Opinión

Destrucción mutua asegurada

La disuasión es una de las capacidades más eficaces que tienen las armas nucleares en manos de las grandes superpotencias porque todos son conscientes de su doctrina: la destrucción mutua asegurada. Durante los años de la Guerra Fría, los bloques enfrentados desarrollaron y modernizaron sus arsenales de armas nucleares. Misiles balísticos de largo alcance con capacidad de llevar varias cabezas nucleares y susceptibles de ser lanzados desde tierra, aire o desde un submarino, que resultan los más peligrosos por su movilidad.

La utilización del arma nuclear por parte de los Estados Unidos en las localidades japonesas de Hiroshima y Nagasaki demostró la destrucción tan terrible que conlleva y sus consecuencias a lo largo del tiempo con la radioactividad causando estragos en los seres humanos. Todos son conscientes del efecto devastador de las armas nucleares y del riesgo que conlleva su utilización porque la doctrina de la destrucción mutua asegurada se basa en el tiempo suficiente que tendría cualquiera de las potencias con armas nucleares de responder a un ataque, por lo que los dos bandos se aniquilarían.

La amenaza que suponen las armas nucleares impuso un cierto grado de racionalidad en los dirigentes de Estados Unidos y de la entonces Unión Soviética para lograr acuerdos de control y desarme tras varias crisis graves como la de Cuba o el despliegue en Europa. Los acuerdos INF, impulsados por Reagan y Gorbachov, y el nuevo Start con Obama y Medvédev, representaron un enorme alivio de las tensiones armamentísticas. La caída de la Unión Soviética supuso el nuevo reto de controlar los arsenales que quedaban en algunas repúblicas y, sobre todo, evitar que cayeran en manos de gobiernos peligrosos o grupos terroristas o del crimen organizado.

La luna de miel del entendimiento y colaboración para la estabilidad y seguridad del mundo ha tenido sobresaltos con Corea del Norte e Irán, regímenes radicales, que pugnan por lograr el arma nuclear, y terminó en 2014 con la crisis de Ucrania. Putin decidió recuperar para Rusia el terreno perdido y emprendió una nueva carrera de modernización de sus arsenales que incluyen las armas nucleares tácticas. Es decir, armas con una carga de entre medio y un kilotón (las usadas en Japón tenían entre 18 y 20 kilotones) con efectos más limitados, pero siempre con una gran capacidad de destrucción y la permanencia de la radioactividad por muchos años. Moscú lleva amenazando con estas armas desde el comienzo de la invasión de Ucrania y ahora anuncia su despliegue en Bielorrusia. El riesgo es muy elevado. La decisión puede deberse al plan de paz impulsado por China, pero denota debilidad por parte de las tropas rusas incapaces de tomar la localidad de Bajmut, como ejemplo de su escasa operatividad, incluyendo al batallón Wagner.