El ISIS reaparece con una masacre tres años después del final de Califato

Tres años después de darse por liquidado el Califato que el terrorismo islámico mantenía entre Siria e Irak, una célula integrada por decenas de militantes ha atacado a una prisión de Gweiran en la provincia de Hasakeh, al noreste de Siria, con un balance provisional de más de ciento cincuenta muertos. El objetivo del ataque era liberar a los presos yihadistas que están allí encerrados.

El ataque por sorpresa comenzó el jueves de madrugada por la explosión de un camión cisterna de gasolina a las puertas del recinto. Un centenar de terroristas aprovecharon la confusión para neutralizar a los guardias y apoderarse de sus armas y llaves de acceso a las naves. Seis días después la situación en la cárcel continúa siendo dramática.  

La prisión de Gweiran, controlada por fuerzas kurdas,  mantiene encerrados a 3.500 terroristas - capturados durante la guerra -, entre ellos ciento cincuenta extranjeros, y setecientos niños a los que mantienen como escudos humanos frente a la intervención de las fuerzas sirias respaldadas por aviones norteamericanos. Los atacantes consiguieron hacerse con una parte de la prisión y aún mantienen bajo su control un tercio de las instalaciones y sus ocupantes.

Muchos prisioneros han conseguido evadirse, que era el objetivo del ataque. El llamado Estado Islámico (ISIS) había sido dado por liquidado en 2019, una buena parte de sus militantes encarcelados y el resto desperdigados por otros países, especialmente africanos, donde continúan desarrollando su proselitismo y promoviendo atentados que ya se han cobrado millares de víctimas. 

Este ataque a la prisión de Hasakeh ha despertado la alarma internacional, pero la realidad es que comandos del ISIS que continúan activos en la zona llevaban ya varios meses cometiendo atentados tanto en Siria e Irak. La impresión general es que los grupos que se quedaron en el territorio intentan liberar a sus compañeros y aprovechar para la restauración del Califato.