Opinión

La mujer en el islam

photo_camera Atalayar_Mujer Islam

El 8 de marzo se celebra el “Día Internacional de la Mujer” y nos recuerda cada año los sacrificios que las mujeres han tenido que realizar para lograr la igualdad y la emancipación. Se trata de un viaje largo, que desafortunadamente aún continúa.

El siglo pasado supuso un hito para las mujeres conseguir ciertos derechos fundamentales, como el del voto, la herencia, el divorcio, el trabajo, poseer bienes propios o el acceso a la educación. Estos derechos ya estaban recogidos en el Sagrado Corán desde el siglo VII.

Tras la llegada del islam, las mujeres consiguieron el derecho a heredar, a trabajar, a poseer propiedades de manera independiente, a casarse con su propio consentimiento, a divorciarse, a casarse de nuevo, a controlar la natalidad, a votar el islam que rechaza que la mujer haya sido creada a partir de la costilla del hombre, o que la mujer sea el origen del pecado. El islam enseña a hombres y mujeres que, a pesar de haber sido creados de manera diferente y de tener diferentes responsabilidades en la sociedad, son iguales en lo referente a su estatus espiritual, intelectual y social, tal y como se menciona en el Sagrado Corán:

“Y ellas (las mujeres) tienen derechos similares a los que ellos tienen (los hombres) en justicia” (2: 229)

En el Sagrado Corán se mencionan mujeres como modelos a seguir, como la vírgen María. La primera persona que aceptó el islam fue una mujer y la persona que construyó la primera universidad también fue una mujer musulmana; el propio Profeta Muhammad (que la paz sea con él) fue quién enalteció a esta mujer como la gran maestra y erudita de la fe islámica.

Elevando el estatus de las mujeres, el islam afirma que “el Paraíso se encuentra debajo de los pies de las madres”, queriendo significar que la bondad y el respeto hacia la madre es el puente hacia el Paraíso en este mundo y en el Más Allá. Según el islam, las mujeres construyen las naciones, y, por lo tanto, desempeñan un papel clave en la reforma y el desarrollo de las sociedades. Por lo tanto, a los hombres musulmanes se les ordena que traten a las mujeres con el máximo respeto, ternura y amabilidad, tal como el Santo Profeta Muhammad (que la paz sea con él) declaró:

“El mejor de entre vosotros es el que mejor trata a su esposa”.

¿Por qué las mujeres de muchos paises musulmanes no disfrutan de estos derechos? Lo cierto es que se trata de pueblos y sociedades cuyas normas de convivencia, en general, abandonaron las pautas indicadas por el Sagrado Corán. El verdadero islam es el gran favorecedor de los derechos e igualdad de las mujeres. Estos derechos constituyeron algo realmente revolucionario y avanzado en el siglo VII.

El entorno social islámico

Hablando de sociedades equilibradas, es una crueldad para las mujeres la necesidad de estar constantemente conscientes de sus apariencias, aspecto y la forma en que van vestidas o arregladas. La venta de cualquier artículo alimenticio o de necesidad diaria como el detergente para la colada requiere anuncios con modelos femeninos. 
Quienes hablan de la igualdad en todas las esferas, olvidan que el asunto de la igualdad se vuelve irrelevante en aquellos terrenos donde el hombre y la mujer están constituidos de manera diferente. Sólo las mujeres pueden dar a luz a los hijos, pueden pasar nueve meses nutriendo la semilla de la generación humana futura y pueden cuidar de sus pequeños, al menos durante el primer período de la infancia y la niñez, como ningún hombre sería capaz. Debido a la larga relación íntima, de sangre, con su descendencia, es la mujer la que tiene un vínculo psicológico más estrecho con sus hijos en comparación con el hombre.

Si los sistemas sociales y económicos ignoran esta diferencia constitucional entre hombre y mujer y su diferencia correspondiente en el papel de los dos sexos en la sociedad, entonces, dicho sistema está destinado al fracaso en su intento de crear un estado de sano equilibrio. Es principalmente por estas diferencias constitucionales entre el varón y la mujer por lo que el islam propone, en correspondencia, roles diferentes para ambos.

La mujer debe permanecer libre, en la medida de lo posible, de la responsabilidad de ganar el pan para la familia. Esta responsabilidad, en principio, ha de recaer sobre los hombros del varón. No obstante, no hay razón por la que a las mujeres se les excluya de poner su parte en los asuntos económicos, siempre que tengan libertad para hacerlo sin descuidar su responsabilidad primaria en la reproducción humana, el cuidado familiar y otros compromisos concomitantes. 

Así pues, el papel de una mujer musulmana entre su hogar y su familia está lejos de acabarse con el crecimiento de los hijos; permanece profundamente vinculada, tanto al pasado como al futuro. Su preocupación humana y bondadosa, y su habilidad innata para cuidar a quienes se hallan necesitados de ayuda, acude al rescate de los miembros ancianos de la sociedad. Así, cuando ella envejece, tiene la seguridad que su sociedad no la desahuciará ni la abandonará como una reliquia del pasado … Hoy encontramos en las sociedades modernas del mundo, una incidencia muy elevada de padres abandonados, viejos o minusválidos, a los que se considera una carga familiar.