La inmigración ilegal a prueba con la crisis sanitaria

Atalayar_migración en el mediterraneo

Lo que tienen en común es ese deseo irrefrenable de irse a Europa. Ya no tienen pasaporte y están dispuestos a construir una nueva vida, aunque sea de forma ilegal. Los que rechazan estas identidades de papel son llamados harraga en el Magreb. Estos "exaltados" no tienen, en su mayoría, nada más que perder que sus vidas, que consideran sin sentido y que están dispuestos a sacrificar en barcos improvisados. 

Desde la crisis sanitaria, Europa ha cerrado sus fronteras a los países extracomunitarios e incluso se han restringido las vías legales de viaje, ya que no se expiden visados desde hace un año. Sin embargo, los intentos de migración clandestina nunca han cesado. Los canales de la ilegalidad son inagotables y la crisis sanitaria parece reconfigurar los contornos de las rutas migratorias. En Argelia, por ejemplo, se organizaron salidas simultáneas el año pasado para aumentar las posibilidades de llegar a las costas europeas y, sobre todo, a las ibéricas. 

Según la ONG Caminando Fronteras, 11.200 migrantes argelinos llegaron a las costas españolas en 2020, mientras que otros 231 perecieron en el Mediterráneo. 

En la vertiente atlántica, con una migración procedente principalmente de Marruecos, Senegal y Níger, 2.170 personas perdieron la vida durante su viaje a la costa española. 

En los países africanos que comparten un espacio marítimo con Europa, la inmigración parece estar al alcance de la mano, pero el mar no ha dejado de tragarse los sueños de partida de los candidatos al viaje. El número de muertes durante estas travesías ha aumentado un 143% respecto a 2019. Además, según Frontex, el número de inmigrantes ilegales que intentan cruzar a la Unión Europea se redujo un 13% el año pasado, hasta alcanzar unos 124.000. Esto significa que las posibilidades de llegar a Europa son mínimas. Sin embargo, la crisis sanitaria sólo explica en parte el descenso de estas cifras. En 2019, Argelia vivió el movimiento de protesta Hirak, que no solo provocó la salida del presidente Buteflika, sino que dio mucha esperanza a los jóvenes que creían en un futuro mejor, pero esta vez en su propio país. 

Aunque las cifras de muertes son alarmantes, no se ajustan a la realidad. Varias embarcaciones clandestinas que partieron de ciudades costeras argelinas siguen desaparecidas. En cuanto al volumen de llegadas a España, los argelinos ocupan el primer lugar a pesar de las restricciones de viaje y la crisis sanitaria. 

En el mayor país del Magreb, la inmigración ilegal forma parte de la vida cotidiana de muchos jóvenes. "Preferimos ser alimento para los peces que ser descompuestos por las lombrices", dicen. Esta frase, que se repite en cada ocasión, se ha convertido en el mantra de estos jóvenes desesperados. 

En torno a este tema se ha construido toda una literatura del exilio.Las canciones de alabanza a la partida son verdaderos éxitos en Argelia y una máquina de éxito, ya que llegan a un amplio sector de la sociedad.

Y a el babor y a mon amour (Oh barco, mi amor) se ha convertido en el himno de la harraga. El propio nombre del ahora famoso cantante, Reda Taliani, hace referencia a los años que pasó en Italia, lo que le convirtió en el cantante oficial del género. El no menos famoso Cheb Khaled también prestó su voz a los inmigrantes clandestinos y su desesperación.  En Francia hemos visto la aparición del rap de los inmigrantes ilegales...

La canción se convirtió en el epitafio de los que murieron en el mar.

El año 2020 fue también el año del enamoramiento de las Islas Canarias. Se registraron 45 naufragios en esta ruta y se rescataron 18.000 personas. Estas llegadas masivas -dado el tamaño de las islas- se han convertido en un verdadero reto social y político para la región. En estos tiempos de covacha, las crisis económicas han terminado por convencer a los más reacios a abandonar sus países. 

Europa, por su parte, persigue sin descanso a las embarcaciones ilegales. 

En Francia, y desde el 1 de diciembre del año pasado, se ha decidido "hacer imposible cruzar el Canal". París y Londres han concluido un acuerdo que prevé la duplicación de las patrullas francesas y la instalación de radares y drones de vigilancia. 

Mientras tanto, los más desgraciados de entre nosotros siguen muriendo en el mar...

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