La fragilidad de los sueños de las mujeres musulmanas: la supermodelo Halima
Halima, modelo originaria de Kenia, nació en concreto en un campo de refugiados, sus padres eran somalíes musulmanes, de los cuales recibió su educación ligada al credo musulmán. Al cumplir siete años su familia logró el asilo en Estados Unidos y se instalaron en el estado de Minnesota.
Allí, Halima Aden se convierte en una preciosa joven musulmana con medidas de modelo de tez morena, unida a bellos y delicados rasgos africanos. Amaba la moda y abrazaba el sueño de ser modelo, para conformar la idea de convertirse en pionera en el mundo del modelaje, siendo así una modelo de credo musulmán desfilando sin tener que dejar su vestimenta islámica (hiyab). El sueño finalmente, se hizo realidad.
Halima Aden fue la primera mujer en usar un hiyab (vestimenta islámica) en un certamen de belleza, lo hizo en el certamen de Miss América/USA 2017 como representante del estado de Minnesota, donde logró ser semifinalista. A raíz de aquello se ha convertido en una supermodelo pese a que no enseñó su cuerpo cuando desfiló.
Después de su paso por el mencionado certamen, y aunque no se alzase con la victoria, Halima Aden firmó con la agencia IMG Models, empezando así su trayectoria como modelo. Con tan solo 19 años debutó en el mundo de las pasarelas desfilando con modelos de la colección de Kayne West en la Semana de la Moda en Nueva York.
Desde el primer momento dejó claro sus condiciones para desfilar; trabajar siempre con el hiyab puesto, debido a sus creencias religiosa y también disponer de su propio espacio personal para cambiar su ropa, condiciones que le han sido concedidas, y con ellas el mundo de la moda y las pasarelas demostraron ser un mundo sin fronteras, donde la condición religiosa no debe ser un hándicap y que la condición humana es lo que importa.
Halima Aden hizo historia al convertirse en la primera mujer con hiyab que ha protagonizado la portada de Vogue, junto a las portadas de numerosas revistas en campañas de prensa, siendo la primera modelo en llevar un ‘burkini’ en la edición de trajes de baño de la revista Sports Illustrated, convirtiéndose en todo un referente para las jóvenes musulmanas, una joven de fe islámica que ha alentado a las nuevas generaciones de musulmanas demostrando que más allá de la religión y la ideología los sueños pueden hacerse realidad.
Todo parece idílico en la historia de Halima Aden, hasta que llegó la pandemia y con ella una esperada lectura ideologizada de la misma (la pandemia es el castigo de Allah por no seguir su camino, la pandemia es un soldado de Allah para castigar los que no siguen sus preceptos, etc.); en todo el mundo islámico, y a modo de onda expansiva, un tormento ideológico se apoderó de muchos musulmanes, sacando a flote un sentimiento arraigado de culpa, profunda frustración por haber fallado a Allah y no haber estado a la altura en el cumplimiento con la religión de allí aflora la necesidad imperante y urgente de la “TAWBA” (rendición a Allah) el retorno a la “Recta Vía” de Allah.
La pandemia sacó a flote todo aquello y puso en jaque en la figura de Halima la veracidad de la apertura a la modernidad y la libertad de la mujer musulmana, dejando al descubierto cuan arraigados están algunos esquemas mentales radicales y machistas, a pesar de la educación abierta, entorno diverso, mejores universidades ….
Con solo 23 años, Halima, la supermodelo musulmana anunció en redes sociales que se alejaba de la moda y abandonaba las pasarelas, expresándose a través de sus ‘stories’ de Instagram donde es seguida por más de millón de seguidores.
La pandemia le ha permitido reflexionar, dice Halima: "Solo puedo culparme a mí misma por preocuparme por las oportunidades que por lo que realmente estaba en juego… Gracias a la COVID y a la ruptura de la industria…finalmente me he dado cuenta de dónde me equivoqué en mi viaje con el hiyab (vestimenta islámica)”, explicando que las súplicas de su madre le han hecho "abrir los ojos". “Mi mamá me pidió que dejara de desfilar y que dejara el modelaje hace mucho tiempo. Ojalá no hubiera estado a la defensiva con ella”.
Las declaraciones de Halima son muy claras, no está contenta consigo misma a pesar de que ha desfilado con ropa Islámica y a pesar de que toda la industria ha cedido a sus condiciones.
Con la pandemia, como en muchos musulmanes, en Halima afloró el sentimiento de culpa y todos aquellos bellos sentimientos que le generaban sus sueños alcanzados se quedaron atrás dejando paso al poder de unos profundos esquemas mentales tejidos a base de un conjunto de máximas religiosas dañinas que sobreviven sutilmente en el corazón de las fuentes del islam , Hadithes que perfilan el estereotipo de la mujer musulmana (cómo es y cómo debe de ser).
Con un dolor inmenso, explica que ha traicionado a sus creencias, expresando su descontento con algunas de las campañas en las que participó, como la promoción de 2017 para American Eagle. Dice con mucho dolor: "¿Por qué les permití ponerme jeans cuando en ese momento solo había usado faldas y vestidos largos? Estaba tan desesperada en aquel entonces por cualquier representación que perdí el contacto con quien era". Parece un comentario trivial y absurdo percibido por una mente occidental, pero percibido a través de la lente de la cosmovisión islámica y los códigos religiosos, tiene su base y su porqué.
El hiyab no debe asemejarse en nada a la vestimenta de las mujeres infieles, eso es un código interiorizado por la mujer musulmana, lo practique o no, y un vaquero en este caso (caso de Halima) es el símbolo de la cultura occidental, cultura de los infieles. Dicen las fuentes del islam, Abdullah ibn Amr ibn al-Aas, que Allah esté complacido con él, dijo al mensajero de Allah, que la paz sea con él (haciendo referencia a unas prendas que ha podido ver), dijo: “Estas son prendas para infieles, no las uses”.
Dice Halima que durante una sesión de fotos para la revista Glamour lució emocionada su hiyab, decorado con tela verde y plumas, y ahora se arrepiente: "Regresé a mi habitación del hotel y lloré después de esa sesión, porque en el fondo sabía que no era así”.
Igual que en la anterior reflexión esta última es producto de la decepción consigo misma y un profundo sentimiento de culpabilidad; dicen las fuentes del islam; “Abdullah ibn Umar, que Allah esté complacido con él, dijo: el mensajero de Allah, la paz sea con él, dijo, quien viste una prenda con la intención de la fama, la vanidad en el mundo, Allah le vestirá un vestido de humillación el Día de la Resurrección y luego perecerá el fuego”.
Dijo Halima en otro mensaje: “Estaba tan desesperada por tener cualquier ‘representación’ que perdí el contacto con mi identidad”, y en otro mensaje donde lucía con un pañuelo incrustado de cristales, añadiría: “Debería haber abandonado el plató porque era evidente que el estilista no tenía en mente una mujer con hiyab”. Con estos mensajes y otros muchos argumentó Halima su retirada dejando atrás sus sueños y así muchas mujeres cuyos sueños han sido derrotados por el peso de unos esquemas mentales envenenados que destruyen cualquier tentativa de apertura real a la modernidad.
Mientras los códigos religiosos que forjan los esquemas mentales referidos a la mujer y encerrados sutilmente en el corazón de las fuentes del islam guardan lo parecido a lo siguiente; dicen las fuentes del islam describiendo a la mujer que puede ganar el paraíso: “Si una mujer reza su quinto día, ayuna su mes, guarda su castidad y obedece a su esposo, se le dirá: Entra al Paraíso por las puertas que desees".
Dicen también: “Cualquier mujer que muera mientras su esposo está satisfecho con ella entrará al Paraíso”.
El avance de las Halimas del mundo hacia sus sueños es frágil, superficial, engañoso y puede romperse en cualquier momento.