Opinión

El difícil acuerdo nuclear con Irán

photo_camera AFP/ JOE KLAMAR -Reunión de la Comisión Conjunta del PCJ sobre el programa nuclear de Irán en la oficina de las Organizaciones Internacionales en Viena (Austria) el 26 de febrero de 2020

En 2016 los EEUU, China, Rusia, la UE, Reino Unido, Francia y Alemania firmaron con la República Islámica de Irán el Plan Integral de Acción Conjunta, también conocido como Acuerdo Nuclear, que a cambio de levantar las sanciones occidentales obligaba a Irán a reducir en 98% hasta 2031 sus reservas de uranio enriquecido, a parar durante cinco años las centrifugadoras más avanzadas que enriquecen uranio, a cerrar un reactor de agua pesada capaz de producir plutonio, a limitar su investigación nuclear a la planta de Natanz hasta 2024, a respetar el embargo onusiano de armas y a no importar tecnología para misiles hasta 2025. 

La Agencia onusiana de la Energía Atómica (AIEA), ha confirmado en repetidas ocasiones que Irán cumplió con sus obligaciones hasta que Donald Trump denunció unilateralmente el Acuerdo en mayo de 2018, e impuso una política de “máxima presión” con un duro régimen de sanciones que ha puesto de rodillas a la economía iraní al impedirle vender petróleo, que es su única fuente de ingresos, cerrarle el acceso al sistema financiero internacional, provocar una inflación del 30% y un desempleo masivo. 

Irán esperó a ver cómo reaccionaban los demás signatarios del Acuerdo, que se limitaron a mostrar su desacuerdo con la decisión norteamericana pero que fueron incapaces de aliviar el impacto de las sanciones. Y en julio de 2019 Irán comenzó a incumplir los límites que le imponía el Acuerdo y su grado de incumplimiento aumentó tras el asesinato del general Qassem Suleinani por un dron estadounidense. Hoy Irán enriquece uranio al 20% y según la AIEA sus reservas superan en doce veces las cantidades permitidas, acercándose de nuevo peligrosamente a la temida bomba que provocaría una reacción israelí y una carrera de armamentos en la región. 

Irán sabía que con Donald Trump no tenia nada que hacer y por eso esperaba como agua de mayo la elección a la presidencia de los Estados Unidos de Joseph Biden, que ha escrito que “si Irán regresa a un cumplimiento estricto del acuerdo nuclear, los EEUU volverán a unirse al acuerdo como un punto de partida para continuar las negociaciones”, que es lo que los demás firmantes desean que haga. Lo que ocurre es que no es tan fácil. Y no lo es por varas razones. 

En primer lugar porque aunque el Líder Supremo Jamenei se ha mostrado abierto a la posibilidad de hablar con los norteamericanos si levantan las sanciones, las posturas dentro de Irán se han radicalizado, los Estados Unidos no son vistos como un negociador y un socio fiable, el Parlamento iraní acaba de aprobar una resolución que pide que se ponga fin a las inspecciones de la ONU, y además en junio habrá elecciones y nadie querrá parecer débil ante un país al que injustamente culpan de todos sus males actuales. Mohamed Javad Zarif, ministro de Exteriores de la República Islámica, acaba de escribir un largo artículo donde dice textualmente que si Biden “acaba con la política de ‘máxima presión’ y regresa al acuerdo que su predecesor abandonó...Irán también regresará al cumplimiento total de todas nuestras obligaciones”. Hasta aquí todo bien, pero luego añade “Si Washington, por el contrario, insiste en nuevas concesiones, entonces esta oportunidad se habrá perdido”. Es decir, Irán  rechaza vincular el tema nuclear con otros asuntos porque las cuestiones de seguridad regional que preocupan a los EEUU y a los europeos solo deben resolverlas “los pueblos de la región y no los forasteros”. Para ello Javad Zarif recuerda que Irán ofreció a la Asamblea de la ONU en 2019 la Inciativa de Paz Hormuz a la que fueron invitados por carta del presidente Rohani todos los paises del Golfo Pérsico porque “el futuro de la región puede y debe ser decidido solo por sus pueblos”. No sólo eso sino que según el ministro iraní el regreso de EEUU al acuerdo no debe ser automático sino algo a decidir por los demás firmantes porque “los acuerdos internacionales no son puertas giratorias...no es un derecho automático regresar a un acuerdo negociado -y disfrutar sus privilegios- después de haberlo abandonado por un capricho”. Ahí queda eso. 

En segundo lugar los iraníes tampoco lo ponen fácil si consideramos que aquí no se trata únicamente de volver a lo firmado en 2016, como si el tiempo no hubiera pasado, siendo así que algunas de las provisiones del Acuerdo Nuclear como el embargo de armas ya han vencido por el simple paso de los años  y que a otras les queda poco pues expiran entre 2022 y 2025. Y porque europeos y americanos compartimos preocupación por la política iraní en Oriente Medio y por sus misiles que cada vez tienen mayor alcance y ya podrían llegar hasta Italia. E Israel y los países del Golfo también presionarán para que estos asuntos sean tenidos en cuenta antes de que los EEUU levanten sus sanciones a Irán, que se ha hecho demasiados enemigos en la región. 

¿Quiere esto decir que el entendimiento no será posible? Quiere decir que no será fácil. John McLaughlin, antiguo subdirector de la CIA ha propuesto un enfoque gradualista, una vía intermedia que en su opinión podría solucionar el impasse: un acuerdo interino que devolviera la vigencia al acuerdo tal y como se firmó en 2016 a cambio de levantar algunas sanciones humanitarias, y supeditar el resto al compromiso de seguir hablando luego para extender los plazos de las provisiones del Acuerdo que ya han vencido o lo vayan a hacer muy pronto... y de otros asuntos como los misiles.  La idea no es mala pero mucho temo que no es ni lo que Irán espera ni lo que está dispuesto a aceptar en vísperas de las elecciones presidenciales de junio. 

La intransigencia puede llevar al error a Teherán porque aunque el Acuerdo Nuclear es muy deseable y Trump se equivocó al retirarse, no es algo que los EEUU necesiten de la misma manera que Irán necesita que le levanten las sanciones que asfixian su economía. Por eso se equivocará si tensa mucho la cuerda y no aprovecha la buena disposición inicial de la administración Biden, porque las ventanas de oportunidad no son eternas y si no coges el tren cuando pasa te quedas en la estación sin saber cuándo pasará el próximo. 

Cuando dos quieren algo pero ninguno quiere perder la cara es cuando más falta hacen los diplomáticos que busquen fórmulas imaginativas y envoltorios atractivos. Que no sea fácil no quiere decir que sea imposible, pero vale la pena el esfuerzo sobre todo cuando lo que se persigue es algo que contribuirá a la seguridad global de Oriente Medio. 

Jorge Dezcallar Embajador de España