Opinión

El proceso judicial que le espera a Derek Chauvin

photo_camera Derek Chauvin

La máquina de la prevención ha fallado en el caso de George Floyd, pero Estados Unidos no es precisamente un país que deje sin castigar los delitos graves. Las primeras actuaciones judiciales apuntan ya al proceso que va a enfrentar el agente policial de Minneapolis, Derek Chauvin, que colocó su blanca rodilla con fuerza sobre el cuello de la víctima durante ocho largos minutos que provocaron la angustia y la asfixia del detenido. Las imágenes que se van reconstruyendo y que salen a la luz día tras día no ayudan en nada a la defensa del acusado, que va a pasar los próximos años encerrado tratando de mitigar en lo posible una condena segura que será, con toda probabilidad, implacable. 

Por el momento, la Fiscalía del Estado de Minnesota ya ha establecido la consideración del delito que va a defender ante el tribunal: asesinato en segundo grado. La diferencia del tipo delictivo respecto al primer grado es que se trata de un caso no planificado de asesinato en el que, a pesar de eso, puede existir intencionalidad y malicia por parte de quien lo comete. En España esta figura penal sería asimilable al homicidio, cuando una persona causa la muerte de otra, y aquí puede tener la consideración de imprudente o doloso. 

Se ha especulado erróneamente con la posible ejecución de Derek porque Minnesota abolió la pena capital en 1911. Según la web Confilegal.com, “en Washington D.C., el asesinato en segundo grado tiene una pena que va de los 20 a los 40 años (se puede pedir la libertad condicional al cumplir la tercera parte de la condena); en California, de 15 años a cadena perpetua; en Nueva York, de 15 a 25 años o cadena perpetua; Florida, de 10 a 25 años o cadena perpetua; Illinois, de 4 a 20 años. En Estados como Delaware, Hawái, Luisiana y Misisipí pueden ser condenados a cadena perpetua”. Pero, ¿qué dice la legislación de Minnesota? Según el artículo 609.19 de los Estatutos legales, compilados en 2019 y publicados por el parlamento bicameral Minnesota Legislature, el asesinato en segundo grado está tipificado con dos subdivisiones: 

  • El asesinato intencional, cuyos autores serán culpables de asesinato en segundo grado y pueden ser sentenciado a prisión por no más de 40 años. El responsable causa la muerte de un ser humano con la intención de efectuar la muerte de esa persona, pero sin premeditación. 
  • El asesinato involuntario. Quien lo cometa puede ser sentenciado a prisión igualmente por no más de 40 años. El responsable causa la muerte de la víctima, sin la intención de hacerlo. El texto explica precisamente que este tipo es aplicable cuando el autor inflige o intenta infligir daño corporal intencionalmente a la víctima, pero sin intención de causar su muerte. 

 

Derek Chauvin tiene en su historial como agente del departamento de Policía de Minnesota casi veinte denuncias por sus procedimientos al detener e identificar a sospechosos, lo cual será empleado por el abogado de la familia de Floyd, Benjamin Crump, como agravante en el proceso en el que también habrá cargos de responsabilidad subsidiaria para la ciudad. 

Los que claman en Europa contra el racismo norteamericano y sus brutalidades deben saber que las sentencias en Estados Unidos son duras y duro es también su cumplimiento. Está muy bien desde el púlpito europeo lanzar mensajes vacíos de apoyo a las manifestaciones, aunque sean violentas (lo hemos escuchado esta semana en el tribunal del Congreso de los Diputados), y luego defender posiciones contrarias a la contundencia en el castigo bajo la premisa de que la Constitución prioriza la reinserción más que el castigo a quien cometa horribles delitos de sangre. Repugnancia del delito, pero condescendencia con el delincuente. 

Barack Obama ha dado, en su charla por videoconferencia para la Fundación que lleva su nombre, con una de las claves de todo este gigantesco conflicto que ha estallado en la sociedad norteamericana, larvado durante años, pero siempre presente: los cuerpos policiales tienen que extremar los controles para evitar que agentes con comportamientos o desviaciones racistas puedan patrullar las calles. La existencia de un fuerte sentimiento anti afroamericano en las policías de grandes ciudades origina la sucesión de hechos tan lamentables como el de Floyd o Rodney King. Y son los alcaldes a los que se ha dirigido Obama los encargados de limpiar los departamentos de la policía metropolitana en cada una de esas urbes. 

En seis estados del sureste (Luisiana, Mississippi, Alabama, Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte), la población afroamericana supera el 20%. De ellos, Luisiana, Mississippi y Georgia están entre el 35 y el 40%. En otros dieciocho estados (excluyendo Nevada, todos están situados en la mitad oriental del país como Ohio, Illinois o Nueva York) la población negra está entre el 15 y el 20%. El problema del racismo en todos ellos está arraigado desde siglos atrás.