Líbano: un mes de protestas

Un manifestante lleva la bandera nacional mientras los agentes de la policía antidisturbios hacen guardia durante la protesta antigubernamental en curso, en Beirut, Líbano, el 19 de noviembre de 2019.

Un mes después del inicio de las protestas, en las que cientos de miles de manifestantes tomaron las calles para protestar contra la élite política del país, corrupta e incapaz de gestionar la crisis económica y social que durante décadas ha azotado Líbano, las manifestaciones continúan. Hasta Beirut han llegado ciudadanos de todas las gobernaciones del país para participar en unas protestas que han superado a cualquier otra crisis social en la historia reciente de Líbano. El país está paralizado desde que el 17 de octubre los libaneses decidieran salir a la calle. La situación política, social y económica es de bloqueo total hoy. Instituciones paralizadas, bancos cerrados, restricciones para la retirada de efectivo, y un gobierno interino incapaz de formar un nuevo gobierno o de afrontar las reformas que exige la sociedad libanesa. Saad Hariri continúa como primer ministro de forma provisional mientras trata de formar un gobierno de salvación nacional con un primer ministro consensuado con las principales fuerzas políticas. 

El 13 de noviembre, la situación en la calle tomó una nueva dimensión al producirse la muerte de un militante del PSP (Partido Socialista Progresista) en Beirut por disparos del ejército. El multitudinario entierro reunió a ministros del gobierno como Akram Chehayeb ministro de educación y una de las principales figuras del PSP, con los líderes del partido, encabezados por el diputado Taymour Jumblatt, hijo del carismático líder del partido Walid Jumblatt y su heredero político. Según el medio independiente OPEMAM (Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán) el PSP en el que militaba el manifestante asesinado por el ejército es un partido de corte social demócrata, adscrito a la Internacional Socialista, y sostenido por la comunidad drusa, a pesar de declarar ser un partido laico. Cuenta con 9 diputados en la Asamblea de Representantes. Dentro del sistema político libanés no está dentro de ninguno de los dos bloques enfrentados, la Alianza del 14 de Marzo y Alianza del 8 de Marzo, ya que es considerado un partido independiente. Está liderado por Walid Jumblatt hijo de Kemal Jumblatt, fundador del partido e histórico líder de la comunidad drusa. Jumblatt como líder de la comunidad drusa, fue máximo dirigente de las milicias drusas durante la guerra civil, alineándose al lado de la OLP (Organización para la liberación de Palestina). Tras la guerra obtiene representación en la Asamblea de Representantes y es diputado por la comunidad drusa, ocupando varias carteras ministeriales hasta 2018 en el que se retira de la primera línea política cediendo su puesto a su hijo Taymour. 

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Envueltos en banderas de Líbano, al grito de revolución, los ruidosos manifestantes han superado las antiguas tensiones sectarias que dividen a la sociedad libanesa para conformar un movimiento transversal en las principales ciudades del país. Un movimiento espontaneo en el que el peso de las movilizaciones se reparte por igual entre ciudadanos de todo el país, sin distinción de confesiones,  que reivindican recuperar Líbano de la élite que consideran han usurpado la soberanía a los libaneses. La Revolución, del whatsapp o del 17 de Octubre, como es denominada en Líbano ha evolucionado a lo largo del último mes de manera nunca antes vista en el país. Generando un movimiento de empoderamiento de la población, resuelta a expresarse de manera contundente. Repartir flores al ejército libanés,  marchar por los derechos de las mujeres,  concentrarse en las principales calles y plazas de todo el país a las 20:00, armados con ollas, para ensordecer al gobierno con sus reivindicaciones., Realizando acampadas de protesta, ocupando espacios privados en zonas públicas, reservados para las clases privilegiadas libanesas o empleando la democratización tecnológica, como las redes sociales para llamar a la protesta. Un ejemplo de esta nueva forma de actuación en Líbano es la convocatoria a la concentración ante la Asamblea del pasado día 19. A través de redes sociales se convocó a la ciudadanía, se repartieron instrucciones acerca de cómo proceder durante la concentración, así como de la situación de los puntos de control de la policía. A nivel político solamente Walid Jumblatt ha declarado estar al lado de los manifestantes, apoyando todas sus demandas y lo que es más importante, admitiendo como político, su responsabilidad en la actual situación del país. 

A las demandas originales, eliminar los sueldos vitalicios de expresidentes, ex ministros y ex altos cargos del estado, reprobación de todo el gobierno, fin de las redes clientelares en el gobierno, fin de medidas de austeridad económica y la subida de impuestos, detonante del estallido social, y las tasas impositivas que gravan las comunicaciones vía internet, se unen otras surgidas de la evolución social, como las manifestaciones y demandas pro derechos de las mujeres. A nivel político terminar con el sistema de cuotas para cada comunidad de las que conforman el tejido social libanés. Elegir un nuevo parlamento, dado que el actual es considerado ilegal y sustituir al gobierno actual por uno independiente de corte tecnócrata que aborde la crisis económica y garantice el acceso de la población a los servicios básicos, agua y electricidad y aporte soluciones al grave problema que supone el déficit energético en todo el país. Otra de las demandas surgidas durante este mes de protestas, es la aprobación de una comisión independiente que investigue la corrupción económica y depure responsabilidades. Paralelamente, y para que esta última medida resulte eficaz, los manifestantes demandan una reforma completa del sistema judicial, que garantice la independencia de los jueces.

La primera consecuencia importante desde que se iniciaron las protestas es la dimisión de Saad Hariri el 29 de octubre, que cedió ante una presión social es insostenible.  Igualmente las protestas han logrado paralizar a la administración como se puso de relieve con la renuncia a formar gobierno de Mohammad Safadi el 16 de noviembre tras la fuerte contestación en la calle. Pero sobre todo, se ha constatado el poco margen de maniobra que tiene el gobierno durante la última gran convocatoria de este mes de noviembre. La manifestación del 19 de noviembre en Beirut, por la repercusión lograda, ha sido la mas determinante de las convocadas por todo el país durante este mes. Los manifestantes convocados en la plaza Nejmeh, en el distrito central de Beirut,  donde está situada la Asamblea de representantes, consiguen, tras un enfrentamiento con la policía donde se disparan balas de goma, que se aplace la sesión parlamentaria. La concentración se produjo de manera pacífica en las entradas de la plaza, tomada por la policía, a primeras horas del 19 de noviembre, con la intención de impedir el acceso a los parlamentarios y así impedir la sesión. El fuerte dispositivo policial,  incluía grandes formaciones de policía antidisturbios y puntos de control en todos los accesos a la plaza. Varios coches gubernamentales debieron dar media vuelta cuando los concentrados comenzaron a lanzar basura contra el convoy. La sesión de la Asamblea era la primera que se celebraba desde que el 17 de octubre los libaneses salieran a la calle a protestar contra el gobierno.  

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Esta misma sesión estaba prevista para el 12 de noviembre, pero también hubo de ser postpuesta. Según los manifestantes, se trataba de impedir una sesión donde el gobierno, saltándose la constitución trataba de aprobar una ley general de amnistía en la que incluían a todos aquellos políticos y ciudadanos implicados o beneficiados en el sistema clientelar libanés. Una ley de amnistía, que en caso de prosperar la comisión de investigación sobre la corrupción económica que reclaman los manifestantes, procure la inviolabilidad de todos los implicados. El gobierno ante esta situación de bloqueo ha admitido la posibilidad de conformar un gobierno de corte tecnócrata, como demandan la sociedad libanesa. Las diferencias entre los actores implicados radican en que el presidente del gobierno Michel Aoun aboga por un ejecutivo en el que estén integrados algunos especialistas y Saad Hariri, primer ministro interino, es partidario de un nuevo ejecutivo compuesto completamente por tecnócratas. Sin embargo ambos coinciden en un aspecto esencial, cualquier gobierno ha de salir de la misma clase política que el pueblo libanés reprueba. Una victoria agridulce en cualquier caso para los ciudadanos libaneses. 

También se ha logrado que un tribunal militar libanés acuse de asesinato al autor de los disparos que acabaron con la vida del militante del PSP, Ala Abú Fakhr en Beirut. 

A nivel social se ha recuperado el espacio público para la ciudadanía, se ha ocupado el centro de las ciudades permitiendo el acceso a todos los libaneses. El centro de las ciudades en Líbano ha sido el epicentro de la transformación de la sociedad libanesa posterior a la guerra y símbolo de la reconstrucción del país. Caros espacios comerciales modernos construidos sobre los antiguos mercados, solo aptos, de nuevo para las clases libanesas pudientes. Como recoge el medio Al Monitor, la Revolución ha dado una nueva imagen a las calles de Líbano, abriéndolas a todos los ciudadanos. 

El gobierno no ha dudado en utilizar todos los medios a su disposición a la hora de atajar las protestas, incluyendo disparos a los manifestantes, como los efectuados sobre el militante del PSP asesinado, o los posteriores disparos al aire de la escolta de unos de los convoyes del gobierno que trataban de acceder a la Asamblea de Representantes el 19 de noviembre ante la multitud que les arrojaba basura. 

El presidente de Líbano, Michel Aoun ha tratado de calmar los ánimos anunciando que se van a tomar medidas urgentes, como la conformación de un gobierno y restando importancia a la situación económica en el país. Sin embargo las explicaciones ofrecidas a la población el día 12 de noviembre no convencieron a los manifestantes. Unos días antes el gobierno intentaba un gesto cara a la galería adelantando la comparecencia ante el fiscal de delitos económicos del ex primer ministro Fuad Siniora.  Siniora, acusado de gastar sin justificar 11 billones de Dólares de dinero público, se ha negado a comparecer. Fuad Siniora fue primer ministro en el gobierno de Emile Lahoud de 2005 a 2009, sustituyendo a Rafik Hariri tras su asesinato y sustituido precisamente por el hijo de este, Saad Hariri. Siniora, estrecho colaborador de la familia Hariri ejerció el cargo de ministro de economía de 1992 a 2004, siendo responsable del extraordinario crecimiento de la deuda libanesa durante este periodo. 
Aoun ha escenificado las diferencias de criterio con el resto de partidos admitiendo que no era posible un gobierno completamente compuesto por expertos, así como templaba la situación con Hezbolá, después de que miembros de esta organización y del Movimiento Amal hayan reventado manifestaciones provocado enfrentamientos con los manifestantes. Hezbolá ha sido el principal sostén del gobierno Hariri, y aliado fundamental del MPL (Movimiento Patriótico libre) de Michel Aoun, junto con el también chií Movimiento Amal, liderado por Nabih Berri, presidente de la Asamblea de representantes.

Sin embargo nada ha podido calmar los encendidos ánimos de los militantes chiíes de Amal y Hezbolá que siguen con la escalada de enfrentamientos con los manifestantes partidarios de la llamada Revolución del 17 de Octubre. Hezbolá no desea de ningún modo un cambio del eje político en Líbano, aunque para ello deba apoyar a un gobierno que le es abiertamente hostil, y tal y como manifestó Hassan Nasrallah durante los primeros días de protestas, no ha dudado en lanzar a sus cuadros contra los manifestantes. Saad Hariri confirmó el martes 26 que no va a ser candidato a formar nuevo gobierno, lo que deja al presidente Aoun con poco margen de maniobra a la hora de buscar candidatos que accedan a encabezar un ejecutivo que reconduzca la situación. La prioridad es un candidato de consenso. 

La gente en la calle ha ganado pequeñas batallas, como la dimisión de Saad Hariri, o la paralización de la Asamblea, y la percepción entre los manifestantes es, que es posible revertir la situación.  Esto empuja a un moderado optimismo con respeto al futuro del país  

Sin embargo la parálisis institucional en que está sumido el país ha ralentizado la implementación de las posibles soluciones a la crisis financiera. Las manifestaciones del presidente de la Asamblea de Representantes y líder del Movimiento Amal a mediados de noviembre, declarando Líbano como un estado suspendido necesitado de una solución rápida son significativas de la inacción política en que está sumergido el país. Igualmente lenta es la gestión de los cambios de gobiernos derivados de la dimisión de Hariri el 29 de octubre.  Se han propuesto varios nombres para sustituir a Hariri mientras se discute la conformación de un nuevo gobierno, pero la reticencia de los candidatos a liderar dicho gobierno ha provocado de nuevo, la parálisis institucional. Se intentó desbloquear el proyecto de ley de amnistía en la sesión parlamentaria del 19 de noviembre, suspendida por las protestas frente a la Asamblea de Representantes. Nabih Berri, presidente de la de esta ha tratado de desbloquear la cámara parlamentaria, convocando, sin fecha definida, una sesión en la que tratar el proyecto de ley sobre secretos bancarios, en el que se debatiría sobre la devolución de los fondos públicos implicados en casos de corrupción. La situación de bloqueo se ha visto agravada por la negativa del exministro de finanzas Mohammad Safadi, encargado por el presidente del gobierno Michel Aoun, al rechazar el sábado 16 de noviembre formar gobierno. Las calles ardían en protestas ante la posibilidad del gobierno Safadi y la casa familiar del exministro en Trípoli, era rodeada por manifestantes. Safadi, un suní, tal y como establece el sistema de cuotas libanés para los primeros ministros, fue elegido el día 14, y presentado como candidato de consenso, por representantes de Movimiento Futuro de Saad Hariri, Hezbolá,  el Movimiento Amal y del MPL del presidente Michel Aoun.

Sin embargo en la calle se le considera un hombre del sistema implicado en graves casos de corrupción que no vendría a solucionar nada, si no a agravar mas la situación. Mohammad Safadi, perteneciente a un a acomodada familia de Trípoli, comienza su carrera política en el 2000 como diputado electo en la Asamblea de Representantes. Ocho años más tarde, es nombrado ministro de economía en el gabinete de Fuad Siniora y permanece en el cargo durante el primer gobierno Hariri hasta que, en 2011 es nombrado ministro de finanzas, cargo que ocupa hasta 2014. Safadi es una figura cercana a la familia Hariri, miembro del bloque político del 14 de maro, fue una de las principales personalidades políticas que condenaron el asesinato de Rafik Hariri en 2005.  Firme opositor a la influencia de Siria en Líbano y e iraní en el país, está fuertemente vinculado a la familia real saudí, país en el que como los Hariri, se desarrollan la mayoría de sus intereses económicos y comerciales. Está casado con Violette Safadi, militante de Movimiento Futuro del primer ministro Hariri, y ministra para el empoderamiento económico de la mujer en el gobierno Hariri. Safadi es conocido en la sociedad libanesa por ser uno de los propietarios del controvertido centro de ocio Zaituna Bay y por el acuerdo de Al Yamanah. Zaituna Bay es un puerto deportivo y complejo turístico de lujo construido en Beirut en suelo público, con fondos estatales desviados a manos privadas. El proyecto se ejecutó siendo Safadi ministro en ejercicio, y no dudo en intervenir propiedades públicas en la costa y en levantar parte del complejo en suelo público donde no estaba permitido construir. Desde el comienzo de las protestas es uno de los lugares protegidos por antidisturbios ante la continua presencia de manifestantes que demandan que el complejo pase a titularidad pública. A pesar de la presencia de policía antidisturbios, no se han podido impedir las protestas en este moderno complejo.  Protestas de tipo lúdico, organizando picnics y desayunos donde cientos de personas ocupan el famoso centro turístico de ocio solo apto para las clases más pudientes de la sociedad libanesa, símbolo de la corrupción política y de la polarización social de la que es víctima el país.

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El caso conocido como acuerdo de Al Yanmanah , es un complejo caso de corrupción en el que están implicados el gobierno británico y la familia real saudí. La mayor venta de armas de la historia, durante la década de los 80 en la que estuvo implicado Safadi. Se trató de un acuerdo para una venta de armas por un montante de 80 mil millones de Dólares, una de las mayores de la historia, por parte de BAE (British Aerospace), la principal compañía fabricante de armamento de Gran Bretaña, segunda a nivel mundial, y Arabia Saudí. La venta y el acuerdo estuvieron plagados de irregularidades que implicaron tanto a altos funcionarios del gobierno británico como a miembros de la familia real saudí.  Durante una década, varios miembros de la familia real saudí que negociaron la venta de armas recibieron de BAE 2000 millones de Dólares en pagos opacos en paraísos fiscales. El acuerdo, prorrogado durante las primeras décadas del 2000, siempre ha sido defendido como un acuerdo entre estados por BAE. Un acuerdo completamente legal y limpio según los sucesivos gobiernos británicos. Es mantenido en secreto por el gobierno Saudí. En 2007 el gobierno de EEUU abrió una investigación sobre el caso después de que la oficina de fraudes del gobierno Británico cerrase una investigación sobre el acuerdo tras declarar el primer ministro Tony Blair, que tal investigación perjudicaría las relaciones entre Inglaterra y Arabia Saudí. El destino de las armas y el dinero ha tenido repercusiones, tanto en el equilibrio de fuerzas en la región como en la proliferación de acusaciones sobre desvío de fondos para la financiación de grupos terroristas. Mohammad Safadi fue receptor de parte de los pagos opacos a miembros de la familia real saudí, para posteriormente como intermediario, desviarlos a paraísos fiscales desde donde llegaban a sus verdaderos destinatarios. El papel de Safadi en todo este complicado entramado de pagos supuso para su bolsillo unos ingresos de Un millón 800 mil Dólares. 
Tras este revés el presidente Aoun, dio un paso atrás con la excusa de dar una segunda oportunidad a Hariri para retomar el cargo de primer ministro. La vuelta de Hariri, apoyada por varias figuras políticas libanesas, entre los cuales se encuentran tres ex primeros ministros, ya ha sido desmentida por el propio Saad Hariri quien el martes 26 declaró que en ningún caso va a ser candidato a primer ministro. 

A nivel económico la economía está paralizada, los bancos han permanecido cerrados durante octubre y noviembre debido a la huelga de empleados de banca, debiendo además, restringir la retirada de efectivo. Solo a partir del martes 19 han podido reabrir bajo nuevas fuertes medidas de seguridad tras haber llegado a un acuerdo al respecto con el gobierno. La Libra libanesa mantiene la cotización oficial frente al Dólar, monedas ambas de uso común en Líbano, pero en el mercado negro cada Dólar se paga alrededor de un 20% más caro debido a la escasez de Dólares. El Banco Central ha emitido una circular para garantizar la moneda estadounidense para importar productos básicos como combustible y trigo. La incapacidad de acceder a fondos ha paralizado las importaciones de productos, que a largo plazo pueden antojarse básicos, como productos destinados a la industria agropecuaria. Según el medio libanés Elnashra los agricultores perderán una producción de 400.000 toneladas con una valor de 150 millones de Dólares si la situación de bloqueo persiste. 

A nivel social, los manifestantes partidarios de la Revolución del 17 de Octubre han ocupado las calles de las principales calles del país, que permanecen cortadas con barricadas. En los últimos días los enfrentamientos entre manifestantes y militantes de Amal y Hezbolá han ido en aumento. Según varios medios,  desde la noche del lunes 24 se han incrementado los enfrentamientos entre partidarios de la revolución y militantes chiíes, registrándose incidentes por todo Beirut, incluyendo el incendio del más importante campamento de manifestantes en el centro de la capital. Policía y ejército se han encargado de mantener separados a los chiíes de las concentraciones en contra del gobierno, sin embargo el corte por parte de los manifestantes antigubernamentales del puente de Cola en Beirut ha deteriorado con extrema rapidez la situación.  Según los medios Middle East Monitor y Middle east Eye las piedras lanzadas por encima de las barreras militares y las provocaciones al grito de revolución han dado paso al sonido de disparos en las calles de Beirut, sin que de momento ningún medio haya informado de heridos por arma de fuego en Beirut. Si se han registrado intervenciones de la defensa civil libanesa entre los manifestantes debido a los enfrentamientos y lanzamiento de piedras con partidarios de Amal y Hezbolá, que tras tres noches seguidas de violencia, comienzan a tratar las calles de Líbano como si de la línea del frente se tratara. 

Movimiento Futuro ha hecho un llamamiento a la calma a sus partidarios, instándoles a no acudir a concentraciones ni manifestaciones y evitar cualquier tipo de provocación que pudiera agravar la situación en las calles. 

Siria ya no ejerce la tutela sobre Líbano desde 2005, la Revolución de los Cedros puso fin a la presencia de Damasco en su vecinos del sur. Esto no significa que la influencia de Siria, o mas bien, la influencia de su conflicto no se deje sentir en Líbano actualmente. La llegada de alrededor de millón y medio de refugiados desde Siria ha supuesto un enorme factor desestabilizador en la sociedad libanesa, tanto a nivel político, corrupción como social, no solo por los problemas de convivencia, sobre todo en la región de Trípoli, si no por la llegada de elementos religiosos afines al integrismo suní que pueden desestabilizar aún mas el equilibrio religioso libanés. Sin embargo el verdadero temor del gobierno de Líbano es que el asentamiento de estos migrantes en el país de los cedros suponga una ruptura definitiva del equilibrio, teórico, demográfico que ponga en peligro el todo sistema político de cuotas. El gobierno de Michel Aoun consciente de la situación, antes del inicio de la crisis comenzó un programa de repatriación de refugiados a Siria, para el que ahora, dada la parálisis institucional de Líbano, ha tenido que solicitar apoyo de la UE. También el apoyo militar de Hezbolá al gobierno de Bashar Al Assad es un factor de desestabilización, ya que pone en guardia a Israel y EEUU con respecto a Líbano, que ven con agrado la posibilidad de que un triunfo de los manifestantes en las calles supusiera un debilitamiento de las organizaciones chiíes en Líbano, en especial de Hezbolá. La desestabilización de Hezbolá implicaría un decisivo debilitamiento de la posición de Irán en la región, sin duda una victoria para sus antagonistas, sobre todo para Arabia Saudí después del fracaso de Yemen. La incapacidad para contener a su incomodo aliado en el gobierno, Hezbolá, ha provocado que Arabia Saudí haya retirado su favor a Saad Hariri. 

La percepción de una clase política corrupta que pretende perpetuarse en el poder no ha variado, más cuando las alternativas al gobierno Hariri son gobiernos surgidos siempre de la misma clase política que la calle rechaza. Políticos sin intención de acometer las reformas que demanda la sociedad y que necesita el país. Políticos que representan el inmovilismo de una clase dirigente que hace tiempo tiene sus intereses alejados de los de la sociedad que les ha aupado a las mas altas magistraturas del estado libanés. Una lavado de cara para que en la práctica nada cambie. La lentitud con la que se están produciendo los sucesivos cambios de gobierno, induce a pensar que el presidente Michel Aoun, uno de los señalados por los libaneses, es consciente de que una dilación a la hora de conformar gobierno juega a su favor, ya que el país no puede permanecer más tiempo económica y administrativamente paralizado. Sin embargo la fuerza y la determinación de la ciudadanía en la calle invitan a pensar en hasta cuando van a ser capaces de sostener esta situación y si es verdaderamente posible un bloqueo indefinido del país. O al menos a plantearse cuales son los plazos necesarios para que el gobierno se va desbordado y ceda antes de que el país colapse. 

El intento de adelantar la comparecencia de Fuad Siniora, como gesto con los manifestantes, ha dejado claras dos cosas, primero el escaso poder e independencia del sistema judicial libanés, que es incapaz, o por mecanismos o por dejadez gubernamental, de hacer comparecer a Siniora, en un momento en que un gesto de este tipo hubiese contribuido a calmar los ánimos de los manifestantes. Segundo, la impunidad de la clase política libanesa, evidenciando la necesidad de una reorganización del sistema judicial tal y como demandan los ciudadanos en las calles. A nivel político, Siniora ha servido de cabeza de turco a los intereses del presidente Michel Aoun, enfrentado hace años al ex primer ministro. Durante el mandato de Fuad Siniora, junto con sus aliados de Amal y Hezbolá, Aoun fue el principal opositor a las políticas gubernamentales de contención hacia Hezbolá y el aumento de la presión de EEUU contra la organización chií en Líbano. Una modificación de la política censitaria y de cuotas en Líbano motivada por los múltiples factores que influyen en este momento en Líbano y la incapacidad gubernamental para atajarlos, supondría una ruptura del frágil equilibrio sobre el que se sostiene el sistema político libanes. Este cambió, presumiblemente traumático, supondría modificar las cuotas de poder a favor de la minoría chií, minoría, que de facto detenta el poder, al constituir a través de Hezbolá el arbitro de la política libanesa. Y como tales, los militantes de Hezbolá y Amal se encargan en las calles de dejarlo claro a los manifestantes.

Sin embargo, es probable que de triunfar el movimiento de protesta en las calles, el laicismo que reclaman debilite considerablemente tanto a Amal como Hezbolá, sin embargo, es muy complicado enfrentarse a un adversario como Hezbolá, tanto a nivel organizativo, como en medios, pero sobre todo dada la implantación social tan fuerte que tiene en todo el país, sobre todo en el sur. La crisis financiera se ha estancado a la espera de un cambio de gobierno, de sistema o que todo cambie para que todo siga igual, pero la bancarrota está cada día más cerca y en la actual coyuntura el gobierno interino es completamente incapaz de reconducir la situación. 

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