El cambio se hará esperar en una Polonia fracturada

Andrzej Duda

La ajustadísima victoria del actual presidente de Polonia, Andrzej Duda, frente al alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, es un revés para quienes aspiraban a reponer plenamente sobre los raíles europeos a un país al que Bruselas ha abierto hasta cuatro expedientes por considerar que sus reformas ponían en peligro el estado de derecho. Respaldado por el gobernante Partido Ley y Justicia (PiS), Andrzej Duda es el ejecutivo cabal de los programas diseñados por Jaroslaw Kaczynski, considerados el arquetipo del integrismo: una Justicia tutelada por el Ejecutivo; una abominación de los derechos de la comunidad LGTB; una férrea oposición a las cuotas de admisión comunitaria de inmigrantes y refugiados, y una visión bastante laxa respecto de los equilibrios medioambientales. Todo ello aderezado, además, con un sistema de pensiones blindado y de subvenciones y ventajas a la población más envejecida. 

No se confirmaron finalmente los sondeos que daban una abultada ventaja a Duda, que ratificaría la visión esencialmente ultraconservadora de la sociedad polaca. Apenas algo más del 1% le ha separado de un Trzaskowski, candidato de Coalición Cívica (KO), erigido en adalid de un proceso reformista, plenamente anclado en la Unión Europea y en sus valores de solidaridad, libre circulación, sobre todo de las ideas, y pleno respeto a la libertad y al desarrollo de los derechos humanos. Tan estrecho margen entre dos visiones tan contrapuestas sobre la Unión Europea y sobre las reformas necesarias en Polonia, ponen de manifiesto la partición de hecho del país en dos mitades muy alejadas entre sí. Es la reedición de la eterna fractura entre generaciones, como demuestra que Duda haya recibido mayoritariamente el voto de los mayores de 60 años y del mundo rural frente al voto joven, de formación intelectual superior y de carácter esencialmente urbano. 

Sin disponer de poder ejecutivo el presidente del país goza, sin embargo, de una gran prerrogativa: vetar las leyes aprobadas por el Parlamento. De haber triunfado el candidato de KO es muy probable que hubiera sido necesario convocar también elecciones generales. Con Duda al timón durante otro mandato parece bastante obvio que el ansiado cambio tendrá que esperar un tiempito, y que el PiS seguirá por lo tanto bajo la atenta lupa de Bruselas. Que el candidato y renovado presidente haya exhibido proclamas antisemitas en la recta final de la campaña, también reviste una particular gravedad en el país que alberga el centro más emblemático de la infamia, Auschwitz, en un momento en que la UE busca cercenar de raíz los brotes que están resurgiendo en su ámbito.

Lazos con Estados Unidos aún más sólidos que con la Unión Europea 

En algo sí coinciden el PiS y KO, su adhesión a Estados Unidos, moralmente superior incluso que la que profesan a la Unión Europea. De hecho, tanto Duda como Trzaskowski han buscado el apoyo de Donald Trump y de Barack Obama, respectivamente. Duda llegó incluso a viajar a Washington para pedirle a Trump que los 25.000 soldados que supuestamente el presidente norteamericano piensa retirar de sus bases en Alemania se instalen en Polonia. Ambos dirigentes coinciden en el miedo que todos sus compatriotas sienten de Rusia, de quien desconfían de que no pueda intentar de nuevo una operación de invasión y conquista. Un escenario hipotético, claro está, que para contrarrestarlo en el caso de que sucediese aún no confían lo suficiente en la potencia de la propia Unión Europea.   
 

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