Opinión

El loco Bernie

photo_camera Bernie Sanders

Aseguraba el historiador Arthur Schlesinger Jr. en 1949 que los liberales progresistas habían abandonado su proximidad a los planteamientos socialistas para recuperar el centro, ante las calamidades políticas que ponía de manifiesto la expresión de la praxis soviética sobre el territorio ideológico de la izquierda. A Bernie Sanders le acusan de revolver en los baúles del pasado para recuperar un socialismo que en Estados Unidos nunca ha existido en la práctica. Él se defiende diciendo que quiere ser como Dinamarca y no como Cuba y Venezuela. Pero la cuestión es si los votantes, primero los demócratas, prefieren ser daneses y socialistas, o americanos y prósperos, en un país que roza los niveles de pleno empleo, cuya economía crece desde hace ocho años con gobiernos no socialistas de uno y otro signo, y cuya bolsa está por las nubes a pesar del coronavirus, aunque para el presidente Donald Trump, esté barata. 

La victoria arrolladora de Sanders en Nevada ha disparado las expectativas sobre una posible victoria del ala más izquierdista del Partido Demócrata para hacer frente a Trump. Se habla en Europa mucho de la creación de un movimiento social reivindicativo que se oponga, gane o pierda, al supuesto expolio de los ricos. Una especie de ‘Coffee Party’ que, tal y como ocurriera en tiempos de Obama con el ‘Tea Party’, lidere la presión de la opinión pública en este caso desde la izquierda, y contrarreste en la calle, lo que no podían contrarrestar los opositores entonces, y parece que tampoco los de ahora: derrotar electoralmente al presidente. 

El ‘Tea Party’, creado básicamente para impedir las subidas de impuestos, aunque con eslóganes americanistas, tal y como el movimiento de Sanders se crea ahora para subirlos con eslóganes progresistas, condujo a los republicanos al debilitamiento político y a la radicalidad ideológica. Algunos de los más incompetentes políticos ultraconservadores de la década lideraron el ‘Tea Party’ para luego desaparecer y dejar libre a Donald Trump el camino del populismo supremacista activado y dispuesto a votarle.

La maniobra de Bernie Sanders, de incorporar a sectores marginales de la sociedad, partes de las minorías no participativas, jóvenes perdidos en la superficialidad ideológica… es una apuesta arriesgada que puede derivar en la movilización permanente y la perdida de la identidad centrista y liberal de los demócratas, mayoritaria durante décadas y también antes de 1949. El “loco Bernie”, como le llama el presidente, es como un nuevo juguete electoral para Trump. Si se le da cuerda, quiere romperlo todo; pero, si se le para en las urnas, lo seguirá rompiendo todo desde el armario de los trastos.