La nominación de Biden despierta a los demócratas

Biden's nomination awakens Democrats

Ha habido muchos momentos en el mandato de Donald Trump en los que una parte importante de los ciudadanos norteamericanos se han desconectado de la realidad política de su país. No por ser demócratas convictos y confesos, sino por estar avergonzados de la forma en la que el 45º presidente del país ha llevado a cabo su trabajo durante los tres años y medio que lleva en la Casa Blanca. Incluso republicanos. Esa desconexión ha mantenido aletargada una ilusión, la de recuperar la presidencia tras la derrota inexplicable (¿o tal vez sí fue explicable?) de Hillary Clinton en noviembre de 2016 habiendo cosechado más votos en las urnas pero menos delegados en el Colegio Electoral. The way Trump is handing his job as president es la frase expresiva con que las encuestas de valoración del líder se publican diariamente en la primera potencia mundial, y ha sido desde el inicio del mandato lo suficientemente despegada como para darle a Trump una apariencia de popularidad que reflejaban los sondeos por ese letargo pero que escondía la opinión resguardada en las filas demócratas.

La noche (hora española) en la que se anunció el ticket electoral de Joe Biden, la del pasado martes 11 de agosto, amigos de tendencia republicana o demócrata enviaban a Europa sus mensajes de esperanza y felicitación por la decisión de nominar a Kamala Harris como candidata a vicepresidenta. Decenas de mensajes nos inundaron el móvil desde estados como Florida, California o Nueva York. Los potenciales votantes de ese ticket, bien sea por convicción en las posibilidades de Biden-Harris o bien por rechazo visceral a Trump, veían al fin posibilidades, más allá de las encuestas que desde hace semanas otorgan al ex vicepresidente una cómoda ventaja pero con el riesgo real de que cualquier acontecimiento no esperado coloque de nuevo a su adversario al frente de las encuestas reforzado por la ostentación del poder en momentos de inseguridad e incertidumbre. El perfil de Kamala, muy conocida en California de donde llegaban los mensajes más embriagados, ha despertado esa ilusión colectiva porque ven en ella el carácter fuerte necesario para enfrentar a Trump-Pence, ante la indolencia de Biden y su tendencia a desaparecer cuando vienen mal dadas. Muchos de esos potenciales electores suspiran ya por los debates televisivos, regulados por ley en ese país, en los que están seguros de que la Harris destrozará a Pence sin piedad. O eso es lo que transmiten, al menos. 

La convención (que no pudo ser) de Milwaukee ha oficializado la candidatura de Biden, el expreso político de Scranton, Pensilvania. El hombre que tuvo paciencia suficiente para aguardar al golpetazo de Hillary en 2016 y presentar la batalla cuando realmente se produce el examen de futuro de Estados Unidos, el próximo noviembre. Estados Unidos no es la gente del cine hollywoodiense que clama desde el primer día de la administración por el derribo de Trump y que no ha aceptado el resultado de las urnas. Estados Unidos son decenas de millones de ciudadanos que se enorgullecen de su patria y quieren tomar la decisión más acertada en un momento de encrucijada social e histórica, en un contexto en el que el mundo parece derrumbarse y el acoso al liderazgo norteamericano llega por tierra, mar y aire. Y por el virus, especialmente por él y por la equivocada forma con que el presidente ha afrontado esta pandemia que puede llevarse por delante su poder. En el cónclave de las pantallas HD han brillado Bill Clinton y la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, aunque a ésta última le han concedido tan poco tiempo que parecería un deseo del aparato del partido que se desvaneciera junto al también más radical progresista Bernie Sanders. Y el papel estelar de Jill, la esposa del candidato ha recogido el testigo de la noche anterior de la ex Primera Dama Michelle Obama, en un ambiente de celebración algo contenida a la espera del discurso de aceptación de la candidatura que cerrará la #DemConvention. 

Ahora Trump tendrá que devolver el golpe con su elección la próxima semana en la convención virtual que no podrá celebrarse en Jacksonville como el presidente aspiraba, porque Florida sigue inmersa en una brutal crisis sanitaria que además ha hundido su economía y su tejido laboral. De momento ha tratado sin éxito de polarizar los noticieros televisivos con su minigira por Minnesota, Wisconsin, Iowa y Arizona, tratando de demostrar valentía frente a la COVID-19 mientras su rival se queda en casa e interviene por videoconferencia en su propia fiesta de nominación. 
 

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato