Opinión

Estados Unidos con la mirada puesta en Taiwán

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El período de transición, entre el final de un orden establecido y el principio de otro, generalmente está marcado por una serie de guerras. El actual momento histórico entre la hegemonía estadounidense y el ascenso del poderío chino podría terminar en otra gran guerra si el agonizante orden mundial actual –unipolar– no encuentra la forma pacífica de amoldarse a un nuevo orden mundial multipolar.

Y podría comenzar por cualquier pretexto: por la invasión de Rusia a Ucrania; por la defensa de Taiwán según sostiene Washington; por una bala en un sitio equivocado o un misil en territorio de la OTAN. Por el roce de un carguero con un barco militar o una provocación deliberada.

El pasado 4 de julio, dos buques militares uno ruso y otro chino, entraron en aguas de las Islas Senkaku bajo la confluencia de Japón, pero forman parte de una agria disputa por su posesión con China.  Tokio envió una nota diplomática a Pekín con la anotación de “provocación” en un momento de elevada sensibilidad por las sanciones aplicadas contra Rusia

La invasión de Rusia a Ucrania –24 de febrero– ha puesto los nervios a flor de piel y todas las tensiones previas se han exacerbado sin ocultar siquiera que la Guerra Fría 2.0 de la que se viene hablando en los últimos cinco años no puede ocultarse más. El mundo corre hacia un nueva carrera armamentista con dos bloques que podrían quedar nuevamente en los polos opuestos: el de la libertad y la democracia versus el de la tiranía y la autocracia. Y con organismos e instituciones internacionales que no están sirviendo de mediadores ni de interlocutores.

La reciente conclusión de la Cumbre de la OTAN en Madrid, con la firma del nuevo Concepto Estratégico, implica una visión de 360 grados y el retorno de Estados Unidos a la geopolítica europea con más armas, más tropas y más equipo militar.

Todos los 30 miembros de la Alianza Atlántica aceptaron destinar más dinero al rubro de Defensa, un porcentaje cercano al 2% del PIB y además han dado su aval para el ingreso de Suecia y Finlandia cuyo protocolo de adhesión fue firmado el 5 de julio en Bruselas, en la sede de la OTAN, por los ministros de Exteriores de todos los aliados. Queda la firma de cada mandatario y la aprobación por parte de sus respectivos Congresos.

Por lo pronto, más gasto militar no es una buena noticia porque implica distraer del Presupuesto recursos necesarios para otras áreas sensibles para la población como salud, educación, transporte y mejor infraestructura.

El año pasado, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) el mundo destinó 2.11 billones de dólares a gasto militar. Y fueron Estados Unidos, China, India, Reino Unido y Rusia los que más destinaron a su propia defensa acaparando el 62% de lo gastado a nivel global. En dicho año, Estados Unidos gastó 800 mil millones de dólares en defensa y armamento.

¿Más gasto militar traerá más paz? Al respecto consulté a dos expertos internacionales que conocen tanto a la OTAN desde adentro como a China en el terreno sabedores ambos de los desafíos geopolíticos generadores de álgidas tensiones y evidentes disputas.

En la opinión de Javier Jiménez Olmos es necesario hacer “mucha pedagogía” con el tema del rearme inminente porque con más armas y más alianzas militares precisamente no se asegura la paz.

“No quiero ser radical, ni en contra, ni a favor. Yo he sido coronel del Ejército del Aire aquí en España y he tenido seis años de destinos OTAN así es que conozco un poco el funcionamiento de esta organización”, aseveró el también doctor en paz y en seguridad internacional.

Jiménez Olmos manifiesta ciertas dudas al respecto de las decisiones recientes de la Alianza e insiste que la misma Historia demuestra todo lo contrario cuando se recurre al armamentismo como garantía de la paz.

Hay que ver los períodos entre guerras, con las carreras por más armamentos, a lo que condujeron. Yo tengo muchas dudas acerca de esta estrategia más agresiva y con ello no quiero decir que la otra parte no lo haya sido porque evidentemente Putin ha invadido una parte de Ucrania… pero insisto no creo que las respuestas militares sean las más adecuadas porque lo único que hacen es incrementar la violencia y desde luego, los ciudadanos, pagamos las consecuencias”, dijo reflexivo. 

Una mala decisión puede desencadenar una gran guerra como sucedió en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial… 

Me preocupa el ímpetu agresivo y guerrero me recuerda al período previo a la Primera Guerra Mundial donde las sociedades occidentales se alentaban a ir a la guerra por una u otra parte; claro, hasta que los soldados fueron a las trincheras y se dieron cuenta de lo que era la guerra”.

Más armamento inquieto

Jiménez Olmos, miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza, comenta su inquietud por el cariz que van tomando las cosas en Europa tras la invasión de las tropas rusas: “Todo este ímpetu otanístico me asusta. Yo no voy a justificar a Putin pero hay que analizar qué estaba sucediendo en 2014 en el Donbás y revisar si la OTAN ha estado expandiéndose constantemente agravando la percepción rusa de una amenaza. Estados Unidos tuvo esa percepción con los misiles rusos en Cuba”.

Se siente aquí en Madrid un júbilo triunfalista con líderes miembros de la OTAN que dicen le estamos ganando la guerra a Putin. Hay un ambiente de resurrección de la Alianza…

La OTAN cuando cayó el Muro de Berlín se perdió la referencia. En el 11-S encontró un enemigo en el islam y había que armarse; ahora hay otro enemigo, por lo que hay que justificar todo esto… me asusta y me preocupa el triunfalismo. 

Jiménez Olmos añade que las sociedades son muy manipulables: “la ministra de Defensa, Margarita Robles, dice que el 85% de los españoles apoyan estar en la OTAN, habría que preguntar primero, cómo quieren estar en la OTAN y qué tipo de organización quieren que sea. Si la OTAN debe existir al servicio de los intereses norteamericanos o debe ser mucho más europea”.

¿Se la va a ganar la guerra a Putin?

La guerra no sabemos quién la va ganando, pero lo que sí sé es quién la va perdiendo: usted y yo y todos, porque tenemos más inflación, estamos pagando mucho más por los alimentos, la gasolina, la calefacción etc. Y por supuesto, las miles de vidas que se han pedido de ucranios y rusos.

El anuncio de más gasto militar viene a coronar todos los contratos de armamento que están signándose por diversos países dispuestos a mejorar sus capacidades defensivas. El miedo es la principal atalaya.

China recientemente botó su nuevo y modernísimo portaaviones el Fujian, tipo 003, y amplía así a tres el número de portaaviones; en España se han gastado 2 mil 043 millones de euros en comprar 20 Eurofighters a Airbus Defence and Space; y en Alemania, el Bundestag modificó la Constitución para añadirle un fondo de 100 mil millones de euros a fin de destinar para Defensa el 2% de su PIB, tras más de dos décadas de vocación pacifista y gastos mínimos en lo militar.

La ocupación bélica de Ucrania ha marcado un exante y un expost en el orden mundial, para el murciano prevalecen determinados intereses que hacen que la gente se polarice.

“Hay que buscar soluciones vía la cooperación y los acuerdos de paz y de diálogo. Ver a Boris Johnson, un señor inmoral y descalificado por sus propias acciones, expresarse burlonamente como lo hizo en una reunión de altísimo nivel en el G-7, sobre la persona de Putin, te hace pensar quienes son los que están decidiendo que tengamos más armas”, reflexionó el escritor Del choque a la alianza de civilizaciones.

No es Ucrania es China

No son pocos los analistas internacionales que ven en la invasión de Ucrania un laboratorio de lo que podría pasar si, en algún momento, China decidiera invadir a Taiwán.

El pasado 23 de mayo, en pleno auge de las maniobras militares rusas en territorio ucranio, el presidente Joe Biden aseveró en Japón (a pregunta de bocajarro de la prensa) que Estados Unidos defenderá a Taiwán en caso de ser atacada por China.  “Si. Nos hemos comprometido a ello”.

Biden además dejó caer otras perlas como indicarle a Pekín que el camino a sufrir sería el mismo que padece Rusia con una bomba de sanciones económicas, financieras, diplomáticas y políticas.

En el interés de Estados Unidos siempre está China. Es su obsesión desde que, en 2001, tres meses después de los atentados terroristas del 11-S, China entrase en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y su despegue fuese imparable.

El gallego Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, escribió en 2012 China pide paso y su libro más reciente La metamorfosis del Comunismo en China ambos analizan cómo el gigante asiático ha llegado a convertirse en lo que es en la actualidad.

Ríos me explica que en 2012 cuando Xi Jinping iniciaba su mandato, en ese entonces China pedía paso y terminaría abriéndose camino en todo el planeta y en todos los continentes con una expansión y una influencia relevante.

En voz del experto en Asia y en China, al respecto de la recién concluida Cumbre de la OTAN en Madrid, el rearme tiene que ver también con la prevalencia hegemónica de Estados Unidos y en su conjunto de Occidente.

“Muchos pronósticos vaticinan tensiones bélicas en Asia, sobre todo en torno a Taiwán; en los próximos 5 o 6 años digamos que siguen siendo los vaticinios de la mayor parte de los centros de análisis internacional y de instituciones multilaterales de carácter más oficial y China a la sumo en 2031 o 2032 puede superar en términos absolutos a Estados Unidos y eso tendrá un impacto sicológico y en cuanto a la expansión de su influencia a nivel global”, puntualizó.

No todo es Ucrania. Lo que hay en el fondo de los intereses de Washington –desde hace años– es China a tal grado que el Indo-Pacífico está entre las prioridades del Pentágono. Es la nueva disputa.

A China se le ha intentado frenar desde diversas formas, como lo explica Ríos:

“La estrategia que se ha puesto en marcha desde Estados Unidos y que ahora contagia a Europa y a Asia en el sentido de que es necesario movilizarse de forma activa para impedir que de alguna forma ese escenario sea consumado y para eso está la guerra económica, comercial y tecnológica”.

El especialista y escritor, agrega, que ese tridente se completa con una presión militar que irá en ascenso de manera significativa en los próximos años en el entorno de China y por ello surgió la Alianza AUKUS, de corte militar, entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos firmada el 15 de septiembre de 2021 y que tiene en el Indo-Pacífico su principal foco. 

¿Qué lectura hace usted de la Cumbre de la OTAN?

Tiene muchas lecturas posibles en términos generales yo diría que es una puesta en común muy importante de las visiones e interpretaciones que desde Estados Unidos se plantean con respecto a los desafíos de futuro más relevantes para el mundo Occidental en los próximos años; esa visión que se plasmó con Donald Trump y que en gran medida Joe Biden ha continuado.  En un momento determinado parecía que alejaba a Estados Unidos y a Europa, pero esta cumbre sella cualquier fisura y establece un entendimiento estratégico ya veremos si se sostiene en el tiempo o no con Europa.

Ríos cree que vendrán años muy complicados a nivel internacional con Estados Unidos interesado en la preservación de su hegemonía y aunque China diga que no aspira a sustituir a Estados Unidos, plantea una evolución hacia un orden multipolar con actores como la Unión Europea (UE) y los BRICS formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. 

Hay analistas que sostienen que China nunca invadiría a Taiwán…

En cuanto a Taiwán, China lo ha dicho millones de veces por activa y por pasiva, es una línea roja. Aunque China sea la primera potencia económica del mundo, el proceso de modernización  del país nunca se dará por completado en tanto no se resuelvan todos los problemas ligados a la reunificación del país. El caso de  Hong Kong y de Macao, queda pendiente el caso de Taiwán, que son palabras mayores para China pero la apuesta principal de liderazgo sigue siendo la reunificación pacífica. Si China optase por una reunificación de tipo militar sería una tragedia para Taiwán, para China, para Asia y todo el mundo.

Los dirigentes chinos, prosigue Ríos, son perfectamente conscientes de los riesgos que supone la vía militar, sin embargo, hay dos claves que dificultan una solución pacífica. 

“El primero, es el auge soberanista en Taiwán donde gobierna el secesionismo con el Partido Progresista Democrático  y es probable que siga gobernando en la próxima década  y alejaría la interlocución para una salida negociada a este problema; y dos, Estados Unidos que siempre ha sido muy consciente del alto nivel de sensibilidad que  lo de Taiwán tiene para China y para el Partido Comunista de China en cierto sentido está jugando la carta de Taiwán para  crear una situación comprometida con China”, recalcó el especialista.