La inmoralidad de las vacunas

Atalayar_Vacuna Pfizer

No es la salud primero, lo es el poder. Y en la circunstancia actual, con una pandemia en acelerada expansión, las farmacéuticas tienen la sartén por el mango en la producción de las ansiadas vacunas contra el SARS-CoV-2 convertidas en un bien estratégico.

De ellas depende el rumbo futuro de la salud pública mundial y de manera directamente proporcional, lo hace igualmente la salud del PIB, porque en el juego de espejos una sociedad vacunada tendrá más certezas para reflotar la tan añorada recuperación económica. 

Todos los países quieren arrancar sus campañas de vacunación, de momento no hay para la gran mayoría y en medio del atasco por hacerse con los sueros inmunizantes está pasando lo que tanto se temió: unos cuantos países privilegiados acaparan la producción inicial dejando al resto como impávidos observadores

De seguir así, la brecha será insalvable, tal y como lo anticipó desde el verano pasado, Tedros Adhanom, titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En reiteradas ocasiones el directivo hizo más de un llamamiento público a favor de un reparto “democrático y equitativo” de las vacunas en todo el mundo de tal forma que no se repitiese dejar siempre atrás a los países más pobres y subdesarrollados así como a los grupos de refugiados y personas en zonas de guerra o inestabilidad civil.

Le llama “fracaso moral” igualmente de gestión en la distribución de la profilaxis que ante la ausencia de equidad terminará rehaciendo un mundo a varias velocidades de recuperación.

La OMS organizó un mecanismo denominado COVAX en el que están representados 190 países a los que distribuir los viales adquiridos mediante esta plataforma que funge de negociadora con las farmacéuticas y entre sus planes figura comprar un suministro de 2 mil millones de dosis de distintos laboratorios para ser distribuidos antes de que concluya el año.

Aunque mal se ha comenzado porque algunas potencias son las que están acaparando casi todo el mercado de vacunas, algo que Adhanom ha calificado como un acto de especulación para “inflar los precios” a costa de beneficiar solo a los que puedan pagar los suministros a un costo más elevado.

Por su parte, los compromisos de producción de las farmacéuticas son copiosos y en tiempo récord considerando que la del coronavirus no solo es la vacuna más rápida jamás experimentada y aprobada sino también ha resultado ser la más cara en su proceso de investigación: la Unión Europea (UE) ha concedido, hasta 3.267 millones de dólares, mientras que la pasada Administración del expresidente Donald Trump dio 10.761 millones de dólares de las arcas públicas norteamericanas aportados principalmente a  seis farmacéuticas: Moderna, Pfizer y BioNTech; AstraZeneca y la Universidad de Oxford; Novavax; Janssen y Johnson & Johnson; GSK y Sanofi.

A colación

Ese caudal de dinero concedido para encontrar un suero que sirviera para inmunizar contra el coronavirus y así salvar miles de vidas humanas venía preconcedido con la intención de que los países aportantes fuesen igualmente los primeros –antes que ningún otro- en obtener los primeros viales

Por ejemplo, Estados Unidos tiene preadquiridas 800 millones de dosis repartidas entre todos los laboratorios mencionados y cada uno con distintos cupos; a su vez, la UE precompró 760 millones de viales. 

Si la pandemia, su irrupción, su desarrollo, su gestión y su incidencia entre la población, junto con los índices de mortandad, se han convertido en un verdadero descalabro para las autoridades gubernamentales, la distribución de las vacunas sin pleito alguno, sin el virus de la politización y de los odios viscerales es una franca quimera

Ese fracaso anticipado se mueve como un cubo de rubik, el engranaje de cada pieza contribuirá al éxito o al fracaso en las campañas de vacunación  de cada país y dependerá de una serie de factores: demografía, capacidad económica, capacidad organizativa y de toma de decisiones… y, por supuesto, de vacunas surtidas.  

¿Están especulando las farmacéuticas? No es solo la denuncia de la OMS, hace unos días  el ministro de Sanidad de Israel, Yuli Edelstein, reconoció que su país ha pagado inicialmente 314.6 millones de dólares por una parte del cupo. 

¿A qué precio cada vial? De acuerdo con el ministro, la de Pfizer-BioNTech a 47 dólares, esto es, el precio más caro en el mercado (la UE pagó 18 dólares y Estados Unidos, 20 dólares según información actualizada por la OMS) con tal de inmunizar a sus casi 9 millones de habitantes incluyendo tanto a árabes como a palestinos ubicados en Jerusalén Oriental y excluyendo totalmente a los 5 millones de palestinos de Gaza y de Cisjordania. 

En la penúltima semana de enero, la exitosa campaña de vacunación israelita había inoculado a más del 40% de su población, desde luego será el primer país del mundo reforzado contra el impacto del coronavirus

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