patronal para fijar el Salario de Renta Vital (SRV) –un nuevo PER a nivel estatal para mutualizar el voto. Y el presidente de los empresarios, Antonio Garmendi, lo niega. La presión mediática como arma política.  

Hablaba el señor Sánchez de la desescalada política y su disposición abierta al consenso. Bien. Ya sabe que sus socios de investidura solo le quieren para mantener sus privilegios. ¿Abrirán esos acuerdos la puerta a la ruptura constitucional y al inicio de un periodo constituyente donde se cuestione la monarquía? ¿Dejaremos abierta una ventana-trampa para poner a referéndum la IV República y la independencia de las CCAA del País Vasco (anexionando Navarra) y permitiendo la ampliación -“el espacio vital”- de esta a Baleares, Valencia, y parte de Aragón? Mientras sigue con sus poderes especiales -los mayores en democracia-, ¿asegurará el Gobierno que no intervendrá la economía reinterpretando el articulo 128 como pretende su socio?

Almeida

Es cierto que no es fácil fiarse de un hombre como Sánchez. Ciudadanos le ha dado un cheque casi en blanco. VOX pide la dimisión como si Sánchez no fuera un hombre de hielo. Queda la apelación al PP. Casado no se fía de un hombre que va a tomar todas las decisiones en solitario por decreto ley para luego acusarle de que, si no le vota, es un antipatriota.  

España necesita un PRN con urgencia. Porque la crisis económica no puede esperar. Estamos en tiempo de descuento con el país paralizado. Lo importante no es llegar solos ni pronto, sino juntos y a tiempo. El Partido Popular sabe que ha llegado el tiempo de la salvación. Debe exigir tres condiciones previas: un borrador de trabajo por escrito que pueda ser modificado sin retorcer la Carta Magna y, una vez firmado con vigencia hasta 2025; elecciones generales en primavera o verano para comprobar la gestión de este gobierno de coalición que hace mucha propaganda y dejar en manos de la oposición la TV pública antes de que la destroce Rosa María Mateo. No estaría de más terminar con los atracos a las tres los fines de semana en todas las plataformas mediáticas. En este PRN, urgente y necesario, no sobra nadie. Porque no es lo que importa llegar solos ni pronto, sino juntos y a tiempo. Salvar España es demasiado para Sánchez.