Opinión

El ‘breakthrough’ español

photo_camera Pedro Sánchez and Mohammed VI

Traducción de: Ouafqa Sahar

La palabra inglesa ‘breakthrough’ es un adjetivo derivado del campo léxico del fútbol americano, que puede traducirse por el rompedor, en referencia a un jugador que ataca con ímpetu y eficacia, sobrepasando la línea defensiva y acercándose a la zona de anotación; cambiando así el ritmo del juego. De ahí la introducción de la palabra en el ámbito de las relaciones internacionales para indicar cualquier nuevo cambio radical. De hecho, es un verdadero ‘breaktrough’ lo que hizo España a través de la carta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dirigida al rey Mohamed VI, fechada el lunes 14 de marzo, en la que se apoya la propuesta marroquí de autonomía del Sáhara como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo. 

Ese cambio de postura respecto al expediente del Sáhara es un punto de inflexión, considerando la responsabilidad moral de España que tiene un profundo conocimiento de causa en ese expediente, dados sus antecedentes coloniales en la región. Ese cambio, también, debería proyectarse en las relaciones bilaterales entre Marruecos y España, y eso fue lo que reveló su majestad el rey Mohamed VI el 31 de marzo, en respuesta a la carta del presidente del Gobierno.  Un importante punto de inflexión dado que España adoptaba una posición de neutralidad, que Rabat calificaba como negativa. Pues, España solía abrir sus puertas ante el Polisario, mientras sus comunidades y líderes políticos le acogían.  Con la carta del presidente del Gobierno, España no solo ha adoptado una posición positiva, sino que, además, constructiva. Esa posición tiene que traducirse a través de un pensamiento renovado -que va más allá del marco diseñado por el Acuerdo de Amistad y Cooperación firmado en Fez el 1979, entre el rey difunto Hassan II y el rey Juan Carlos-, en el horizonte de una cooperación estratégica que se sitúa más allá de las cuestiones de la seguridad, de la inmigración y del comercio.   

Así que, sea cual sea la posición que ocupamos, estamos ante el deber de adoptar una nueva concepción de estas relaciones, más bien un nuevo imaginario que rompa con lo que venimos conservando. La extrema derecha en España no cambiará la visión que tiene de Marruecos y tampoco la extrema izquierda. Sin embargo, la mirada de España -en tanto que un mismo cuerpo- ha cambiado a través de su escenario político, del núcleo de su Estado y de las distintas entidades de la sociedad civil que la componen; más bien, ha desvelado lo que ocultaba y eso es lo más importante. 

Asimismo, lo primero que tendremos que reconsiderar sería la cuestión de Ceuta y Melilla, que habrá que pensar desde un nuevo ángulo -que va más allá del ente territorial y de la soberanía-, tomando en consideración los aspectos humanos y emocionales y la cooperación mutua. Acaso ese fue el objetivo de la propuesta de Hassan II cuando invitó a constituir una célula de reflexión.  Y, aunque la propuesta ni siquiera fue evaluada por España, esto no nos impide, en tanto que marroquíes, en pensar de forma distinta, teniendo en cuenta la transformación estratégica que hizo España al respecto de nuestro país. Un modo de pensamiento que se proyecta en el futuro en vez del pasado, que sea audaz y que, a lo mejor, sería un terreno para solucionar una situación anacrónica en lo que se refiere a las islas que se encuentran a un tiro de piedra de las costas marroquíes; siendo esas, en principio, unas cartas de presión que España guardaba en relación con Ceuta y Melilla. 

Luego, habrá que repensar la situación de la lengua española en Marruecos o, mejor dicho, habrá que devolverla su posición favorable tanto en el norte como en el sur del país, y que florezca en el centro. Pues, a sabiendas de que el francés sustituyó el español en el norte, en Sidi ifni y en el sur del país, ¿qué peligro supondría la enseñanza del español para la unidad nacional marroquí? En los Estados Unidos de América, a modo de ejemplo, ciertos estados usan el español, igual que en el sur, otros usan el francés como en Luisiana y, en Filadelfia, usan el alemán. Sin embargo, hay una unanimidad sobre la Constitución y la unidad del país para siempre.  

Y, para terminar, habrá que priorizar las empresas españolas para motivarlas a invertir en el país, especialmente en la zonal norte y sur. 

Hoy estamos ante la obligación de formular un nuevo imaginario lejos de la yihad, de la reconquista, y de sus consecuencias y derivaciones. Llegando a este punto, me pregunto: ¿qué significaría la difusión de una serie televisiva que lleva por título ‘La conquista de Al- Ándalus’ en una cadena marroquí oficial durante el mes de Ramadán? Una aberración que, según mi modo de ver, no concuerda con los deseos y planes preestablecidos para la construcción de un futuro mutuo. Tampoco tranquiliza los españoles quienes, hasta fechas cercanas, fueron sobrecogidos por el terrorismo, tanto en Madrid como en Barcelona. Pues, la difusión de tal serie con esta carga terminológica de la yihad y de la conquista va completamente en contra de los planes que Marruecos ha diseñado para sus relaciones con el vecino norteño, y que fueron declarados a los más altos niveles; especialmente en los momentos concluyentes, cuando Madrid y Barcelona fueron sometidas al terrorismo en marzo de 2004 y en agosto de 2018, respectivamente. Es más, la difusión la mencionada serie es infortunada, sobre todo en los tiempos actuales. Habrá que darse cuenta de que se está pasando una página en las relaciones internacionales y que se está abriendo otra, una etapa nueve que requiere un nuevo compromiso en nuestra relación con España. Recuérdense los estratégicos españoles quienes, en el siglo XIX, recapacitaron respecto a que España y Marruecos son una sola nación que comparte historia y geografía. Puede que esta descripción incomode a primera vista, pero revela que los intereses de nuestros pueblos están condicionados con la relación estrecha de ambos países.  Así es cómo el estrecho de Gibraltar será un lazo de unión, y no un istmo que nos separe. Dicho de otro modo, en palabras de un exdiplomático español, la relación de España y Marruecos es una relación de matrimonio, mientras que la relación de Marruecos con Francia es la de una novia. Pues, ningún matrimonio está exento de altercados; no obstante, está más resistente ante las fluctuaciones. Es ya hora de volver a casa. ¡La pelota está es nuestro tejado!

Este articulo ha sido publicado en el editorial de la revista marroquí de historia Zamane, abril del 2022, n°102.