Irak, la batalla de reconstrucción

Anwar Zibaoui

Pie de foto: Imagen de la ciudad iraquí de Mosul tras ser recuperada a los terroristas del Daesh.

Iraq ha pagado un enorme peaje por la última guerra contra Daesh: su economía, infraestructuras y sobretodo su población han sufrido dramáticamente, tras 38 años de situaciones bélicas, guerras y años de embargo.

Por eso ahora hay que ganar la batalla para evitar que resurja la violencia. Unos 2,5 millones de iraquíes desplazados deben regresar a sus hogares lo antes posible, necesitan trabajo, y poder confiar en sus instituciones gubernamentales. Irak arrastraba un déficit de 4 millones de unidades de vivienda y se requieren 650.000 nuevas unidades anuales para una población que alcanzará los 38 millones en 2018.

Se estima que las necesidades de reconstrucción ascenderán a unos 88.200 millones de dólares, una cantidad que el gobierno iraquí no puede cubrir dado los precios actuales del petróleo y su deuda, unos 174.000 millones de dólares casi dos tercios de su PIB.

Iraq precisa fondos para restaurar los servicios sociales como consecuencia de la guerra de tres años contra Daesh que originó 61.000 millones de dólares de daños en los sectores de petróleo y gas, vivienda, energía e infraestructuras. la reconstrucción requerirá el doble de esa cifra debido a los costes adicionales de seguridad y recursos humanos, así como a la necesidad de una coordinación entre las agencias gubernamentales, los donantes y las empresas.

Sin embargo, la disposición de los principales empresas y bancos para participar en el proceso de reconstrucción dependerá en gran medida de la disponibilidad de fondos y el nivel de confianza que ofrezcan las autoridades a través de su marco financiero, donde en el pasado ha faltado transparencia y ha sobrado corrupción.

Irak enfrenta duras condiciones. Mantiene la presión del terrorismo. Es preciso reconstruir las zonas liberadas. El precio del petróleo ha disminuido. Los sectores productivos son casi inexistentes. Urge también restaurar la relación con la región autónoma del Kurdistán.

Hay una fuga de divisas. Y una creciente recesión. Y aumenta el número de jóvenes desempleados y sin horizontes. Todos son incentivos para iniciar un proceso integral de reforma y desarrollo, con la ayuda internacional y del sector privado.

Iraq tendrá que actuar en múltiples frentes para traer una cierta apariencia de orden. Bagdad se ha apuntado una gran victoria en la guerra contra el terror, pero queda un largo camino para resolver los frentes políticos y económicos. Si no se consiguen los fondos necesarios para la reconstrucción será el equivalente a ganar la guerra y perder la paz. 

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