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Opinión

La ciencia en Al-Ándalus: el Sagrado Corán y la ciencia

Al-Ándalud

El Corán nos habla en el sentido de que enfatiza la reflexión sobre las leyes de la naturaleza, con ejemplos extraídos de la cosmología, la física, la biología y la medicina, como signos para todos los hombres.

"En la creación de los cielos y la tierra, y en la alternancia del día y la noche, hay señales para los hombres de entendimiento". (Sagrado Corán, 3: 191)

Setecientos cincuenta versículos del Corán (casi un octavo del Libro) exhortan a los creyentes a estudiar la naturaleza, a reflexionar, a hacer el mejor uso de la razón en su búsqueda de la Causa Última y a la adquisición de conocimientos y comprensión científica por parte de la vida de la comunidad. De hecho, el Santo Profeta del Islam, que la paz y las bendiciones sean con él, enfatizó que la búsqueda del conocimiento y las ciencias es obligatoria para todos los musulmanes y musulmanas.

Añádase a esto la segunda premisa, reforzada elocuentemente por Maurice Bucaille en su ensayo sobre "La Biblia, el Corán y la Ciencia": “No hay un solo versículo en el Corán donde se describan los fenómenos naturales y que contradiga lo que sabemos con certeza por nuestros descubrimientos en ciencias”.

Añádase a esto la tercera premisa: en la historia islámica no ha habido ningún incidente como el de Galileo. La persecución y la excomunión (takfir) lamentablemente continúa incluso hoy por diferencias doctrinales, pero no, que se sepa directamente por creencias científicas.

Ciencia Al-Ándalus
PHOTO/GUILLERMO LÓPEZ – Ciencia Al-Ándalus
El legado Greco-Islámico

Apenas cien años después de la muerte del Profeta del Islam, los musulmanes se habían propuesto potenciar las ciencias entonces conocidas. La financiación de institutos de estudios avanzados (Bait-ul-Hikmas, es decir, las casas de sabiduría), adquirieron una supremacía absoluta en las ciencias que se prolongó durante los siguientes 350 años.

La Edad de Oro de la Ciencia en el Islam fue sin duda la Edad alrededor del año 1.000 DC, la Edad de Ibn-i-Sina (Avicena), el último de los medievalistas, y de sus contemporáneos, el primero de los modernos, Ibn-al- Haizam y Al Biruni.

George Sarton, en su monumental Historia de la Ciencia de cinco volúmenes, decidió dividir su historia de logros en ciencias en eras, cada una de las cuales duró medio siglo. A cada medio siglo, asoció una figura central. De esta forma describe la era de Platón, de Aristóteles, etc. Desde el 750 d. C. hasta el d. C. 1.100 (350 años continuos) es una sucesión ininterrumpida de las eras de Jabir, Jawarizmi, Razi, Masudi, Wafa, Biruni y Avicena, y luego Omar Khayam - árabes, turcos, afganos y persas.

No hay duda de que la ciencia occidental es un legado greco-islámico. Sin embargo, comúnmente se alega que la ciencia islámica era una ciencia derivada; se dice que los científicos musulmanes siguieron la  tradición teórica griega ciegamente y no agregaron nada al método científico. 

En palabras de Briffault:  "Los griegos sistematizaron, generalizaron y teorizaron, pero las formas pacientes de la observación detallada y prolongada y la investigación experimental eran totalmente ajenas al temperamento griego ... Lo que llamamos ciencia surgió como resultado de nuevos métodos de experimentación, observación y medición, que fueron introducidos en Europa por los árabes ... La ciencia (moderna) es la contribución más trascendental de la civilización islámica ... ", teniendo en cuenta que la ciencia es una herencia compartida de toda la humanidad.

Ciencia Al-Ándalus
PHOTO/GUILLERMO LÓPEZ – Ciencia Al-Ándalus
La España Islámica – Al-Ándalus

La historia de la España Islámica duró casi ocho siglos y dio al país una cultura de ilustración.  Uno de los muchos rasgos notables de la España Islámica, era la sed insaciable por aprender e investigar.

Consideremos los siguientes hechos: los numerales árabes fueron introducidos en Europa a través de la España Islámica; el papel se introdujo en Europa a través de  España Islámica; la biblioteca más grande de la Edad Media existió en España; el primer libro sobre la religión comparada fue escrito allí; el cristal fue descubierto en Córdoba; los primeros instrumentos quirúrgicos fueron inventados en Al-Ándalus, el cepillo de dientes y la pasta también.

Fueron  médicos españoles musulmanes  los primeros en describir la  verdadera función  de la retina y la naturaleza infecciosa de la peste. Fue un científico español musulmán quien rechazó por  primera vez el geocéntrico sistema de Ptolomeo.

P.K.Hitti en su libro ‘Ciudades Capitales del Islam’ escribió: “La Meca consiguió la grandeza por el nacimiento del Profeta Muhammad, Medina por el éxito de su misión pero Córdoba consiguió la grandeza gracias a  su erudición.”

Había 37 bibliotecas en Córdoba y numerosas librerías, 800 baños públicos, 600 mezquitas. Existían 150 hospitales, 600 posadas, más de 80.000 tiendas, 130.000 casas, 4.300 mercados, 10.000 mansiones con jardines exquisitos. 

Una monja alemana, Hrosvitha (1.002) describió el esplendor de Córdoba bajo el Jalifa Abdur Rahman II de esta manera: “En las regiones occidentales del mundo brillaba un ornamento, una ciudad venerable a causa de su insuperable poder militar, una ciudad de mucha cultura, rica y famosa, conocida por el nombre de Córdoba, ilustre gracias a sus encantos, célebre por sus recursos, sobretodo las siete corrientes del conocimiento”. Cuando un monarca cristiano necesitaba un médico, un arquitecto o un sastre, lo buscaba en Córdoba.

Existió un dicho conocido en la España Islámica que “cuando muere un músico de Córdoba y hay que vender sus instrumentos, se los mandan a Sevilla; cuando muere un hombre rico de Sevilla y hay que vender su biblioteca, se la envía a Córdoba".

Mientras en la biblioteca imperial de Al-Hakam II habían miles de libros sobre todos los temas, sorprendentemente la biblioteca más grande en el resto de Europa en el año 1.300 era la de Canterbury que contenía 5.000 libros. La de Cluny en Francia tenía 570 libros. Hombres y mujeres trabajaban copiando libros en talleres tan ocupados como los joyeros. En la plantilla de la biblioteca real hubo personas especializadas en la traducción de obras griegas al árabe. La biblioteca real llegó a ser un símbolo de la civilización islámica que atraía a personas estudiosas de todo el mundo islámico.

Los musulmanes habían aprendido el arte de fabricar papel de los chinos de Samarkand en el año 704. Las fábricas de papel de Játiva dieron a los escritores un suministro de papel sin límite. Tan alta era la calidad del papel que los escribas podían escribir fácilmente y con rapidez. Se dice que en Córdoba se publicaban casi 70.000 ejemplares anualmente. Muchos eruditos escribían sobre tres o cuatro ramas del saber produciendo cientos de publicaciones. Averroes,  por ejemplo, era maestro no sólo en medicina sino también en otras ciencias como la filosofía. Se dice que Ibn Al-Jatil publicó 1.100 libros, Ibn Hassan 450 y Ibn Hazm casi 400. Ibn Al -Nafis escribió un libro Kitab al Shamil (Enciclopedia de la Medicina) que consistía en 300 volúmenes de los cuales sólo se publicaron 80. (Dictionary of Science Biography, Vol IX, p603). 

Durante el siglo XVIII el 85% de la población europea era analfabeta, mientras que  700 años antes la  mayoría de la población de la España musulmana sabía leer y escribir.

Ciencia Al-Ándalus
PHOTO/GUILLERMO LÓPEZ – Ciencia Al-Ándalus
La fama de Toledo

Toledo, una vez  capital de España, desempeñó un papel importante en la transmisión de conocimientos científicos de la España Islámica a Europa. Ganó mucha fama por la traducción de obras árabes al Latín. La academia de traducción de Toledo que seguía el modelo de Baitul Hikmah de Baghdad funcionó desde 1.135 hasta 1.284. Existió en la ciudad una biblioteca árabe rica en obras científicas, cuya fama se extendió  a las ciudades europeas. Toledo llegó a ser el destino favorito de muchos eruditos. El ambiente intelectual  era muy equilibrado porque habían árabes cosmopolitas, académicos españoles bilingües, estudiantes extranjeros y científicos judíos.

Traducir era una de las actividades  creativas a la que se dedicaban los científicos en aquellos tiempos. Se solían hacer traducciones en equipo de dos personas. Un árabe parlante leía el original en árabe y luego traducía en voz alta palabra por palabra a una legua vernácula (p.ej. castellano), entonces, su compañero escribía una versión en Latín. Por ejemplo Ibn Daud trabajó con Gundisalvi en la traducción de  Ibn Senas De Anima. Del mismo modo Michael Scot trabajó con A. Levita; Plato de Tivoli con Bar Hiyya; y Gerard de Cremona con un árabe llamado Galip.

Los traductores Hugo de Santalla, Juan de Sevilla, Gundisalvo, Gerard de Cremona (Italiano), Plato de Tivoli, Herman el Dalmato (Alemán), Michael Scot y Adelard de Bath (m.1142, Ingleses)  formaban la élite del siglo XII. Un equipo formado por cuatro Cristianos y un Musulmán hizo una traducción del Santo Corán al Latín en el año 1.142. Estos eruditos no eran meros traductores sino fueron los pioneros del renacimiento.

Las primeras traducciones fueron de matemáticas, astrología, medicina, psicología, lógica y filosofía. Cuando encontraban dificultades con palabras técnicas las transcribían del árabe.

El resultado neto de toda esta actividad intelectual fue una revolución en el pensamiento de las naciones Europeas. En el terreno estéril de Europa se sembró la semilla del conocimiento. También abrió camino a la fundación de universidades en varias ciudades Europeas durante el siglo XII, por ejemplo la Universidad de Salerno y Bologna en Italia, París y Montpelier en Francia y Oxford en Inglaterra. Fue la chispa  que prendió  la llama, la luz del conocimiento que ha brillado sin cesar durante seis siglos. Al termino del siglo XIII Europa había adquirido de la España Islámica todo que podía y  se adentraba por el sendero del conocimiento renacentista  en siglo XIV.