El mundo que les dejamos

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Los días de agosto transcurren en lánguida somnolencia provocada por olas de calor que se suceden unas a otras como si de otro virus se tratase. No nos han abandonado desde mediados de junio y han provocado los peores incendios forestales desde que hay registros, algunos provocados por mano humana por increíble que pueda parecer. Es la noticia de portada de los telediarios que entrevistan a vecinos evacuados de sus viviendas y a bomberos agotados. Y nosotros vemos las llamas en nuestros televisores y pensamos que esto va mal y que las tórridas temperaturas de este verano pueden acabar siendo las más frescas de años venideros, y preguntarnos qué tipo de mundo estamos dejando a nuestros hijos. 

La buena noticia es que el mayor contaminador del mundo, el país que lanza per cápita más cantidad de CO2 a la atmósfera, los Estados Unidos, acaban de aprobar un plan por valor de 370.000 millones de dólares para reducir esas emisiones en un 40% al final de esta década, con relación a lo que contaminaban en 2005. Es muy importante porque por mucho que haga Europa, y lo está haciendo, nosotros solo contaminamos el 9% del total y España el 1%. Aun así, es una noticia agridulce porque Biden ha logrado este éxito por 51 votos a 50 en el Senado, que ha votado según líneas estrictamente partidistas y que únicamente ha sido posible tras retorcer el brazo del senador Manchin y de la senadora Sinema, ambos Demócratas, y gracias al voto decisivo de la vicepresidente Kamala Harris que preside la Cámara Alta. Parece mentira que ni un solo senador Republicano, ni uno solo, haya apoyado la ley a pesar de que a ellos también les afecta el calentamiento de la atmósfera, y eso muestra el ambiente polarizado que vive el país y con el que enfrenta las elecciones legislativas de noviembre. La otra mala noticia es que, como consecuencia de la visita a Taiwán de Nancy Pelosi, “Speaker” o presidenta de la Cámara de Representantes, China se ha retirado de las conversaciones que mantenía con los EEUU sobre cambio climático. Y si China e India no colaboran todos nuestros esfuerzos se pueden ir al traste. Parece una reacción muy estúpida por parte de Pekín y es de esperar que la cambie cuando se le pase el enfado de estos días, porque en esto estamos todos juntos y el calentamiento de la atmósfera no se detiene en fronteras y nos afecta a todos y no a unos solos. Si China no colabora en la lucha se perjudica a sí misma tanto como perjudica al resto del mundo porque es la mayor contaminadora en términos globales.

Junto a eso, las otras noticias como que pierden importancia a pesar de su gravedad y se ven relegadas a las páginas interiores de los periódicos, donde siguen apareciendo fotografías de bombardeos a las que parecemos irnos acostumbrando y que acabamos acogiendo con cierta indiferencia. Así ocurre con la guerra de Ucrania donde da la impresión de que los rusos se han tomado un respiro -por causas sobre las que cabe especular- antes de continuar con renovadas fuerzas en su invasión que amenaza ahora a otras ciudades con nombres llenos de consonantes y difíciles de pronunciar, pero donde viven seres humanos que esperan aterrorizados a que los misiles caigan de nuevo sobre sus cabezas. O como en Gaza, donde los israelíes han respondido con su característica dureza y desproporción de medios a misiles lanzados por los fanáticos de la Yihad Islámica, al parecer sin el apoyo de Hamás que es la fuerza político/militar dominante en la Franja. Vemos los cráteres dejados por las bombas israelíes entre manzanas de casas y leemos las cifras de muertos, antes de pasar página y enterarnos de que los chinos rodean Taiwán con sus barcos y aviones e incluso lanzan misiles a gran altura sobre la isla, en lo que algunos consideran un ensayo para una futura invasión. Asusta pensar en la indiferencia con la que leemos en la playa sobre todas estas atrocidades, igual que asusta pensar en la ligereza con la que algunos medios hablan también de prolegómenos de una Tercera Guerra Mundial, que deseo que nunca llegue.

Da la impresión de que el Derecho Internacional, las reglas que rigen el mundo -en especial desde 1945- se han quedado obsoletas y los grandes países han decidido que a ellos no se les aplican en sus relaciones con vecinos más débiles que les resultan molestos. Es lo que desde hace años vienen haciendo los Estados Unidos con su bloqueo de Cuba (por no hablar de otros países más lejanos como Vietnam o Irak), o los casos ya citados de Rusia con Ucrania, China con Taiwán e Israel con Gaza, y esa es una tendencia que no nos conviene nada a la inmensa mayoría de países de tamaño medio, que quedamos así al albur de los caprichos de los grandes, y que nuevamente nos obliga a pensar en el mundo que nuestra generación va a dejar a los que nos sigan. Desgraciadamente no es como para tirar cohetes.

Jorge Dezcallar, embajador de España. 

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