El precio de la luz, el asunto Ghali y la pesca en el Sáhara

Gas pipeline in Algeria

A la opinión pública española le preocupa mucho el precio de la electricidad; le preocupa menos el incierto futuro de la pesca en aguas saharianas y la competencia de los productos agrícolas que vienen de Marruecos; y le preocupa muy poco el culebrón de verano en que se ha convertido el asunto de Brahim Ghali. Sin embargo, los tres están estrechamente relacionados. 

El Gobierno y los medios escritos y audiovisuales afines al mismo, que son casi todos, dan una imagen perversa del tema eléctrico: hacen creer que la culpa la tienen las leyes del mercado, y que hay que hacer todo lo posible, lícito o no, para que Argelia siga suministrando gas a España, incluido el hacer entrar a España y a un hospital público al dirigente del Frente Polisario con documentación falsa. Se olvida de su propia responsabilidad, de los impuestos que gravan el precio de la luz, entre los más altos de Europa, de la escasez de energías alternativas porque no se ha invertido en la solar y la eólica, y de que mientras Alemania y Francia tienen un salario mínimo de unos 1.600 euros, además de consistentes ayudas sociales, España no llega a los 1.000 euros y las ayudas escasean. 

En cuanto al suministro de gas argelino, aparte de las declaraciones oficiales de Argel, no hay garantías de que se suministre el volumen que necesita España. Argelia, por represalia política, ha dicho que no renovará el contrato del Gasoducto Magreb Europa, que sale de los campos gasíferos de Hassi Rmel, pasa por Marruecos y entra en España por el Estrecho, prolongándose a Portugal. Este gasoducto trae a España unos 8.000 millones de metros cúbicos de gas anuales. El Gobierno argelino promete que lo compensará con el aumento de la capacidad de transporte del otro gasoducto, el MEDGAZ, que une directamente Argelia con España, y que en otoño pasará de 8.000 millones de metros cúbicos, a 10.000 millones de metros cúbicos. Es decir, que aumentará en 2.000 millones de metros cúbicos. ¿Y los 6.000 millones de metros cúbicos restantes, para compensar el cierre del otro gasoducto?

La pregunta salta a la vista. ¿Por qué el Gobierno español acepta la decisión de Argel de cerrar el gasoducto que pasa por Marruecos? ¿Tiene derecho el Ejecutivo argelino a tomar decisiones que dañan a terceros, España y Portugal? El gas es argelino, ciertamente, pero España, como también Marruecos, han invertido en su implantación y en el mantenimiento del Gasoducto Magreb Europa, y no se puede tomar una decisión de tal calibre sin consultar a las partes. 

Y me dirá el lector: ¿y esto qué tiene que ver con la pesca en el Sáhara y el culebrón Ghali? Pues mucho. Porque los mismos intereses políticos que quieren castigar a Marruecos se han movilizado desde hace meses en los pasillos de las estructuras europeas y en muchos consejos de administración de empresas importadoras y exportadoras con negocios en Argelia, para que el Tribunal General adopte una Resolución que sacude los acuerdos entre Marruecos y la Unión Europea, diciendo que “no se ha consultado a la población del Sáhara” y por lo tanto dichos acuerdos comerciales no son legales. Un paso más, y las voces agoreras prevén que los barcos andaluces que faenan en aguas saharianas deben ir levando anclas. 

Por cierto, en este punto, hay que mencionar dos cosas. Primero, que la resolución adoptada por el Tribunal General es recurrible ante el Tribunal de Justicia, que tendrá la última palabra, y eso llevará muchos meses, sino años. Y la segunda es que al movimiento Frente Polisario no le han salido las cosas como quisiera; porque la Unión Europea no le otorga “personalidad jurídica” como para pretender protagonizar las negociaciones; y porque el Tribunal en cuestión le atribuye una cierta “representatividad” – lo cual dicho sea de paso siempre ha sido admitido por Marruecos, y por eso ha negociado con el Frente Polisario desde hace más de 30 años -, pero no le considera como “el único representante” de la población saharaui que es lo que el grupo armado viene persiguiendo desde décadas. También hay otros “representantes”: el Movimiento Saharauis por la Paz y el grupo Jat Achahid, que ambos han sido recibidos y escuchados por altos funcionarios de la Secretaría general de Naciones Unidas; además de los representantes de los organismos electos en el territorio del Sáhara Occidental – alcaldías, provincias, regiones – que también han participado en las discusiones para alcanzar una solución pacífica, política y consensuada al problema territorial. 

Dicho esto, el culebrón Ghali seguirá dando que hablar hasta que salga a la luz la presión que el Ejecutivo argelino ha hecho sobre el español para meterle en el embrollo. Quién, cómo y por qué, aun por dilucidar. En cuanto al futuro de los pesqueros españoles, puede ser más sencillo de lo que parece. Si no hay acuerdo entre Rabat y Bruselas, puede haberlo entre Rabat y Madrid. Pero no conviene dejarlo a las calendas griegas, porque mientras tanto Londres avanza en su relación estratégica con Marruecos, en todos los terrenos, financiero, comercial, transportes, energía y militar. Cuando el tren pasa hay que subirse a él, porque quizás sea el último. 

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