Opinión

¿Está dispuesta Argelia a engancharse al carro de la OTAN?

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Argelia está experimentando un cambio radical en su concepción política, en su ideología y en su estrategia internacional de alianzas. La postergación sin fecha fija del viaje de Estado del presidente Abdelmadjid Tebboune a Moscú, y la visita del jefe del Estado Mayor del Ejército general Said Chengriha a Francia, ocultan una transformación profunda en sus agendas.

Heredera de un pasado revolucionario anticolonial, de un antimperialismo tenaz y un nacionalismo que daba cobijo a los movimientos de “liberación nacional” y a otros más revolucionarios y marxistas de Asia, África y Latinoamérica, hoy está volcándose hacia un Estado pragmático, abierto a alianzas y acuerdos con los tenores del capitalismo mundial (Estados Unidos y Europa principalmente), en defensa de sus intereses como país y los de la casta político-militar que detenta el poder.

Las raíces de este cambio histórico se resumen en dos: su dependencia absoluta de la exportación de hidrocarburos como fuente de sus haberes financieros; y su mercado comprador de riquezas en más de un 80% en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en cabeza de ellos, Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania y Japón. España estuvo en el pelotón de cabeza, pero lo perdió tras el enfriamiento de hace un año.

Durante mas de medio siglo, desde su Independencia en 1962, Argelia ha presentado una ambigüedad entre sus vínculos económicos y financieros con Europa y los EEUU, y sus relaciones políticas y militares con la URSS primero, después Rusia, y China. La cúpula militar, que controla las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia y seguridad, parece haber llegado a la conclusión de que Rusia no es un caballo ganador, su enfangada guerra en Ucrania lo demuestra. Lo que ha llevado al Estado Mayor argelino a reorientar sus relaciones con Francia y Estados Unidos en detrimento de Rusia y China. Sin embargo, este será un proceso que durará años. Cambiar la estructura de las armas, su composición, la logística y su despliegue, no se puede hacer en un día. Pero la conclusión es firme.

El jefe el Estado Mayor argelino, general Chengriha, ha viajado a Paris, donde mantiene reuniones al más alto nivel, incluido el Presidente Enmanuel Macron, para enganchar Argelia a su antiguo colonizador. ¿Venderá Francia armas ofensivas a Argelia? ¿Aviones de combate como el Rafale? ¿Blindados AMX? ¿Cohetería “Crotale” y “Aster”? ¿Defensa antiaérea SAMP-T de fabricación franco-italiana? Las “relaciones privilegiadas” de Argel con Roma, así lo dejan entender.

Se trata de un cambio histórico, que tiene, sin embargo, sus precedentes. El más cercano, la hospitalización del difunto presidente Abdelaziz Buteflika en Paris en la clínica militar de Val de Grâce, y sus reuniones con el entonces jefe de Estado Mayor general Ahmed Gaid Salah, en una sala del recinto militar, plagada de micrófonos y videocámaras, según los especialistas. Lo que discutieron Buteflika y Gaid Salah sólo podía ser favorable a los intereses de Estado de la antigua potencia colonial.

La cuestión de la anulación o postergación de la visita del presidente Tebboune a Moscú y su entrevista con el presidente Vladimir Putin, suscita muchos interrogantes. Argel no quiere darle un “abrazo amistoso” a un presidente considerado como “el enemigo número Uno” de Occidente en estos momentos. Tebboune no sacaría ningún beneficio. Rusia, no sólo es rival de Argelia en el suministro de gas y petróleo, sino que no proporciona réditos políticos. El presidente argelino no quiere ir al Kremlin, no porque se lo exijan los EEUU – Argel nunca acepto, ni aceptará directivas de ningún jefe de Estado extranjero, ni de Francia, ni de EEUU -, sino porque le merma sus aspiraciones al liderazgo regional. Argelia quiere jugar un papel de potencia de segundo orden en el Mediterráneo occidental y el Magreb, y extender su paraguas protector al Sahel, Mali, Mauritania y Níger, principalmente. Moscú no le ayuda, Francia sí.

Sin embargo, a nivel interno, este cambio histórico de orientación y alianzas, traerá consecuencias. La apertura de los países socialistas o socializantes, al capitalismo neoliberal, se hizo a partir de los años 90 del siglo XX, en base a movimientos políticos vasallos de Washington, en Georgia y los Balcanes, en los países bálticos y en algunas las ex repúblicas soviéticas de Europa y Asia central. Solo un país, Egipto, pudo volver al neoliberalismo de la mano del Ejército, que dio un golpe de Estado contra los hermanos Musulmanes, ganadores legítimos de las elecciones tras el derrocamiento de Hosni Mubarak en 2011, que se encaminaban hacia una economía comunitarista y socializante. Argelia hace hoy lo mismo: el Ejercito pretende mostrar sus cartas neoliberales, y aliarse con los Ejércitos de Europa y EEUU, con Francia principalmente, en una palabra con la OTAN.

Para aplacar las posibles revueltas internas en el país, el régimen político-militar no duda en recurrir al recorte de libertades, deteniendo al director de Radio M, Ihsane el Kadi, y disolviendo la Liga Argelina de Defensa de los Derechos del Hombre (LAADH), una de las más veteranas y prestigiosas organizaciones de defensa de las libertades, hasta el punto que partidos políticos como el Frente de Fuerzas Socialistas y el exministro de Buteflika, Abdelaziz Rahabi entre otros, denuncian “una regresión inquietante en las libertades”. La casta militar quiere prevenir una reactivación del movimiento Hirak, que mantuvo la protesta ciudadana durante más de dos años movilizando millones de argelinos en las calles.

Entrar de lleno en el capitalismo neoliberal y aliarse con el Ejercito de la antigua potencia colonizadora, exigen firmeza, piensa el estamento militar argelino, que ya no tiene nada que ver con el Ejército de Liberación que arrancó la Independencia en 1962, ni con las Fuerzas Armadas del no-alineamiento proactivo, que ganaron su prestigio en los años 60 y 70 del siglo pasado. El apoyo a Palestina y al Sahara Occidental, solo son dos señuelos para desviar la atención de lo que realmente está pasando en Argelia.