Elecciones y referéndum en Italia, en juego varios liderazgos

Salvani

El tercer fin de semana de septiembre va a constituir un momento clave, más que para el país en sí (está en juego el gobierno de siete regiones, pero ninguna de ellas de la envergadura de Lombardía, Veneto o Emilia-Romagna), para varios de los líderes italianos. En efecto, aunque ninguno de ellos se presenta directamente a ninguna de las regiones en juego, ni abandera el “sí” en el “referéndum” para el “taglio” de los parlamentarios italianos, hay hasta tres cuyo futuro político puede salir muy cuestionado de esta convocatoria electoral. Veremos por qué. 

El que más se juega, con diferencia, es Matteo Salvini, líder de la Lega y persona que lleva liderando ininterrumpidamente desde septiembre de 2018 todas las encuestas de intención de voto. Y se juega mucho porque puede cometer un tercer error que acabaría siendo fatal de cara a alcanzar un día la presidencia del Consejo de Ministros. En efecto, Salvini ya cometió un primer grave error al intentar hacer caer el gobierno del que él mismo formaba parte (era en ese momento viceprimer ministro y titular de Interior) en agosto de 2019.

Las encuestas le eran muy favorables, pero no tuvo en cuenta que, ni era el momento para hacer caer el gobierno (con los Presupuestos Generales del Estado ya muy cercanos), ni que el PD, por aquel entonces acérrimo enemigo del Movimiento Cinco Estrellas, sería capaz de aliarse con este. Menos aún con que Matteo Renzi (el “altro Matteo”, como se le conoce en su país) sería capaz de pactar con una formación (el citado Cinco Estrellas) que se había ensañado con su persona (familia incluida) hasta el extremo. Pero Renzi, todo un especialista en reinventarse, se atrevió a hacer el pacto que nadie esperaba, y el final de todo esto ya lo conocemos yo: Salvini fuera del gobierno, el Primer Ministro Conte encabezando un nuevo gobierno y el PD copando la mitad de los cargos ministeriales. 

Nubarrones en la estrategia de Salvini

A pesar de todo ello, Salvini fue capaz de rehacerse y en la siguiente convocatoria electoral que hubo (para el gobierno de la región de Umbria, octubre de 2019), no sólo ganó, sino que arrasó. Pero a finales de enero de este año volvió a cometer un segundo error garrafal en su intento por arrebatarle al centroizquierda el gobierno de Emilia-Romagna: además de apostar por una candidata de poca entidad (la senadora Lucia Borgonzoni, que había entrado en la vida política nacional solo año y medio antes), no se le ocurrió mejor asunto que protagonizar un evidente episodio de racismo y xenofobia al llamar a la puerta de un supuesto inmigrante irregular, con todas las cámaras delante, justo unos días antes de que se votara.

Fue entonces cuando una desunida izquierda (con ruptura generacional incluida) decidió juntar fuerzas para impedir que Salvini se hiciera con el gobierno de Emilia-Romagna, y lo acabaron logrando. Cierto es que el centroderecha sí ganó en Calabria, pero la cabeza de cartel (Joei Santelli) no era del partido de Salvini, con lo que éste solo pudo atribuirse a medias haber desbancado al centroizquierda de esta región meridional. Ahora, con un muy evidente descenso en intención de voto en las encuestas desde hace meses (todo ello en beneficio de la lideresa de Hermanos de Italia, la romana Meloni), se la vuelve a jugar en toda regla y de nuevo, como en el caso de Emilia-Romagna, en una región (en este caso, Toscana) celebre por ser “terra rossa” (“tierra roja”, es decir, que tradicionalmente ha sido feudo de la izquierda).

Y lo más llamativo es que se le vuelve a jugar con una candidata (la eurodiputada Ceccardi) que no solo recuerda mucho a Borgonzoni, sino que políticamente es una réplica de Salvini: iniciada en la política local, exalcaldesa de una pequeña localidad de las cercanías de Pisa, como Salvini en su momento está intentando el paso de la política comunitaria (es europarlamentaria desde mayo de 2019) a la nacional. Ceccardi puede dar la sorpresa, pero el centroizquierda se muestra ahora incluso más cohesionado que en enero pasado y el “curriculum” político de la candidata de Salvini es ostensiblemente peor que el de la derrotada Borgonzoni. Y lo más preocupante es que su candidatura constituye la enésima audacia del dirigente lombardo, y ya sabe que, en política, las audacias suelen pagarse muy caras. 

Además, Salvini comienza a estar debilitado incluso dentro de su partido, lo que ha podido visualizarse con motivo del “referéndum” en torno al “taglio” parlamentario. A pesar de que él siempre ha sido un firme partidario del “sí”, la realidad es que cada vez más “pesos pesados” de su partido están a favor del “no”: el último en hacerlo, Attilio Fontana, gobernador de la región de Lombardía. Lo que resulta más que preocupante, ya que Fontana fue el elegido en su momento por Salvini para presidir Lombardía y así desbancar a Roberto Maroni, “mano derecha” del fundador de la Lega (Umberto Bossi).  

Así que, si, por un lado, Ceccardi no logra hacerse con el control de Toscana y, por otro, tiene lugar el triunfo el “no” en el “referéndum”, el liderazgo de Salvini se podrá ver más cuestionado que nunca, por mucho que otras regiones (Veneto, Valle de Aosta, Puglia, Las Marcas y Liguria) gane el centroderecha. Y, teniendo en cuenta que Salvini ya fue cabeza electoral en las últimas elecciones generales (marzo de 2018), puede abrirse un intenso debate sobre si debe ser otro el candidato de la Lega a las siguientes generales, que pueden no convocarse hasta incluso comienzos del año 2023

Matteo Renzi también se la juega

Otro líder que se la juega en estas elecciones es precisamente “il altro Matteo” (Renzi). En su caso, realmente se le juega solo en Toscana, por mucho que tenga su candidato para la región de Puglia (el Subsecretario de Asuntos Exterior, Ivan Scalfarotto). Debe tenerse en cuenta que Renzi, en este momento, a diferencia de su rival Salvini, no tiene la más mínima posibilidad de hacerse con la presidencia del Consejo de Ministros. Su recién creado partido (Italia Viva, nacido hace ahora un año), lucha por no convertirse en fuerza extraparlamentaria, más allá de que en este momento su medio centenar de parlamentarios (entre ellos casi veinte senadores) son claves para el sostenimiento de la coalición de gobierno. 

Sin embargo, Renzi no solo es toscano, sino que entre 2009 y 2014 fue Alcalde de Florencia y desde 2018 es Senador precisamente por Toscana. Así, si el lombardo Salvini consigue que los paisanos de Renzi acaben votando a la eurodiputada Ceccardi, Renzi va a tener muy difícil seguir en la vida política: sus parlamentarios, hasta este momento muy fieles al exPrimer Ministro, podrían retornar al PD o marcharse al Grupo Mixto, y Renzi entonces tendría que irse despidiendo de la política nacional y... comenzar a pensar en volver a ser Alcalde de Florencia (siempre le quedará la posibilidad de convertirse en senador vitalicio, pero sería un final demasiado prematuro para un político que en enero cumplirá tan sólo 46 años de edad). Así que Renzi está echando el resto para que el centroizquierda retenga Toscana: si lo logra, entonces dejaría muy tocado a Salvini, con quien se encuentra abiertamente enfrentado desde hace meses. 

Nicola Zingaretti, el tercero en discordia

Finalmente, hay un tercer político que se juega su futuro en estas elecciones. Ese no es otro que el actual Secretario General del PD, Nicola Zingaretti. Porque, año y medio después de hacerse con el control del principal partido del centroizquierda, no consigue que éste levante en las encuestas: está más cerca de la debacle de Renzi en 2018 que de la victoria de Pierluigi Bersani en 2013. Cierto es que Zingaretti ha tenido la mala suerte de heredar un PD desangrado por las pugnas internas: primero vivió una escisión por la izquierda en la primavera de 2017 (escisión plasmada en el partido LeU), y luego vino la escisión por la derecha de Renzi (Italia Viva).

Pero ello no oculta que Zingaretti, persona ciertamente afable y conciliadora, tiene un grave problema de carisma, y su liderazgo podría verse cuestionado de manera muy importante no sólo si el PD pierde en Toscana y Puglia, sino también si triunfa el “no” en el “referéndum”, ya que ha decidido unir su suerte a la del Movimiento Cinque Stelle. Claro que en su caso cuenta con una ventaja: a día de hoy, no se atisba el más mínimo recambio en las filas del PD, la formación con más figuras “grises” de todo el panorama político transalpino. Debe pensarse que los rivales de Renzi en las primarias de 2013 y 2017, y de Zingaretti en 2019, fueron literalmente aplastados por estos en aquellas convocatorias. Pero no por ello, y más aún con tiempo hasta que se convoquen nuevas elecciones generales, dejaran de surgir voces y figuras que exijan un cambio de líder, y que incluso se presenten para liderar esta formación nacida en octubre de 2007. 

La suerte de estos tres líderes se decidirá entre el día 20 (en que se vota hasta las 23:00, como es tradición allí) y el 21 (en que las urnas se cierran definitivamente a las 15:00 para realizar el recuento definitivo). Y es que, en ocasiones, no son necesarias unas elecciones de la máxima importancia (como son las generales o legislativas, en Italia llamadas “políticas”) para que haya un cambio en los liderazgos, sino que basta con comicios menores para que esto suceda. La respuesta a todo lo planteado, en tan solo unos días. 

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