Opinión

La respuesta del Islam a problemas del mundo contemporáneo (50)

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ENTREGA 50. LA PAZ POLÍTICA.

Presentamos esta entrega (la número 50) continuando donde dejamos la escritura en la entrega anterior. Habíamos descrito la primera parte de la definición de democracia según el Santo Corán,. Continuamos con la segunda parte de la definición. 

(Pueden consultar las referencias del Sagrado Corán en https://www.ahmadiyya-islam.org/es/coran/

La segunda parte de la definición de democracia se refiere a “por el pueblo”. En la siguiente parte del versículo se hace clara referencia a esto:

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“En verdad, Al’lah os ordena entregar lo encomendado a quienes tengan derecho a ello”. (4:59)

Esto significa que siempre que uno exprese su voluntad para elegir a tus gobernantes, debe situar la responsabilidad en el lugar al que por derecho pertenece.

El derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes se menciona, por supuesto, aunque incidentalmente. El verdadero énfasis se pone en cómo se debe ejercer este derecho. Se recuerda a los musulmanes que no es una simple cuestión de voluntad personal que pueden ejercer del modo que les parezca, sino que mucho más que eso; es una cuestión de responsabilidad nacional. En asuntos de responsabilidad, no quedan muchas opciones. Uno debe desempeñar la responsabilidad con toda honestidad, integridad y espíritu desinteresado. La responsabilidad debe reposar donde realmente pertenece.

Muchos letrados musulmanes citan este versículo sólo para indicar que el Islam propone el sistema y la teoría de la democracia como se entiende en la filosofía política occidental, pero esto es sólo cierto en parte.

El sistema de consulta mencionado en el Sagrado Corán no deja sitio para la política de partidos de las democracias occidentales actuales, ni da licencia al estilo y espíritu de los debates políticos en los parlamentos y cámaras de representantes elegidos democráticamente. Como ya hemos discutido este aspecto en detalle, no es necesario añadir nada más.

También debería señalarse en relación con la segunda parte de la definición de democracia, que según este concepto de consulta mutua, el derecho a votar pertenece prácticamente de manera absoluta a los votantes sin otros requisitos o  condiciones  que infrinjan este derecho.

Según las normas habituales de democracia, el votante puede desperdiciar su voto en favor de un títere, o echar a perder o tirar su papeleta en la papelera en lugar de en la urna electoral. Seguirá siendo irreprochable y no se le podrá tachar de haber violado ningún principio de la democracia.

Según la definición del Santo Corán, sin embargo, el votante no es el dueño absoluto de su voto sino un depositario. Como depositario, debe depositar su confianza con justicia y honradez, donde considere que verdaderamente pertenece. Debe estar alerta y ser consciente de que será responsable de su acción ante los ojos de Dios.

A la vista de este concepto islámico, si un partido político nombra un candidato al que otro miembro particular del partido considera incapaz de desempeñar su responsabilidad nacional, dicho miembro debería dejar el partido antes que votar por alguien que no le merece la confianza. No se permite que la lealtad al partido interfiera en su elección.

Una vez más, se debe desempeñar la responsabilidad de buena fe. Por lo tanto, todo votante debe participar completamente en el ejercicio de su voto durante las elecciones a no ser que esté incapacitado para hacerlo. De otro modo, habrá fracasado en el desempeño de su propia responsabilidad. El concepto de abstención o contención en el ejercicio del voto, como ocurre en los países occidentales donde casi la mitad del electorado no se molesta en votar, no tiene cabida en el concepto islámico de democracia.

La confusión en cuanto a la verdadera naturaleza del gobierno islámico

Se está haciendo popular entre los pensadores políticos musulmanes de la época contemporánea, postular que Islam se inclina por la democracia. Según su filosofía política, al ser Dios la autoridad definitiva, la soberanía le corresponde a Él.

La autoridad divina.

La soberanía absoluta le corresponde a Dios. El Sagrado Corán recalca Su dominio en el siguiente versículo:

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“Exaltado sea, pues, Al’lah, el Legitimo Soberano. No hay más Dios que Él, el Señor del Trono Glorioso”. (23:117)

El principio fundamental de que, en última instancia, todos los derechos a gobernar pertenecen a Dios y que Él es el Señor de la Soberanía, se menciona de distintas formas en el Sagrado Corán, de las cuales el versículo anterior es sólo un ejemplo.

En el manejo de los asuntos políticos, la soberanía de Dios se expresa de dos maneras:

a) La Ley (Shariah) por derivarse del Sagrado Corán, la conducta del Santo Profeta del Islam (lpbD) y también de las tradiciones establecidas atribuidas a él por los primeros musulmanes, son supremas. Conlleva pautas esenciales para la legislación y ningún gobierno elegido democráticamente puede interferir en la Voluntad expresa de Dios.

b) Ningún proceso legislativo sería válido si contradijese el principio antedicho.

Desgraciadamente, sin embargo, no hay unanimidad entre los letrados de las diversas sectas del Islam en cuanto a cuáles son las Leyes bien definidas (Shariah). Todos los letrados están de acuerdo en que la legislación es prerrogativa de Dios y que Él ha expresado Su Voluntad a través de la revelación coránica al Sagrado Fundador del Islam (lpbD).

En cuanto al modo en que debieran manejarse los gobiernos islámicos, la idea popular es que en los temas, asuntos y medidas administrativas del día a día, el gobierno, como representante del pueblo, sirve como instrumento para expresar la Voluntad de Dios. Como la soberanía pertenece al pueblo a través de un poder delegado, por tanto tal sistema es democrático.

(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(Continuaremos en la siguiente entrega, la número 51, donde hablaremos del “mul’lahismo”)