España-Marruecos: ¿cuándo será la Reunión de Alto Nivel?

Atalayar_Sanchez Mohammed VI

Esta semana tuvo lugar un encuentro presidencial entre España y Francia. Francia es nuestro vecino detrás de los Pirineos y los vínculos históricos entre ambos países son fuertes, además de la cooperación antiterrorista y el interés mutuo en una Europa fuerte estratégicamente.

Hay otra reunión que no ha tenido lugar, ni se sabe cuándo ocurrirá: aquella entre Marruecos y España. Inicialmente, iba a tener lugar en diciembre, pero las autoridades marroquíes la pospusieron oficialmente por la COVID 19. Extraoficialmente, es bien sabido que se pospuso tras la decisión de la administración Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Esta fue recibida con hostilidad por una parte del Gobierno de coalición español, el cual simpatiza con la causa saharaui. Esto no agradó a Rabat, que trata cualquier crítica sobre este tema con dureza.

España no puede continuar ignorando a Marruecos. El país alauita está experimentando una rápida transformación económica que ha de ser explotada y donde Canarias y Andalucía -las comunidades más próximas a Rabat- pueden jugar un rol transformador, sobre todo en las energías renovables. España también tendrá que reflexionar sobre su postura respecto al Sáhara Occidental, pues la decisión de Trump ha tenido eco en Europa, como ocurrió esta semana en Portugal, donde varias personalidades políticas escribieron una carta al Gobierno pidiendo el reconocimiento de la soberanía marroquí.

Más allá de la cuestión saharaui -importante pero no la única en la relación bilateral- hemos de analizar si los pilares en los que se asienta la actual política exterior española pueden ayudar u obstaculizar la relación. 
En un artículo de opinión de la edición del 16 de marzo del periódico El Mundo1, Manuel Muñiz, secretario de Estado de la España Global en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, enumeraba los cuatro pilares que guían la política exterior del actual gabinete: el apoyo a la democracia y los derechos humanos, la construcción de una economía global más justa, la lucha contra el cambio climático y el avance hacia una UE más autónoma en política exterior.

España puede reforzar dos de esos pilares si aprovecha las oportunidades que trae el desarrollo económico del Sáhara: la lucha contra el cambio climático y esa construcción de una economía global más justa. El desarrollo marroquí va unido a una apuesta por las energías renovables. Como explicó Mounir Houari, director general del Centro de Inversiones de Dajla en una entrevista a esta revista2, hay un plan para crear una desalinizadora de agua que será alimentada por un parque eólico de 50 MW. También enfatizó un punto que Madrid debería tener en cuenta como síntoma de las oportunidades que se están perdiendo al no celebrarse la Reunión de Alto Nivel: Houari comentó que uno de los planes más relevantes de energía eólica estaba siendo explotado por americanos y alemanes: “Quiero destacar también, dentro de los proyectos eólicos, una de las mayores apuestas la están llevando a cabo inversores estadounidenses y alemanes. Es un parque eólico de 950 MW que alimentará las plataformas de blockchain.” Es interesante resaltar el caso del interés de Berlín en continuar invirtiendo en la región más allá de los ocasionales incidentes diplomáticos, como el ocurrido a principios de este mes, cuando Alemania decidió suspender el visado Schengen a los ciudadanos marroquíes. Aunque se usó la crisis sanitaria para argumentar tal decisión, también como ocurre con España, los desacuerdos respecto al conflicto saharaui influyeron en la decisión de Berlín. Esto no impactó en las relaciones comerciales, pues Rabat sigue considerando a Alemania “un aliado estratégico en el sector de las energías renovables”3.

Los dos últimos pilares, la defensa de los derechos humanos y la aspiración de una UE con una política de defensa y exteriores común, también influirán en la manera en que Madrid oriente su relación. Respecto al último, la misiva portuguesa no se limitaba al ámbito nacional, sino que también abogaba por abrir el camino a que otros países de la Unión siguieran la propuesta portuguesa. Este último punto es relevante, pues ahora mismo Lisboa preside el Consejo de la UE -el órgano de toma de decisiones de la Unión- en el cual estará hasta junio. Aunque su programa para su presidencia no incluye ninguna mención específica al conflicto saharaui, no hemos de bajar la guardia ante posibles cambios, especialmente si usamos como referencia la decisión de la administración Trump. Si Lisboa reconociese la soberanía marroquí y si su decisión fuese secundada por otros países de la UE, España se perdería la oportunidad de convertirse en un socio preferente en términos comerciales. Políticamente, sería interesante ver cómo Madrid intenta compaginar su actual postura basada en los principios de la ONU con el escenario antes descrito.

Por último, los derechos humanos tendrán su relevancia. Los reportajes sobre abusos hacia activistas saharauis y las detenciones por criticar al monarca alauí son recogidas en la prensa española. Si España decide invertir en el Sáhara, es muy probable que este tema aparezca, con las tensiones que ello provocaría en la relación. Madrid tendrá que reflexionar en el conocido dilema de primar los derechos sobre los negocios o viceversa. 

En conclusión, urge saber cuándo ocurrirá la Reunión de Alto Nivel entre Marruecos y España. Rabat está experimentando una rápida transformación económica, especialmente en el Sáhara, que ha de ser explotada por España. Los pilares en los que se basa la política exterior española del Gobierno de Sánchez tienen cabida en la relación con Rabat. El Sáhara ofrece oportunidades en el sector de las energías renovable que están siendo explotadas por Estados Unidos y Alemania. Portugal ya está recibiendo presiones para reconocer la postura marroquí sobre el Sáhara. Este asunto, que a primera vista parece bilateral, puede convertirse en europeo, pues Lisboa ejerce en estos momentos la presidencia rotativa del Consejo Europeo. Finalmente, los derechos humanos pondrán en la mesa el debate sobre la moralidad de invertir en el Sáhara, especialmente si consideramos la sensibilidad marroquí a cualquier crítica sobre su conducta en la zona.

Referencias:
  1. MUÑIZ, Manuel. “La política exterior como política de Estado”, El Mundo, 16 de marzo de 2021. Disponible en: La política exterior como política de Estado | Opinión (elmundo.es)
  2.   “Dajla desempeñará un papel clave como centro de operaciones para África”. Atalayar, 4 de febrero de 2021. Disponible en: Dajla desempeñará un papel clave como centro de operaciones para África (atalayar.com)
  3. “La crisis no afectará a las relaciones comerciales”.  bladi.es, 7 de marzo de 2021. Disponible en: Marruecos-Alemania: la crisis no afectará las relaciones comerciales (bladi.es)

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