Opinión

Emiratos, líder anti COVID-19

photo_camera EAU

Embajadores de numerosos países de distintos continentes y variada condición política reconocieron y agradecieron públicamente a Emiratos Árabes Unidos la ayuda prestada durante las últimas semanas para combatir la enfermedad provocada por la COVID-19. Una pandemia que ha causado en el mundo más de 400.000 muertes y 7 millones de contagiados, por ahora. Las cifras que avalan la labor de Emiratos son más que elocuentes: 710 toneladas de ayuda a más de 62 países facilitando el trabajo de más de 700.000 profesionales de la salud. Y lo que resulta más trascendente de la generosa actitud emiratí, en un momento en el que el precio del petróleo se ha desplomado desde marzo y sus ingresos se han reducido notablemente, es que la ayuda ha llegado a pueblos como el de Irán, el del Kurdistán iraquí, el de Cuba, el de Rusia en Daguestán, el de Estados Unidos, al de Reino Unido, al de Sierra Leona, al de Rumania, al de España en Marbella, e incluso hasta China dentro de los 62 países beneficiados. 

En una situación de tal gravedad, es esencial para encarar el sufrimiento del presente y afrontar con cierta esperanza el futuro que se queden al margen las disputas políticas, económicas, comerciales e incluso los enfrentamientos como los registrados en aguas del Golfo, entre fuerzas especiales de Irán y buques petroleros de Emiratos y otros países. No es ningún secreto que los intereses agresivos y expansionistas del régimen de los ayatolas en Oriente Próximo choca con los de los Emiratos Árabes Unidos y otras monarquías del Golfo que cuentan con el respaldo político y militar de los Estados Unidos. En numerosas ocasiones, las actuaciones de la famosa Fuerza Al Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní, cuyo comandante en jefe, Qassem Soleimani, resulto muerto en el aeropuerto de Bagdad, en Irak, por el ataque de drones norteamericanos, han provocado inestabilidad y enfrentamientos desde Yemen, a Líbano; desde Siria a Irak, entre otros. 

Emiratos ejerce un claro liderazgo en ayuda y asistencia humanitaria a muchos países que necesitan este material sanitario para luchar con la pandemia y también ha facilitado la repatriación de varios miles de personas atrapadas en varios lugares del mundo. Una labor que ha compaginado con medidas eficaces en su propio territorio con 273 fallecidos y algo más de 37.000 afectados. En definitiva, en un momento especialmente convulso donde la tentación del sálvese quien pueda ha sido desgraciadamente habitual en muchos países, es imperativo y gratificante reconocer que más allá de los falsos estereotipos que colocan a los dirigentes de Emiratos como los ricos del petrodólar que despilfarran sin ton si son, encontramos dirigentes conscientes de la necesidad de prestar toda la ayuda posible a los demás. No se trata de una loa buenista y paniaguada como las que hemos vivido en España con los sanitarios y los balcones, es mostrar una actitud generosa con el ser humano, que nos permite albergar mejores esperanzas de futuro para el mundo, siempre y cuando los demás se fijaran un poco y copiaran lo bueno.