La rebelión de los corderos de Wall Street 

REUTERS/CARLO ALLEGRI - Se espera que los mercados financieros estadounidenses remonten en su apertura

Es tópico que cuando los depredadores de la Bolsa de Nueva York huelen la sangre de una víctima malherida se abalanzan sobre ella hasta devorarla implacablemente con sus dentelladas. Son los denominados lobos de Wall Street, profusa y descarnadamente glosados en numerosas películas y series de televisión. Esas fieras se han especializado en detectar empresas que se quedan atrás, cuyos productos van desapareciendo de las apetencias del público por obsolescencia o por su cada vez menor competitividad frente a sus rivales. Es en ese momento en que operan a la baja y a corto plazo. ¿Cómo? Pidiendo prestadas las acciones de la empresa para venderlas en la Bolsa. Suponen, y así sucedía casi siempre, que el valor de esas acciones se desplomará en cuestión de días o incluso horas o minutos, lo que les permitirá recomprarlas mucho más baratas. Su ganancia es la diferencia entre el precio de venta y el de compra, devolviendo de paso las acciones tomadas a préstamo. Por el camino, la empresa malherida habrá tenido que echar el cierre o quebrado directamente, con sus correspondientes secuelas sociales. Ese modo de operar a la baja es uno de los preferidos de algunos de los grandes fondos de inversión, sistema prohibido o muy acotado en países como España pero plenamente vigentes en Estados Unidos.  

La persistencia de esa rutina ha conseguido que en el imaginario común Wall Street sea contemplado como un casino en el que solo ganan los muy profesionales del juego especulativo, y símbolo de pérdidas seguras, o incluso la ruina, para los que osan acercarse al sueño de multiplicar sus ganancias apostando a la prosperidad a medio o largo plazo de determinadas compañías.  

Pues, bien, al menos por una vez los corderos de la Bolsa neoyorquina no se resignaron a su suerte en silencio, y decidieron hacer frente a los lobos. Tres eran las principales víctimas propiciatorias: la compañía de videojuegos GameStop, la cadena de salas cinematográficas AMC, y la tecnológica Blackberry. Las tres fueron no hace tanto tiempo líderes en sus respectivos sectores, pero hacía ya algunos años que languidecían ante el incontenible avance de sus nuevos adversarios.  

Ninguna de las tres firmas anunció golpes de timón, inesperadas revoluciones en sus procesos productivos ni absorciones o fusiones con alguno de sus gigantescos competidores. Y, sin embargo,  en cuestión de pocos días las acciones de GameStop se revalorizaron un 400%; las de AMC llegaron a rozar el 300% mientras que las de Blackberry se disparaban más de un 100%. Todo ello a consecuencia de que varios miles de pequeños accionistas, a través de un foro denominado Reddit, apostaran supuestamente no solo por la hipotética viabilidad de tales empresas sino por su futuro presuntamente radiante, al menos en apariencia.  

Una sangría gigantesca 

Grandes fondos como Melvin Capital y Citron Reasearch, cuyo negocio es mayor cuanto más se hunden las empresas en Bolsa, hubieron de cerrar posiciones a corto para contener la sangría provocada por la fortísima subida de los valores, cuando ya habían perdido en apenas dos días más de 10.000 millones de dólares.  

Para conseguir sus fines, los miles de pequeños accionistas agrupados en el foro de Reddit utilizaron la aplicación denominada Robinhood, instaurada precisamente para facilitar el acceso a la Bolsa a los inversores particulares, permitiéndoles realizar sus transacciones gratuitamente. Pero, la convulsión fue de tal magnitud que la Comisión de la Bolsa de Valores (SEC) obligó a Robinhood a restringir el volumen de las operaciones al dispararse incontroladamente la volatilidad. Una maniobra denunciada por varios congresistas norteamericanos tanto demócratas como republicanos, que amenazan con una comisión de investigación, por entender que las limitaciones impuestas a Robinhood chocan con la liberalidad con que operan los fondos de alto riesgo, los conocidos por su expresión inglesa, “hedge funds”.  

La convulsión en el mercado bursátil de la mayor plaza financiera del mundo también afectó a muchas otras cotizaciones, ya que los fondos de valores hubieron de compensar sus abultadas pérdidas procediendo a la venta de acciones de otras compañías más sólidas. En suma, ha sido la primera vez en que se ha producido un movimiento telúrico de las cotizaciones de abajo a arriba y no al revés, la imagen clásica del desplome y hundimiento fijada en aquella volatilización de 1929, punto de partida en el que se fija la Gran Depresión. También rompe con la inercia de actuación de no pocos grandes fondos, y alumbra alguna esperanza para los pequeños accionistas, sempiternos paganos de todas las fiestas.  

Queda también para la historia el hecho de que entre los animadores de este pequeño gran cataclismo estaba también Elon Musk, fundador de Tesla y disputando a Jeff Bezos la primacía de los personajes más ricos del mundo. Su empujón a la meteórica subida de las acciones de GameStop o AMC le ha hecho incrementar seguramente sus ganancias, pero el fondo de su batalla estaba en propinar un pescozón financiero a los fondos bajistas que apuestan por la ruina ajena. Todo se reconducirá sin duda, pero es un aviso de que el “capitalismo de casino” tiene los días más que contados.   

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