Donald Trump, el gran defraudador

Donald Trump at the Conference of Presidents

Donald Trump tenía razones para negarse de forma sistemática a cumplir el compromiso político de hacer públicas sus cuentas con la Administración Federal: diez de los últimos veinte años prácticamente no pagó nada. En 2016, el año en que ganó las elecciones, cotizó 750 dólares lo mismo que en 2018, menos de los impuestos que asumió un simple empleado de sus múltiples negocios.

En Estados Unidos, quizás más que en la inmensa mayor parte de los países desarrollados, los impuestos son motivo permanente de preocupación de los ciudadanos. Defraudar a la Hacienda pública es un delito grave y son bastantes los que frecuentan las cárceles por caer en esta tentación. Siempre se dice que hay dos delitos que un político no puede cometer: mentir y defraudar.

El presidente Trump está demostrado que comete los dos sin inmutarse. Acaban de conocerse sus cuentas y los datos son de una falta de moralidad y patriotismo verdaderamente inconcebibles. Cada ejercicio desgrava millones de dólares en conceptos realmente inverosímiles, empezando por los cientos de miles que contabiliza como pago de consultas a su hija Ivanka o gastos personales inflados todo lo imaginable. 

Habrá que ver ahora, vísperas de las elecciones, como reaccionan los votantes ante este nuevo escándalo del presidente, quedándose con grandes sumas de dinero que como argumenta los columnistas de prensa es propiedad de todos y Trump se lo ha robado a la nación. Visto desde lejos, las cosas parecen muy claras, pero los votantes norteamericanos no responden a los parámetros que rigen en las democracias, lo cual siembra dudas sobre su incidencia en las urnas.

En las próximas horas se celebrará el primer debate cara cara entre los dos adversarios que se disputan la Presidencia y en un principio las revelaciones sobre las defraudaciones de Trump en el impuesto sobre la renta (IRS) favorecen al candidato demócrata, Joe Biden, que tendrá un argumento muy sensible para atacarle. Por el momento Biden puede terminar el debate aumentando la ventaja que le atribuyen las encuestas, pero no es seguro que al final se vuelque en las urnas.

Trump fue elegido presidente con casi todos los medios de opinión en contra lo cual le proporcionó una popularidad muy difícil de explicar. La sociedad norteamericana es muy compleja y la legislatura que termina supuso mejoras en el ámbito empresarial que proporcionó una reducción del desempleo y le generó simpatías al presidente incluso entre los emigrantes que se sienten beneficiados por la prohibición de que entren más que puedan suponerles competencia.

Tampoco hay que descartar que al puritanismo latente le espante la imagen del defraudador al mismo tiempo que le despierta envidia y deseos de imitarlo. Trump mientras tanto, necesita ahora más que nunca ganar las elecciones para ponerse a cubierto de la Justicia ante semejantes acusaciones. Algunos juristas expertos entienden que podría acabar siendo condenado y convertirse en el primer presidente que acabe entre rejas.

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