El Polisario rechaza la negociación política y se aferra a las armas

Brahim Ghali

En el momento en que la comunidad internacional, la Unión Europea y las Naciones Unidas, así como el Grupo de Apoyo al Sáhara Occidental, que reúne a Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y España, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tienen puestas sus esperanzas en el nombramiento del nuevo enviado especial para el Sáhara, el diplomático italo-sueco Staffan de Mistura, para buscar una “solución política realista, justa y consensuada” del problema del Sáhara Occidental, el Polisario ha optado por rechazar sentarse a la mesa de negociaciones cualquiera sea su formato.

“No aceptaremos ningún proceso de paz, mientras persista el terrorismo marroquí y el silencio inexplicable de la ONU”, ha declarado el secretario general del Frente independentista Brahim Ghali en una carta dirigida a Antonio Guterres. “No hay que esperar que el Polisario se una a ningún proceso de paz, mientras persistan las prácticas terroristas marroquíes impuestas en los territorios ocupados”, dice el líder saharaui, aparentemente repuesto de su dolencia de COVID-19 que le trajo a España clandestinamente, de la mano de la exministra de Exteriores Arancha González Laya. 

Brahim Ghali no escatima epítetos contra Marruecos, al que acusa de “crímenes crueles contra civiles saharauis”. Sin embargo, a la hora de precisar de qué “crímenes”, “torturas”, “actos terroristas” y “actos de barbarie” se trata, el número uno del Polisario sólo menciona el caso de “la militante Sultana Khaya y su familia”. Ésta, junto a su hermana y su madre, llevan un año sin salir de casa, a la que nadie puede acceder, ni siquiera sus parientes. Durante los primeros meses de “reclusión forzada”, Sultana Khaya recibió a periodistas, activistas y miembros de asociaciones saharauis. Pero desde hace ya seis meses, el dispositivo de control en torno a la casa familiar no permite ningún acceso. 

Sin embargo, la activista política saharaui sigue disponiendo de teléfonos móviles, que no han sido desactivados, ni bloqueados por las autoridades marroquíes; y con los cuales mantiene comunicaciones con el exterior y envía videos de denuncia. 

El Polisario interpela a la ONU para que “garantice la protección de los militantes saharauis por los derechos humanos, y asegure la liberación inmediata e incondicional de los detenidos políticos saharauis, entre ellos el grupo de Gdeim Izik, encarcelados en las prisiones marroquíes”. 

Frente a los “argumentos” que blande Ghali para justificar rehuir las negociaciones políticas, fuentes saharauis del Movimiento Saharauis por la Paz, recuerdan que “el mismo día en que se produjeron los acontecimientos de Gdeim Izik en noviembre de 2010 – en los que miles de saharauis de El Aaiún mantuvieron una acampada con jaimas y vehículos, en protesta por las condiciones socioeconómicas en que vivía la población oriunda del Sáhara y que residía en la capital de la excolonia española -, debía iniciarse en Nueva York una nueva ronda de conversaciones”.  “El equipo negociador, recuerda el MSP, compuesto por Ahmed Bujari y Mohamed Hadad, presionó para que se mantuviera el encuentro”, apadrinado en ese momento por el enviado especial de la ONU, Christopher Ross. Incluso posteriormente, recuerdan las fuentes saharauis, “tras la condena de los implicados en la revuelta de Gdeim Izik, tampoco se suspendieron las negociaciones”. 

El rechazo de Brahim Ghali a la última Resolución del Consejo de Seguridad que preconiza “la negociación política entre las partes” según los modelos que ya han probado su verosimilitud, en particular el cuatripartito de Suiza entre Marruecos, Argelia, Mauritania y el Frente Polisario, y el portazo actual a sentarse a la mesa de negociaciones de cualquier proceso de paz, obedece a otros motivos, más en consonancia con la actual crisis política entre Argelia y Marruecos, que ha entrado en una peligrosa fase de militarización de la diplomacia.  

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