Irán: la batalla por la libertad continúa

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El sábado pasado, desesperado ante el levantamiento popular, el régimen iraní ejecutó a dos jóvenes manifestantes contrarios al régimen en Karaj, al oeste de Teherán. 

En diciembre se produjeron 70 ejecuciones en Irán. El objetivo es crear un clima de terror para que nadie piense en sublevarse o derrocar el régimen. Sin embargo, durante los últimos 115 días, el levantamiento ha continuado sin interrupción. 

Han muerto más de 750 personas, de las cuales al menos 70 tenían entre 2 y 18 años. Los nombres de 627 víctimas han sido publicados por la Organización Muyahidín del Pueblo (PMOI) a través de su red en Irán. Unas 30.000 personas fueron detenidas. 

El levantamiento se ha extendido a 282 ciudades y afecta a todas las provincias de Irán. Las consignas "abajo Jamenei" y "abajo el dictador" resuenan en el centro de Teherán, a menos de 1.000 metros de la sede de Alí Jamenei, el Guía Supremo. 

Este levantamiento está impulsado por dos factores. El primero es la situación explosiva de la sociedad. La gran mayoría de la gente está descontenta. Hasta el 80% vive por debajo del umbral de pobreza. La inflación es endémica, y los precios de los productos de primera necesidad suben más del 100%. La moneda oficial, el rial, se ha hundido, perdiendo un 20% de su valor en quince días en diciembre. El desempleo pasa factura. La corrupción sistemática asola el país. La discriminación contra las mujeres y las minorías étnicas y religiosas aumenta día a día. 

"Abajo el tirano, sea sha o mulá" 

El segundo motor es la resistencia organizada, que actúa en dos frentes. Las unidades de resistencia de la red de la PMOI y el núcleo del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI) desempeñan un importante papel a la hora de garantizar la continuación de la revolución. El objetivo de la resistencia es derrocar este régimen. El plan de diez puntos de la presidenta electa del CNRI, Maryam Rajavi, alimenta la esperanza de democracia y de un futuro libre en la nación. No en vano, el régimen deja claro que su problema reside en la PMOI. 

Para detener el levantamiento, el régimen debe apagar estos dos motores. Pero no puede extinguir el primero, es decir, el descontento generalizado. Continúa la caída estructural del rial. Debe eliminar la corrupción rampante. Un mínimo de democracia es necesario para el crecimiento económico. Debe acabar con la discriminación de las mujeres y reconocer los derechos de las minorías. Pero los cuarenta y tres años de historia demuestran que no puede hacer nada de esto. Cualquier reforma y cambio de actitud conducirá a su derrocamiento. Cualquier tipo de lucha real contra la corrupción, cualquier tipo de normalización con Occidente, conducirá a su destrucción. 

Por eso debe trabajar para desactivar el segundo motor: bloquear al CNRI y a la PMOI. En el interior del país, cualquiera que haya tenido relaciones con la PMOI es detenido y condenado a fuertes penas o puesto bajo control. Además de la calle, el régimen se enfrenta a un importante problema político. Por lo tanto, es comprensible que la campaña de demonización y desinformación dirigida contra la PMOI y el CNRI haya alcanzado dimensiones astronómicas. El régimen quiere hacer creer al pueblo iraní y a los países occidentales que no hay alternativa en Irán, salvo volver a la época del Sha. Pero el pueblo, tanto en Irán como en el extranjero, ha respondido firmemente con el lema "Abajo el tirano, sea sha o mulá". 

El régimen se enfrenta a manifestantes inflexibles. Esto se explica por cuatro meses de resistencia a pesar de una represión extraordinaria. El pueblo se enfrenta a una dictadura decidida a matar y destruir hasta el último momento. La batalla por la libertad continúa... 

Artículo publicado previamente en Tribune de Genève   

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