Islamofobia y posturas políticas incoherentes

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Las sabias palabras de Otto von Bismarck, “la política es el arte de lo posible”, se las lleva el viento cuando se trata de su aplicación a la coexistencia de los musulmanes en Europa

La Unión Europea adopta políticas eficientes o menos, sin embargo, en líneas generales, la clase política oscila entre dos posturas: 

La primera postura califica a cualquier crítica al islam y a los musulmanes de “islamofobia”

La segunda considera que el islam y los musulmanes son un peligro

Estas dos posturas son altamente perjudiciales, tanto para Europa como para los musulmanes. En relación con la primera postura, es evidente que existe islamofobia y la sufre una parte de la comunidad musulmana, y es lógico y necesario que las instituciones de los Estados europeos subvencionen a entidades públicas y privadas para su erradicación, sin embargo, he de señalar que este concepto tiene parte de subjetividad y de un paternalismo que cuando se utiliza de manera excesiva podría tener resultados contrarios. 

Dos puntos negativos de la islamofobia que conllevan peligro 

Hay que tener en cuenta que un gran parte de las  nuevas generaciones de musulmanes/as europeos niega ser aludida por la islamofobia ya que sus miembros están integrados en las sociedades europeas y la  mayoría ejercen puestos de responsabilidad en instituciones públicas y privadas debido a que se formaron en las universidades y se cualificaron en diferentes disciplinas, por ello rechazan firmemente las etiquetas, y no admiten el discurso paternalista que estimula la autodiscriminación, a cambio, muchos personas de  estas generaciones sienten el rechazo de su propia comunidad musulmana. 

Este rechazo construye un relato real que se comenta en voz baja en la esfera pública europea, y nos lleva a pensar en una hipótesis necesaria y aceptable, y es que estamos ante un conflicto latente entre los mismos musulmanes y que puede sustentar una desagregación peligrosa (España aludida). 

Esta desagregación se manifiesta en la emergencia de dos colectivos opuestos: uno, más atado a la religión y a la tradición musulmana, y otro más abierto al laicismo y a la modernidad, en este caso la carga de la repulsa lo sufre más el segundo colectivo y, a consecuencia este, comienza a revelar su rechazo al islam y a los mandatos de la Sharía (Ley islámica) 

El ejemplo se evidencia con la aparición de blogueros que manifiestan públicamente su salida del islam y también de asociaciones denominadas “Exmusulmanes”, las cuales están lideradas por jóvenes de los dos sexos, y tienen lugar en España, Alemania, Bélgica y otros países de Europa. Es un fenómeno que responde a múltiples motivos, entre ellos: la confusión en el discurso religioso islámico, el control férreo que ponen los padres a los hijos/as, y también al desprecio que padecen los/as jóvenes rebeldes por parte de la comunidad musulmana por no ser sumisos/as. Actualmente estos, están acusados/as de apología a la islamofobia y tachados de apostasía por parte de su propia comunidad. 

En paralelo, existen miles de asociaciones de denominación musulmana que representan al colectivo más atado a la religión y a la tradición que persigue preservar la entidad religiosa islámica: enfocar a los derechos humanos en islam, el papel de las mujeres en el islam etc. 

En relación con mujer e islam, lo más llamativo es la existencia de asociaciones de mujeres que reafirman su islam con el atuendo (velo islámico). Estas se posicionan como guardianas del islam femenino con un discurso subjetivo irracional, organizadas entre sí, en sus círculos casi no se ve a mujeres o chicas sin velo. Esta actitud no deja de ser una clara alusión a la desagregación entre mujeres, que por desgracia esta bendecida por la prensa y por las instituciones, mencionar la prensa porque esta enfoca a menudo a las mujeres con velo, mientras existen millones de mujeres que no lo llevan y no por ello son ajenas al islam

Otro matiz de desagregación se manifiesta con lo que ocurre con las personas del colectivo LGTBIQ+ musulmán que llega a Europa mediante solicitudes de asilo huyendo de las represalias que sufren en sus países de origen, una vez estén en las sociedades de acogida, no se aprecia a ninguna asociación de musulmanes que predique derechos humanos e islam acercando a este colectivo ofreciéndole atención y acogimiento. 

Estas señas claras de desagregación nos hacen pensar que existe un gueto moral y físico impuesto de iguales a iguales (de musulmanes a otros musulmanes), y la pregunta es: ¿de qué islamofobia estamos hablando? 

El segundo punto negativo de la Islamofobia 

El segundo punto negativo del concepto islamofobia conlleva a retrasar los procesos de cambio favorables a los musulmanes de Europa, es preocupante cuando los intelectuales anteponen a no tocar temas del islam para evitar ser mal entendidos y acusados de apología a la islamofobia, o sometidos a represalias de grupos extremistas.  

Asimismo, cuando las voces de crítica racional se amordazan, no habrá enriquecimiento intelectual en los aspectos religiosos, tampoco apertura a nuevas alternativas que rompan con la autocracia del pensamiento islámico, de este modo se mantendrá el desconocimiento de los musulmanes europeos a su propia fe, y las nuevas generaciones de musulmanes caminarán inmersas en el oscurantismo y en la ignorancia sagrada, que la corriente salafista pretende preservar

La segunda postura política 

En cuanto a la segundo postura política, que considera  que el islam y los musulmanes son un  peligro, es una generalización que demuestra la negación de lo evidente, ya que los datos hablan de que en Europa el número de musulmanes asciende a unos veinticinco millones, número bastante elevado que engloba a migrantes y refugiados, segundas, terceras y cuartas generaciones nacidas en Europa, la mayoría de este porcentaje confiesan el culto musulmán con su diversidad y variante, y rechazan el islam de ISIS y Al-Qaeda (excepto una minoría muy reducida extremista). Seguir manteniendo la falacia de que el islam y los musulmanes son un peligro no ayuda en nada, porque la realidad indica que ellos están aquí para quedarse, su poder social y económico está en alza y aumentará año tras año. 

Conclusión 

Ante este escenario marcado por estas dos posturas políticas, es urgente dar solemnidad a una tercera postura política, llamada a ser precursora de las nuevas políticas que atañe a los musulmanes de Europa, y que haga real las sabias palabras de Otto von Bismarck, "la política es el arte de lo posible"

Este arte en la política no tiene que ser exclusivo de políticos, también de los intelectuales y actores de la esfera pública europea, musulmanes o no, tienen que dejar de mirar al otro lado e implicarse cada uno desde su disciplina para que todos/as sean partícipes de articular una serie de estrategias políticas, educativas y sociales que giran hacia la conciliación con la historia ilustrada del mundo islámico y abrazar el pensamiento de Averroes, Ibn Sina , Al-Farabi y otros que sin duda harán que florezca el pensamiento racional crítico que sabrá diferenciar entre la islamofobia y la crítica objetiva, el que rompa con todo aquello que nutre las tensiones entre musulmanes y su entorno europeo, y también entre los mismos musulmanes, y mientras que esto surge, hace falta que Europa acepte que el islam es parte de su historia y cultura, y no es ajeno a ella. 

Sin esta aceptación no habrá estrategias eficaces para una brillante coexistencia de musulmanes en el continente europeo. 

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