Opinión

La honorabilidad

photo_camera Pedro Sanchez

Palabra que todos hemos oído y empleado muchas veces aunque pienso que, en realidad y a tenor de los hechos, bastantes no saben realmente cuál es su verdadero o completo alcance y significado. Por otro lado, la misma palabra en si misma, quizá por su raigambre, imprime un determinado carácter e incluso puede llegar a impresionar. 

Término que significa según el diccionario de la RAE “cualidad de la persona honorable”. Definición escueta que realmente no aporta mucha claridad a los que tengan interés en conocer su auténtico valor. Así; por ello, debemos recurrir de nuevo al mencionado diccionario para buscar el significado de honorable; término, que en lo referente a la persona dice que “se atribuye o concede a todo aquel que es honrado y por lo tanto, merece el respeto o la estima de los demás”.

Cuestión esta última de suma importancia e interés dado que empareja el respeto a las personas con la honorabilidad y por tanto es fácilmente deducible que una de las principales causas de la destrucción y la falta de respeto y estima entre los seres humanos proviene precisamente, de  la ausencia o escasez de la honorabilidad en algunos de ellos. 

Además, para evitar cualquier mala o libre interpretación en  cualquier otro sentido que se aleje de la realidad y a fin de completar el análisis del término en estudio, creo que deberíamos analizar lo que el reiteradamente mencionado diccionario define por honrado que viene a ser algo cómo “el que actúa rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral, especialmente en lo referente al respeto por la propiedad ajena, la transparencia en los negocios, etc.”

Pablo Casado
Una vez cerrado el círculo de la definición y el acotamiento del significado y alcance de los términos y matices relacionados con la honorabilidad, es fácil entender que para ser actuar en concordancia, es imprescindible ser honorable; lo que forzosamente implica ser honrado, cumplidor del deber, actuar bajo los preceptos de una moral recta  y perfectamente entendida y ser especialmente respetuoso con el resto en lo referente a factores transcendentales de la vida personal, moral y social o de relación.

Es precisamente debido a las férreas exigencias que exige la honorabilidad por lo que no suele ser muy sencillo encontrar un gran número de personas honorables en la sociedad; aunque pensándolo bien, y en función de la características desgranadas en los párrafos anteriores, proporcionalmente hablando, deberían ser muchas más las halladas entre aquellos que dicen y pregonan constantemente que consagran su vida y trabajo al servicio de los demás, los políticos. 

Una vez más, la realidad nos obliga a poner los pies en la tierra y a darnos cuenta de quienes somos, donde estamos, hacia donde nos dirigimos y de quién y cómo nos conducen los pasos en la vida política, laboral y social. Al hacernos tales preguntas, muchos somos los que pensamos que el mundo está hecho al revés, y no es cierto.  Somos nosotros los que nos empeñamos en cambiarlo a nuestro gusto o conveniencia para obtener benéficos personales, de partido, gremio o familia sin importarnos un rábano lo que ello pueda implicar. 

Empresarios seminario
Una vez metidos en harina, trazado un malévolo plan y conseguidos los apoyos necesarios para poder cumplir el objetivo que se busca, a los poco o nada honorables no les importa en absoluto cambiar o derogar el ideario inicial y olvidar todas aquellas promesas mantenidas y sobadas en las campañas; promesas, que les llevaron a ocupar un puesto para el que, si lo miramos bien, no fueron elegidos por su forma final de actuar.  

Somos muchos los que constantemente denunciamos actitudes cercanas a verdaderos déspotas y dictadores cuando nos referimos a ciertos mandatarios que, como si fueran verdaderos y consumados sátrapas, dirigen nuestros designios. Nos escudamos en reprochar sus malas praxis cuando ejercen de forma abusiva el poder económico, político o social y su mala catadura moral. Pero realmente, son muchos, demasiados quizás, los ciudadanos que aceptan sin rechistar todo aquello y mucho más, e incluso llegan a forzar, que se les manosee, engañe y maneje al antojo de aquellos perversos y malnacidos que tratan, en nuestras propias narices, en ponerlo todo patas arriba, mandarlo al traste a base de actuaciones retorcidas o perversas, aprovechando atajos o en plena nocturnidad. 

Pedro Sanchez

El típico tópico de que los tiempos anteriores fueron mejores y que en ninguna parte del mundo ya no se encentran políticos o dirigentes de la talla de aquellos otrora acertados personajes, no es que sea un tópico, es una auténtica realidad. Pero a muchos se nos olvida que los que ejercen el poder sobre nosotros y manejan nuestras vidas provienen de nuestras propias filas sociales, son o han sido compañeros de estudios, ideas, aficiones e incluso han pertenecido o pertenecen a nuestros círculos más íntimos de amistades o de entidad familiar; personas que actúan y piensan o lo hicieron en un tiempo no muy lejano como nosotros mismos hacíamos. En definitiva, forman parte de nuestro entorno y estatus social.   

Voluntaria o involuntariamente, les hemos dejado crecer y aumentar su deriva; mirando para otro lado, riéndoles lo que considerábamos una simple gracia, una falta de experiencia  o una pequeña perversidad. También, les apoyamos en su momento a pesar de que no pensábamos igual ya que firmemente creíamos que el agua que manaba de sus ideas no llegaría a formar río jamás. Los que, con el paso del tiempo y una vez la tela de araña está montada, seguimos apoyando sus atropellos porque ahora somos y estamos presos de sus prebendas bien tejidas y enmarañadas; caímos en ellas por simpatía o por un pequeño sueldo, ayuda o beneficio que impide que veamos su perversidad con toda su dureza y claridad. 

Hoy en día, increíblemente y a pesar de todo lo grave recientemente pasado y aún inacabado a nivel local, nacional y mundial, según los recientes inapelables resultados, parece que es muy fácil dejarse convencer, engañar y arrastrar a aplaudir lo que hace tan solo unos meses era imposible ni siquiera imaginar y mucho menos, mencionar. 

Catalan separatista
Se nos ha prometido de todo, se nos convenció de su sometimiento y acatamiento a una serie de principios de los que nunca se iban ni podían apear; hoy todos ellos han quedado aparcados, relegados a la nostalgia o al más duro y cruel olvido o menosprecio cómo si de algo obsoleto e incluso hasta inhumano o ilegal se tratara y se nos insiste machaconamente que tenemos la obligación de abjurar de nuestros principios, perdonar a los penados por intentar golpes de estado, a los terroristas, a los que quieren romper España en mil trozos y agradecer a nuestros dirigentes haber tenido la suficiente clarividencia y voluntad para descubrir y marcarnos el camino que nos lleva a la concordia, el perdón y la prosperidad.  

Algunos aparentan resistirse a tanto cambio, no aceptan las absurdas y desmedidas pretensiones de estos que solo buscan modificar las leyes y los usos y costumbres sin justificarlo; y además, porque sin inmutarse un pelo, lo hacen por el camino más corto, forzado e incluso alegal cuando es necesario; empleando todo tipo de subterfugios, añagazas, engaños o medidas en desuso amparadas en antiguas y obsoletas leyes que llevan aparcadas en la legislación desde tiempos que no tienen nada que ver con la realidad actual.

Pero, a pesar de la existencia de los muy descontentos, de que el problema es francamente peligroso y real y a sabiendas de que, cuantitativamente, son más los que no aceptan una solución tan fuera de natura y puramente inquisitorial; todos estos descontentos, son incapaces de aunar esfuerzos y marchar juntos en un solo partido o coalición que pueda oponerse de verdad a la mayor perversidad y corruptela que se ha vivido en España tras la segunda república y la guerra civil de 1936. 

Algunos de estos partidos ajenos a tanto brusco cambio y vuelta a situaciones que son mucho mejor olvidar, han jugado un papel incierto, voluble, en constante equilibrio inestable y en busca de una oportunidad; su propia vanidad y al ponerse tantas veces de perfil cuando debían haber mantenido una postura firme de verdad, les han llevado a diluirse cual azucarillos en un té caliente para ser absorbidos por los extremos más cercanos y pasar a desaparecer o a ser algo anecdótico o residual.

Protestas ramblas
En estos tiempos y no sólo en España, aunque aquí tenemos nuestra propia gran cruz de piedra, madera y metal; son muchos los ejemplos en los que se ven con toda naturalidad alianzas anti natura entre partidos y tendencias políticas por el mero hecho de mantener la poltrona unos meses o años más; no importa aliarse con los partidos que pretenden disolver el Estado o que le atacan por todos sus costados, ni pagar duros y villanos peajes, que nadie en la vida hubiera sido capaz de imaginar, por derrocar al contrario y ocupar su puesto con chulería e indignidad.   

Se miente y engaña asiduamente y con toda facilidad; a todo se le da la vuelta; lo que ayer era blanco puro, hoy es negro azabache y no pasa nada por decirlo sin cambiar la cara, con cinismo y argumentos tan falaces e infantiles que hacen reír a quien de verdad pretende analizar el cambio de postura y conocer la verdad. 

Se le otorga siempre a una ajena y diversa paternidad las malas rachas, las decisiones erróneas o la adversidad; aparecen inventados “comités de expertos” como los culpables de lo que va mal; pero cuando las noticias son buenas o esperanzadoras, el gobierno corre a las pantallas y entrevistas para protagonizarlas, aunque en estas como en las otras, su grado de intervención y responsabilidad sea más o menos igual. 

Se sustituyen ministros aunque las cosas vayan mal y no sea ese el momento más oportuno para cambiar, se intenta derrocar gobiernos subordinados con mentiras y nocturnidad, se abandona el gobierno y la política prometida cuando hace tan solo un año era imprescindible su presencia en primera fila porque sin él y sus ideas nada se podía hacer para salvar a España y a los pobres que ahora, tras su marcha, son muchos más.

Protestas Barcelona    
Fuera de casa, los Organismos Internacionales como la ONU, la OTAN, el FMI y la misma UE entre otros, se han convertido en una especie de mercados persas donde los intereses de ciertos países, los tráficos de influencias y la necesidad de supervivencia prohíben cualquier tipo de medidas correctoras sobre países gobernados por auténticos sátrapas, personajes novelescos y tiranos que engañan, persiguen y matan a propios y a los demás. 

Se prometen medidas correctoras  tales como la aplicación de la justicia universal, el control de los violadores de la paz, el destierro del comunismo y los abusos sociales y ambientales; todo ello disfrazado de buenísmo, feminismo e igualdad barata; pero la realidad, es que todo es humo y palabrería despreciable sin par.

No es que no haya políticos y hombres plenos de liderazgo nacional e internacional, capaces de mover a las masas sin necesidad de engañarles con prebendas o la promesa de que pronto el maná llegará. Hoy en día, al ser casi todos falsos y llenos de podredumbre personal, los dirigentes suelen ser bastante efímeros y por ello, aquellos grandes “lideres” que movían montañas y levantaban masas, pasan a otra cosa con toda facilidad; abandonan la política sin importarles todo lo dicho, prometido y dejado atrás y mediante las llamadas puertas giratorias se colocan sin preparación alguna en la gran empresa, a ser posible estatal, a vivir opíparamente de los demás.  

Pedro Sanchez Liceo
Es triste decirlo y mucho más reconocerlo, en este mundo cambiante y francamente despiadado todo o casi todo ha perdido su valor; los pilares que sustentaban las grandes políticas, las alianzas, la economía y hasta la religión se han resquebrajado poco a poco debido a una degradación individual y colectiva del grado y nivel de educación, la formación moral y el respeto a los demás. Ya poco queda a los que nos podamos agarrar y, es precisamente en este pestilente y enfermizo ambiente en el que los pobres de espíritu, los amorales y los que desconocen el valor de la honorabilidad se hacen más fuertes, aparecen, crecen y se multiplican como setas en un humeral.

Son capaces de todo, despiadados y malévolos hasta la saciedad; no paran ante nada y justifican sus posturas y acciones perversas con una sonrisa, demostrando con ello que no les importa nada ni traicioneros personajes de los que por desgracia, en España conocemos y tenemos mucho más ejemplos que los demás. 

Hoy mismo, sin ir más lejos, todo un elaborado y maléfico plan se acelera con una vergonzosa intervención teatral en Barcelona para justificar lo injustificable, actuación a la que ni siquiera el gremio de los implicados acudirá; con una ignominiosa campaña contra el propio el Estado en Europa y con los ataques para desproteger el Constitucional. Lo malo de esto, es que aún no es el final; quedan todavía muchas sucias acciones con graves consecuencias que ya veremos cómo acabarán.