Opinión

En España, la seguridad importa

Tcol. Jesús Díez Alcalde.  Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos

Pie de foto: Imagen de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional presidido por el rey Felipe VI

En 2013, la promulgación de la Estrategia de Seguridad Nacional[1], que revisaba y sustituía a la de Estrategia Española de Seguridad de 2011[2] –la primera en la historia de España–, supuso la constatación de que la seguridad avanzaba hacia su consolidación como un política de Estado, que debía nacer siempre del amplio consenso político y superar las agendas de cada Gobierno. «La seguridad –subrayaba el presidente de Gobierno Mariano Rajoy en el preámbulo de este trascendental documento– es un fundamento esencial para el desarrollo y el progreso de una sociedad libre. Por eso, resulta imprescindible un entendimiento básico y generalizado de su importancia como garantía del bienestar de los ciudadanos y de la estabilidad del propio Estado».

Dos años después, el Consejo de Seguridad Nacional ha aprobado el segundo Informe Anual de Seguridad Nacional[3], que realiza un diagnóstico sobre los desafíos que enfrentamos en este ámbito y analiza, profusamente, la evolución de las amenazas –desde el terrorismo o el crimen organizado, hasta los ciberataques o la inestabilidad económica– o de los desafíos que representan nuestra dependencia de recursos energéticos externos o del tráfico marítimo internacional. Gracias a la intensa labor de coordinación del Departamento de Seguridad Nacional, que comenzó su andadura en 2012, en este informe han participado todos los departamentos ministeriales; y su proceso de elaboración ha estado marcado por una dinámica colaborativa que permitiera aunar esfuerzos, integrar conocimiento y aportar las capacidades específicas de todos los actores –públicos y privados– indispensables para garantizar la protección de nuestros intereses, dentro y fuera de nuestras fronteras.

En la actualidad, el desarrollo de la Política y del Sistema de Seguridad Nacional ha situado a España entre los países más avanzados en el ámbito del pensamiento estratégico, pero también –y mucho más importante– en la plasmación de acciones concretas para orientar, priorizar y sincronizar la lucha contra aquello que hoy nos amenaza; y todo ello en un escenario internacional cada vez más confuso e impredecible. Así, ante la sinrazón yihadista que pretende aterrorizarnos, el Informe subraya que esta lucha es «una de las primeras acciones para garantizar la Seguridad Nacional», cuya primera prioridad es hacer un seguimiento de las estructuras radicadas en España que captan, financian y envían a yihadistas hasta Siria, Iraq o el Sahel; además destaca la urgencia de prevenir la radicalización o de abordar esta amenaza transnacional desde un enfoque integral, que contempla el  compromiso para erradicarla allí donde se origina y extiende.

En cuanto al crimen organizado, capaz de socavar los cimientos de cualquier Estado, las acciones concretas –fundamentalmente en el ámbito policial y de inteligencia estratégica, tanto nacional como internacional– se centran en la lucha contra el narcotráfico, el cibercrimen, el blanqueo de capitales, la trata de seres humanos, o la creciente interconexión entre criminales y yihadistas en África u Oriente Medio. Con ese objetivo  , y para fortalecer la vigilancia y protección del espacio cibernético, la instauración en 2014 del Consejo Nacional de Ciberseguridad constituye un significativo avance para incrementar las capacidades de prevención, de detección y de respuesta ante las ciberamenazas, cuyas consecuencias son siempre impredecibles y pueden afectar a nuestro bienestar y a nuestras libertades más esenciales. En el campo económico, además de destacar que España ha cerrado 2014 con crecimiento en después de seis años, el  informe promueve una economía internacional abierta con un sistema estable de libre comercio e inversión, e impulsa una mejor gobernanza global para vencer la inestabilidad económica y financiera dentro de nuestras fronteras.

También enfatiza que la seguridad energética es vital para garantizar el suministro en España, ya que el 70,3% de la energía primaria es importada, frente al 53,2% de la media europea. En este ámbito, con Argelia como mayor proveedor de gas (55,2%) y Nigeria de petróleo (16,8%), España es muy consciente de la importancia de la estabilidad en el continente africano. Además, focaliza el esfuerzo en aumentar la interconexión con la Unión Europea para poner fin al aislamiento energético y la flexibilización del sistema nacional de las redes de transporte.

Otros desafíos que han centrado la acción del Estado en el ámbito de la seguridad son la no proliferación de armas de destrucción masiva, en la que aparición de actores no estatales en la escena internacional supone un riesgo de gran trascendencia; así como la ordenación de los flujos migratorios, con la creación del Comité Especializado de Inmigración para atender las múltiples consecuencias de este las migraciones irregulares y, en especial, para luchar contra las redes criminales y favorecer la integración de los extranjeros en la sociedad española. Por último, la protección ante emergencias y catástrofes en España, con la pretensión de consolidar una sistema eficaz de alerta, preparación y respuesta; la garantía del comercio marítimo, que se enfrenta a la actividades de piratería y al terrorismo yihadista; las medidas para fortalecer la contrainteligencia o la seguridad de las infraestructuras críticas, que garantizan el buen funcionamiento del Estado y el bienestar de los españoles, también han centrado la atención del Consejo de Seguridad Nacional en su  de incrementar la seguridad de los españoles.

Sin duda, y como muestra del firme compromiso español con la paz y la seguridad mundial, han sido especialmente relevantes las decisiones adoptadas en el ámbito de la Defensa Nacional, que han supuesto una muy significativa aportación de contingentes militares a las operaciones internacionales. España despliega hoy 2.547 militares en 16 misiones en el exterior, y se ha convertido en un firme valedor –en el seno de la Unión Europea y de la OTAN–de la estabilidad del Sur (África), donde está presente en todas las misiones militares de la UE y es el segundo mayor contribuyente, solo por detrás de Francia; y también en el Este, tanto por su aportación a las misiones derivadas de la crisis de Ucrania como a la operación en Irak para erradicar, a través de la formación del ejército iraquí, la lacra yihadista de Daesh.

Con todo, el Informe Anual de Seguridad Nacional evidencia el objetivo claro de buscar una visión estratégica e integral de la seguridad, que –como señala en sus conclusiones– fortalezca la acción del Estado «para garantizar la libertad y bienestar de los ciudadanos, la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como contribuir a la seguridad internacional». En un mundo globalizado, incierto y convulso, la seguridad de los ciudadanos, de la soberanía y de los intereses nacionales –sustento esencial de las libertades más básicas– debe ser siempre la primera prioridad de los Gobiernos. Afortunadamente, en España nuestra seguridad sí importa.