Opinión

El acercamiento entre Rusia y Japón, un nuevo factor a considerar en Asia

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Japón y Rusia, dos grandes imperios, se enfrentan al reto de mantener su influencia en la arena internacional. Ambos países son dos ejemplos de cómo la deriva histórica los ha llevado a una situación en la que deben de superar sus rencillas pasadas para mantener su influencia y contrarrestar el creciente poder de China. Ambos países parecen ser capaces de superar sus problemas y llegar a acuerdos beneficiosos para ambos que les permitan mantener la estabilidad en la región de la que ambos son grandes beneficiarios, a la vez que controlan el creciente expansionismo chino. Los cambios a los que se enfrenta Japón suponen una ventana de oportunidades para poder mejorar las relaciones entre Moscú y Tokio y mantener el statu quo en la región.

Introducción

Japón y Rusia son dos potencias que fueron muy relevantes en la segunda mitad del siglo XX. La Unión Soviética (URSS), la antecesora de la Federación Rusa, se medía de igual a igual con los Estados Unidos (EE. UU.) en varios campos. Japón, por otro lado, se convirtió en la segunda potencia económica mundial, además de venir de ser un imperio en Asia. Ambos países, al entrar en el siglo XXI, han sido arrastrados a la posición de actores regionales. Los dos comparten el mismo problema en la región, el crecimiento imparable de la República Popular China (China) en la región y en el mundo.

Rusia, que no quiere caer en una excesiva dependencia económica de China ni perder su relevancia como potencia mundial, entiende que las relaciones con Japón, especialmente en el campo económico, pueden equilibrar la cada vez mayor dependencia del mercado chino de las exportaciones rusas. Para llevar a cabo dicho acercamiento, Moscú lleva utilizando durante años una estrategia de «palo y zanahoria», siendo el desarrollo económico mutuo la zanahoria y el refuerzo militar en las islas Kuriles del sur1 y la esperanza de Japón de una solución «mutuamente aceptable» de la cuestión territorial, como el palo. Mediante esta estrategia Rusia consigue mantener un statu quo2 beneficioso para sus intereses que le permiten mantener cierto en la arena geopolítica mundial.

Por el otro lado, Japón necesita unas relaciones equilibradas y pragmáticas con Rusia para resistir la presión de China, así como la creciente actividad militar de la armada china, que hace saltar las alarmas sobre el problema de la seguridad. Para Tokio, es importante tener garantías adicionales contra la amenaza de un bloque estratégico y militar entre Pekín y Moscú sobre una base antijaponesa debido a la confrontación con EE. UU. Japón está muy nervioso por la cooperación militar y técnica ruso-china, aunque sus temores son a veces exagerados y se basan en los peores escenarios.

El presente análisis tratará de ver que, si ambos consiguen llegar a un punto de cooperación en la región, su papel como potencias se verá fortalecido y estarán mejor preparados para defender sus intereses en la región y, quizá, en el resto del mundo. Dicha mejora tendrá consecuencias en la arena internacional, donde la Unión Europea trata de mantener su influencia actual.

Evolución de las relaciones diplomáticas durante el siglo XX

Las relaciones entre ambos países datan de la segunda mitad del siglo XIX. En 1852, Japón estaba gobernado por un shogunato3, una dinastía militar que gobernaba Japón en el nombre del emperador. Estos dirigentes habían tomado la decisión de cerrar sus fronteras al comercio internacional, prohibiendo la entrada de barcos extranjeros en sus puertos, viviendo al margen de los avances que iban ocurriendo en el mundo.

En 1855, los rusos decidieron entablar relaciones diplomáticas con Japón. Se firmó entonces el llamado el Tratado de Shimoda4, en 1855. Dicho tratado fue el primero entre el Imperio ruso y el Imperio de Japón, el cual significó efectivamente el fin de la política japonesa de reclusión nacional de 220 años de antigüedad, al abrir los puertos de Nagasaki, Shimoda y Hakodate a los buques rusos y permitir la apertura de consulados rusos en Japón, así como la definición de las fronteras entre ambos imperios. Una de las características más importantes del Tratado de Shimoda fue el acuerdo por el cual las islas Kuriles se dividirían entre Rusia y Japón mediante una línea que discurre entre dos de las islas del mencionado archipiélago. Dicho tratado sigue siendo citado con frecuencia hasta la fecha por el Gobierno japonés como una de sus justificaciones en la actual disputa por las islas Kuriles. Tras su firma, ambos países mantuvieron unas relaciones cordiales, principalmente ligadas al comercio.

Sin embargo, en la década de 1890, Japón, como potencia industrial emergente y con grandes necesidades de garantizarse el suministro de materias primas, tuvo un enfrentamiento diplomático con Rusia debido a su intromisión en sus planes de crear una esfera de influencia en Corea y Manchuria. Japón ofreció reconocer el dominio ruso en Manchuria a cambio del reconocimiento de Corea como parte de la esfera de influencia japonesa, a lo que Rusia, que se consideraba una potencia superior a Japón, no solo se negó, sino que aumentó su influencia en la región llegando a acuerdos muy favorables con China, estableciendo una base militar en Porth Arthur5 (actualmente Lüshunkou). El Gobierno japonés se decidió por la guerra para detener la supuesta amenaza rusa a sus planes de expansión en Asia. El zar Nicolás II mantuvo la expectativa de que su armada ganaría batallas navales decisivas, y cuando se dio cuenta de una inevitable derrota, luchó por preservar la dignidad de Rusia evitando una «paz humillante».

Las consecuencias de la victoria japonesa transformaron el equilibrio de poder en Asia Oriental, dando lugar a una reevaluación de la reciente entrada de Japón en la escena mundial. Fue la primera gran victoria militar en la era moderna de una potencia asiática sobre una europea. Desde ese momento las relaciones, entre 1905 y 1917 volvieron al ambiente de cooperación que habían tenido anteriormente.ieee

Tras el triunfo de la Revolución bolchevique6 y la creación de la Unión Soviética en 1917, las relaciones entre la ambos durante el Gobierno del Partido Comunista tendieron a ser hostiles. Esto se debió al envío de tropas por parte de Japón para contrarrestar la presencia bolchevique en el oriente ruso durante la guerra civil rusa. Posteriormente, ambos países se encontraron en bandos enfrentados durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Las tropas soviéticas desembarcaron en las islas Kuriles, en agosto de 1945, solo cinco días antes de que los representantes de Tokio firmaran su declaración de rendición. El Acuerdo de Yalta7, redactado por los aliados meses antes de que partiera el Ejército rojo, había prometido el archipiélago a Moscú, a cambio de entrar en la guerra del Pacífico contra la potencia del eje. La entrada de Japón en la esfera de influencia de Japón también propicio un clima de hostilidad en el marco de la Guerra Fría (1947-1991).

Aunque Japón se unió al Grupo de los Siete (G7), foro mundial que representa a los países más industrializados, y favoreció la concesión a Rusia de cierta ayuda técnica y financiera, las relaciones entre Japón y Rusia se mantuvieron frías, a pesar de los acercamientos que se fueron sucediendo tras el final de la Guerra Fría (1947-1991). El presidente ruso Boris Yeltsin realizo una visita programada a Japón en octubre de 1993. Durante la visita, aunque se discutieron varias cuestiones de fondo, como las islas Kuriles y la firma de un tratado de paz, no se observó ninguna mejora significativa en las relaciones entre Japón y Rusia, que no mejoraron hasta la llegada al poder de Vladimir Putin en el año 2000.

Relaciones bilaterales en el siglo XXI
La evolución de Rusia

Tras la llegada al Poder de Vladimir Putin en el año 2000, Rusia se vio inmersa en la recuperación de su posición como potencia mundial. Para ello, centró sus esfuerzos en competir mano a mano con EE. UU. En dicha estrategia, Japón no estaba muy presente. Sin embargo, Tokio tiene cierta importancia bilateral para Moscú, donde muchos analistas ven en estas relaciones también la influencia que ejerce EE. UU. en la política exterior japonesa. Por ello, es inevitable que los rusos presten atención a dichas relaciones, mientras que consideran las oportunidades estratégicas con Japón.

Estas pasan por profundizar en las relaciones económicas. Por ello, en sus relaciones con Japón, el gobierno de Putin adopto un enfoque que permitiera un cambió en la apreciación de Rusia sobre Japón como mercado potencial para los recursos energéticos rusos, ya que necesita un socio a largo plazo y predecible debido a la gran necesidad de inversiones y tecnologías, de las que Japón dispone, para proporcionar un desarrollo económico en el Lejano Oriente de Rusia.

Una motivación adicional para la mejora de las relaciones con Japón fue la ocasionada por la crisis financiera en la que se encontró Rusia tras la introducción de las sanciones económicas en 2014 y el descenso sin precedentes de los precios del petróleo en 2015- 2016. Al mismo tiempo que imponía dichas sanciones, el entonces primer ministro Shinzo Abe (2012-2020) creó un nuevo puesto en su gobierno encargado de la cooperación económica con Moscú, manteniendo los canales diplomáticos abiertos.

Lo que también es evidente para Rusia es que sus relaciones con Japón deben mejorar si quiere lograr una estrategia económica y política más equilibrada en Asia, en particular en el contexto del ascenso económico y militar de China.

Las acciones llevadas a cabo por Japón

Por otro lado, en Japón, bajo el mandato del primer ministro Shinzo Abe (2012-2020), se comprometió personalmente a mejorar las relaciones con Moscú, con la esperanza de firmar un tratado de paz. Para Tokio, esto significa recuperar al menos algunas de las islas de los territorios del norte controlados por Rusia. El ex primer ministro aprovechó todas las oportunidades para reunirse con el presidente ruso Vladimir Putin y proponerle, entre otros proyectos de inversión en el lejano oriente ruso, inversiones conjuntas en las islas Kuriles que deseaba que les fueran devueltas, para así facilitar el proceso de paz. Aunque se pusieron en marcha algunos proyectos económicos modestos, aún no se ha conseguido concluir las negociaciones del tratado de paz.

En este contexto de acercamiento hacía Japón, el presidente Putin (2000-) ha dado un paso inédito. El pasado mes de junio del 2021, declaró que «Estamos dispuestos a continuar las negociaciones»8. Sus comentarios desencadenaron otra ronda de especulaciones del tipo sobre la veracidad de dicho anuncio. El Kremlin, que es la parte satisfecha con el statu quo, lleva años presionando para enterrar el hacha de guerra. Bajo el Gobierno de Shinzo Abe (2012-2020), Japón siguió una política de compromiso activo con Rusia para resolver el antiguo problema de la posguerra de concluir un tratado de paz y resolver la propiedad del territorio en disputa, ya que es considerado un tema de «orgullo nacional», y no estaba dispuestos a ceder.

La reciente designación como primer ministro de Fumio Kishide, en octubre de 2021, representa una oportunidad para ambos países para solucionar sus conflictos y profundizar en sus relaciones diplomáticas, especialmente en el campo económico.

Tras el inusual compromiso personal de Abe con las relaciones con Moscú y la situación de estancamiento, todo hace suponer que el nuevo primer ministro se centrará en otros temas, puesto que Japón siempre tendrá que gestionar las relaciones con su enorme vecino a la vez que trata de garantizar su seguridad nacional manteniendo su alianza con EE. UU. Lograr un equilibrio entre las negociaciones territoriales del tratado de paz y las consideraciones más amplias, especialmente la política de EE. UU. en Asia-Pacífico y las relaciones económicas beneficiosas para ambos, nunca va a ser una tarea fácil, dado la complejidad política implícita en dicha decisión.

Retos en materia de seguridad para ambos

Tras ver el devenir de sus relaciones diplomáticas y la complejidad implícita en las mismas, veremos los retos a los que se enfrentan en la región y la visión y estrategia adoptada por cada uno. Ambos países comparten una serie de retos, especialmente en temas de seguridad, sobre todo con relación a China y Corea del Norte, pero también en sus relaciones con EE. UU.

La estrategia hacía Asia de Rusia

Como consecuencia del cambio de paradigma, originada por el Pivot to Asia9 de Obama, la Rusia de Putin está mirando definitivamente hacia su vasto territorio en el este, para poder salir del aislamiento al que le está sometiendo occidente, tras la anexión de Crimea en 2014, así como para aprovechar las oportunidades económicas de Asia Oriental. La combinación del repliegue relativo de EE. UU. en la región, el espectacular crecimiento de la economía china y las dos décadas de malestar económico en Japón está cambiando el equilibrio de poder en Asia-Pacífico. Esto, junto con el aumento de la tensión entre China y los aliados de EE. UU, como Japón y Taiwán, ofrece a Rusia la oportunidad de desarrollar vínculos más estrechos tanto con China como con Japón.

Por ello, la política que han venido aplicando los sucesivos gobiernos de Putin ha sido la de la participación en las estructuras multilaterales de la región, siendo su principal preocupación el tema de la seguridad militar. En dichos foros, Rusia adopta deliberadamente una postura neutral, a pesar de la presión diplomática de China, que intenta convencer a Moscú de que la apoye en los problemas territoriales que tiene con los aliados de EE. UU. Rusia no participa en ningún bloque militar regional, y no plantea, oficialmente, una amenaza para Japón, para quien el enemigo potencial es China y Corea del Norte, no Rusia. Con este razonamiento, Rusia espera mantener una relación geoestratégica con Japón, siempre y cuando este pueda mantener su autonomía respecto a la estrategia regional de EE. UU.

El interés de Rusia por estrechar lazos con Japón refleja su necesidad de atraer un capital y una tecnología importantes hacia el desarrollo económico y también la necesidad de forjar un frente común contra el crecimiento de China en aras del equilibrio estratégico. El reto al que se enfrentan ambos países es el de cambiar su visión estratégica de las relaciones bilaterales, puesto que, a pesar de las diferencias por las disputas territoriales, ambos desean mantener el equilibrio en el noreste de Asia.

La visión de Japón de la región

Por otro lado, desde comienzos de los 2000, Japón se ha sentido cada vez más amenazado en su entorno regional. Para los expertos en seguridad japoneses, la mayor amenaza proviene de dos países: China, que cada vez es más activa en su política exterior y cuyo presupuesto de defensa no deja de crecer, y Corea del Norte con su programa nuclear y de misiles. Además, se percibe a Rusia con ambivalencia. La actual disputa territorial ha impedido hasta hoy la firma de un tratado de paz.

Como observan los expertos en seguridad japoneses, Rusia ha estado ampliando su presencia militar en las islas desde 201110. Las actividades de los destacamentos militares allí siguen poniendo en alerta a las fuerzas armadas de Japón con creciente frecuencia. Japón tiene buenas razones para querer transformar su relación con Rusia. Tokio ha expresado abiertamente su temor a un enfrentamiento militar con Pekín por las reivindicaciones de China sobre las islas Senkaku (Diaoyu) en el mar de China Oriental. Y Japón no está seguro de cómo su aliado estratégico, Estados Unidos, respondería en última instancia a un incidente militar importante en ese lugar.

No menos importante para Japón en sus relaciones con Rusia es el factor China. Teniendo en cuenta la necesidad de influencia en China, Japón trata de mantener sus lazos con Moscú al menos normales, derivando en una indeterminación estratégica respecto a su vecino del norte.

Por ello, desde que Shinzo Abe inició su segunda etapa como primer ministro en diciembre de 2012, Japón ha emprendido un cambio en su «autodefensa colectiva», y ha convertido a Rusia en una pieza clave de su estrategia frente a una China en ascenso y cada vez más asertiva. La mejora general de las relaciones bilaterales podría haber contribuido a evitar que Moscú y Pekín, al menos, se aliaran contra Tokio. También ayudó a Rusia a evitar la excesiva dependencia, especialmente en las exportaciones, de China y a mantener un cierto grado de autonomía estratégica en Asia. Moscú y Tokio cuentan con economías complementarias,

Profundizar en sus relaciones económicas evitaría la creciente dependencia estratégica de ambas economías de Pekín, pudiendo derivar en un conflicto económico dadas las tensiones que existen en la región debido al expansionismo chino. Pekín no tolerará una oposición a su estrategia de aumentar su influencia en el mar de China meridional, y por ello está dispuesto a emplear hasta el momento, su poder económico, sobre todo con aquellas económicas dependientes de su mercado, como ya ha hecho con Australia11.

La posibilidad de una alianza ruso-japonesa

El diálogo bilateral entre los gobiernos de Rusia y Japón ha avanzado rápidamente en los últimos tiempos, no solo en el ámbito de la seguridad regional, sino profundizando también en los campos tanto económico como social y cultural.

Dichas relaciones sufrieron un traspiés en el 2014. En dicho año, Rusia se anexiona Crimea, abriendo un conflicto con los principales aliados de Japón. Como consecuencia a dicha anexión, Japón impuso varias sanciones a Rusia. Estas sanciones vinieron obligadas dada la pertenencia de Japón al G7. Las consecuencias en el ámbito de la seguridad fueron el acercamiento estratégico entre Rusia y China, el cual se aceleró aún más bajo la administración de Donald Trump (2016-2020) y que sigue siendo una de las mayores preocupaciones para la seguridad diplomática de Japón.

A pesar de dichas desavenencias, en el pensamiento estratégico tanto de Rusia como de Japón, se mantiene el seguir profundizando en las relaciones económicas. La política de «giro hacia el este» llevada a cabo por Putin (2000-), da prioridad a Japón como uno de los socios económicos clave en Asia. En opinión de Moscú, las mayores oportunidades de cooperación bilateral con Japón existen en los sectores de la energía, las infraestructuras, la agricultura, la vivienda, la conservación de la energía, la medicina y las tecnologías de la información. Dada su riqueza y tamaño, Japón podría seguir siendo uno de los mercados energéticos más importantes de Rusia en los próximos años, especialmente a la luz de las profundas reformas estructurales de su sector energético tras el desastre de Fukushima12.

La estrategia de Japón en la región noreste de Asia pasa por la disuasión militar. Por ello, el nuevo primer ministro que salga de las elecciones del 31 de octubre de 2021, previsiblemente Fumio Kishida (2021-) seguirá profundizando en las relaciones con Rusia para mantener un statu quo con China, su principal socio comercial. Por otro lado, el factor de EE. UU. en las relaciones seguirá siendo fundamental, ya que Rusia exigió un compromiso vinculante de que nunca se estacionarían tropas estadounidenses en las islas que pudieran ser devueltas en un hipotético tratado de paz. Conseguir un acercamiento estratégico con Rusia, más allá de la cuestión económica, mientras las relaciones entre EE. UU. y Rusia sean adversas, será una misión muy difícil de lograr.

Implicaciones para España y la UE

Rusia y Japón son dos importantes socios comerciales para la Unión Europea (UE). Es cierto que la UE tiene unas relaciones tensas con Rusia, sobre todo tras la anexión de Crimea en 2014.

Sin embargo, la influencia de Rusia en Asia es evidente, así como el papel de Japón. Dentro de su asociación, la UE y Japón se reconocen mutuamente como potencias que comparten los mismos valores, miembros del bloque occidental. Por ello, ambas potencias se centran en las relaciones diplomáticas y comerciales por encima del uso de la fuerza. Sin embargo, la evolución de las amenazas a las que se enfrentan en la región Asia-Pacífico y la imprevisibilidad de su aliado estratégico, EE. UU. están provocando una redefinición del papel de ambos en la escena internacional, profundizando en el concepto de «autonomía estratégica».

En línea con sus reformas en materia de seguridad, Japón ha adoptado una estrategia de mayor implicación en cuestiones de seguridad, lo que le ha provocado cercarse a su vecino del norte, buscando más lo que les une que lo que les separa. Este modelo puede ser replicado por la UE en su propio terreno, donde parece puede beneficiarse más de mantener unas buenas relaciones con Rusia que mantener el enfrentamiento actual. Sin embargo, es cierto que las percepciones de peligro por parte de los miembros de la UE no son uniformes. Existen visiones como las de los países del este, que temen la influencia rusa, y la de Francia y Alemania, que buscan poder mejorar sus relaciones, especialmente en el terreno económico.

La UE y Japón pueden aumentar su cooperación a nivel global y estratégico y en la resolución de estos desafíos a nivel regional o local. El Acuerdo de Asociación Estratégica (SPA) entre la UE y Japón ofrecerá oportunidades para dicha cooperación, que también debería estar abierta a otros. Se trata de una oportunidad para que la UE demuestre que es un socio coherente y fiable, y un verdadero «actor global».

Conclusión

Las dos naciones, que se encuentran entre las mayores economías del mundo, son importantes socios comerciales y, antes de la pandemia de la COVID-19, el turismo y los intercambios culturales entre ambos estaban en plena recuperación tras la crisis del 2014. Dicho esto, se entiende que Moscú percibe a Japón principalmente como un gran aliado de Washington, así como las complicaciones diplomáticas con el otro socio clave para Rusia en la región, China. El Kremlin entiende que resolver la cuestión de las Kuriles no garantizaría que no pudiera seguir siendo una fuente de posibles escaladas en su frontera oriental, especialmente por la alianza militar de Tokio con EE. UU. A primera vista, un acuerdo con Moscú parece más rentable para Tokio, que, entre otras cosas, recibiría una ventaja adicional en sus relaciones con Pekín y con Washington.

Sin embargo, es imposible negar las evidentes ventajas para Rusia, que no solo se libraría del constante enfrentamiento con Japón, sino que a largo plazo recibiría una prima adicional en forma de una relación más equilibrada y equitativa con China, y una reducción en su dependencia económica, mejorando así su seguridad. Sin embargo, que esta consideración tenga más peso que otras dependerá del cálculo estratégico tanto de Vladimir Putin como de del futuro primer ministro de Japón.

A pesar del entendimiento entre ambos, están condicionados por la nueva coyuntura geopolítica en la región, la cual gira en torno a China, país que se está abriendo hueco para convertirse en la potencia regional en el corto plazo, y más adelante, en la primera potencia mundial. Para Rusia, Japón, junto con EE. UU, contrarresta a China, y China contrarresta a Japón. Estos son un gran aliado a la hora de mantener el equilibrio en la región, y donde Rusia no se ve arrastrada por ninguna de las partes. Para Japón, mantener la estabilidad con ambas potencias representa una fuente de oportunidades y crecimiento que le interesa mantener.

Tanto Rusia como Japón se enfrentan a retos de seguridad. Japón quiere demostrar que tiene capacidad para influir en la agenda política regional; Rusia quiere demostrar que sigue siendo un actor en Asia Oriental. Juntos, pueden mejorar sus posiciones políticas en el noreste de Asia.

La mejora general de las relaciones bilaterales puede contribuir a evitar que Moscú y Pekín, al menos, se aliaran contra Tokio, y mantener la estabilidad en la región, reduciendo la dependencia de EE. UU. por parte de Tokio.


Pedro Lafuente
Analista especializado en Asia-Pacífico
@pedrillo_96

Referencias:

1 Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Islas_Kuriles

2 FINK, Andrés. “Una nación cuya política exterior tiende a conservar el poder persigue una política de statu quo”, LOS SISTEMAS INTERNACIONALES - EL EQUILIBRIO AYER Y HOY.

3 Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Shogunato_Tokugawa

4 Disponible en: https://www.prlib.ru/en/history/619012

5 Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%BCshunkou                                                             

6 “La    revolución    que    cambió    el    siglo    XX”,    La    Vanguardia.

7 Disponible en: http://www.historiasiglo20.org/GLOS/yalta.htm

8 “Putin says Russia ready to continue peace treaty talks with Japan”, Asia Nikkei. 

9    “Obama’s    pivot    to    Asia”,    Asian    Century    Institute.

10 Defense of Japan 2012, ed. Japan Ministry of Defense 

11    “Australia    China    Trade    War    And    Its    Implications”,    Intuition

12 Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_nuclear_de_Fukushima_I