Opinión

Las potencias mundiales y el conflicto entre Argelia y Marruecos

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El Ministerio de Defensa argelino emitió un comunicado el lunes 28 de noviembre informando de la anulación de las “maniobras militares antiterroristas” que deberían haber tenido lugar en la antigua base militar francesa de Hammaguir, en el oeste argelino, a medio centenar de kilómetros de la frontera marroquí en la región de Bechar; una región que vive en estado de permanente tensión desde hace 60 años, cuando tuvo lugar la llamada “Guerra de las arenas” que enfrentó localmente Argelia con Marruecos, a causa de una frontera en disputa y unos acuerdos firmados entre ambos países, pero no respetados. 

La suspensión de las maniobras militares ruso-argelinas ha dado pie a numerosas interpretaciones, todas ellas parciales, y de las que se han sacado conclusiones a menudo erróneas y fantasiosas. 

Por la importancia del tema y los efectos que puede tener en la seguridad del Mediterráneo occidental y de la región que engloba el Magreb y los países del sur-oeste europeo, en primera fila España y Francia, es necesario subrayar algunas precisiones. 

Las dos interpretaciones extremas sobre la anulación de las maniobras son que fue hecha unilateralmente por la parte argelina, para no desafiar a sus interlocutores occidentales; o que fue hecha unilateralmente por la parte rusa, por motivos aún por dilucidar.

Veamos. Si la decisión de suspender unos simples ejercicios antiterroristas, en los que iban a participar 180 efectivos especializados en la detección y anulación de grupos terroristas hostiles a la seguridad nacional argelina proviniese de la parte argelina, en primer lugar, se habría anunciado antes de comenzar dichas maniobras o bien uno o dos días después, es decir el 16 de noviembre. Sin embargo, el anuncio de la anulación se hizo el 28 de noviembre, cuando ya deberían haber finalizado. De ahí que algunos medios de comunicación se hayan apresurado a decir que “Argelia se distancia de Rusia”, que “la luna de miel militar entre Moscú y Argel está llegando a su fin”, o que “Argel ha comenzado a dar un giro en su política de defensa y seguridad, aceptando las sugerencias o presiones de Estados Unidos y Francia para distanciarse de Rusia”.  Nada más lejos de la realidad.

Ninguno de estos argumentos tiene solidez. Las relaciones militares y de seguridad entre Argel y Moscú tienen 60 años de existencia. El principal proveedor de armas a Argelia ha sido, sigue siendo y lo seguirá aún por un periodo de tiempo importante Rusia. No se puede cambiar de un día para otro la estructura de las Fuerzas Armadas, su material, su formación y su planificación. 

A lo largo de sus 60 años de independencia, Argelia ha sufrido presiones por parte de Occidente, principalmente Francia y en menor grado Estados Unidos, que entienden perfectamente las contradicciones del régimen argelino, para alterar esta ecuación militar ruso-argelina. París ha ofrecido en numerosas ocasiones sustituir el material ruso, blindados, defensa antiaérea, aviación, que tildaba de “obsoleto” e “inadaptado” a las Fuerzas Armadas argelinas deseosas de modernizarse, por material propio francés, o fabricado con patente europea y OTAN. Argelia nunca lo aceptó, por desconfianza, por precaución o por la propia inercia de la maquinaria militar, la de uno de los Ejércitos más importantes de África en efectivos y en armamento. Salvo pequeñas partidas de material militar francés y estadounidense, y en los últimos tiempos chino, alemán y de otros países de la OTAN, Argel ha seguido adquiriendo la mayor parte de su armamento en Rusia. Y tiene previsto adquirir aún más. Del aumento considerable de presupuesto militar para 2023, que alcanza los 23.000 millones de dólares, una buena parte será para contratos con Moscú. Acuerdos y contratos que probablemente sean anunciados durante la visita de Estado que el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune tiene previsto hacer a Rusia próximamente. El estamento militar argelino, concretamente el Estado Mayor y a su cabeza el general Saíd Chengriha, quieren que la visita se realice antes de fin de año o en las primeras semanas de 2023, para formalizar dichos contratos y adquirir lo más rápido posible el material de última generación con el que planifica su modernización. 

Sin embargo, no hay que descartar que el comunicado emitido por el Ministerio de Defensa argelino tenga otra interpretación, y que lo que se ha anulado han sido las maniobras “tal cual estaban diseñadas”. En otras palabras, que sí se han realizado ejercicios militares conjuntos, pero que no tenían el esquema previsto. Por motivos tácticos y de Secreto de Defensa, ambas partes podrían haberse puesto de acuerdo para decir que no ha habido maniobras conjuntas. 

En cuanto a la hipótesis de que hayan sido los rusos quienes de manera unilateral hayan decidido suspender los ejercicios antiterroristas, no posee ninguna credibilidad. Considerando el acoso económico-militar que está sufriendo Rusia, con la enfangada guerra de Ucrania, y la intención, irreversible según parece, de los Estados Unidos de implantar armas ofensivas en las cercanías de la frontera con Rusia/Bielorrusia, por Ucrania, Polonia, Estonia, Letonia, Bulgaria y Rumania, Moscú tiene necesidad de movilizar al máximo los apoyos internacionales de los que dispone, sea de países alineados directamente con Rusia, sea de países que no comulgan con los planes estadounidenses, como el grupo de los BRICS, Venezuela, Cuba, Etiopía, Eritrea, Argelia, Egipto, así como un nutrido grupo de países latinoamericanos y africanos. Creemos que no ha sido Rusia quien ha tomado unilateralmente esta decisión.

El escenario más probable y que concuerda con los datos geopolíticos actuales, es que si ha habido anulación de los ejercicios ha sido una decisión de ambos. En gran medida porque Argelia quería dar a los ejercicios antiterroristas un enfoque y alcance que los rusos no estaban dispuestos. Argel tenía interés en que dichas maniobras fuesen una advertencia al vecino marroquí, que el régimen considera “enemigo de Argelia”, y que desde el Estado Mayor de Rabat fuesen vistos como “un escenario amenazante”, de tal modo que en caso de conflicto armado entre los dos países “Rusia se pondría al lado de Argelia contra Marruecos”. 

Consideradas estas intenciones, Moscú había declarado mucho antes del comienzo de los ejercicios, que “no iban dirigidas a terceros”, tanto para enviar un mensaje a Marruecos, como a la misma Argelia, de que no estaba  dispuesto a modificar el esquema de las mismas y que pareciesen maniobras destinadas a disuadir eventuales ataques marroquíes utilizando bandas terroristas a su servicio. 

Esta misma lectura ha sido hecha en Rabat, donde los medios de comunicación afines al Palacio Real han puesto de manifiesto en los últimos tiempos que Marruecos no ha seguido la línea dictada por Washington a sus aliados y se ha abstenido de votar en la ONU en contra de Rusia. Rabat recuerda además que entre Rusia y Marruecos existen lazos importantes, acuerdos comerciales de beneficio mutuo y un diálogo que no ha sufrido alteraciones a pesar de la crisis internacional actual. 

Es más, en Rabat se dice que la visita programada por el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, a Marruecos el próximo mes de enero – tal como ha informado el periodista Álvaro Escalonilla en ATALAYAR -, puede ser la ocasión para que Moscú adopte una posición más favorable a Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental, dando su apoyo a la fórmula de regionalización avanzada en la excolonia española dentro de un marco soberanista marroquí, algo similar a lo que Moscú pretende hacer con las regiones prorrusas del sureste ucraniano, Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiya. Rusia no excluiría el referéndum de autodeterminación, que es una fórmula de la ONU, pero apostaría por al plan marroquí viéndolo más realista. 

En resumen, Argelia sigue siendo un aliado fuerte de Rusia y de China, aunque con una política de equidistancia con Occidente, un no-alineamiento modernizado por decirlo así; y seguirá adquiriendo su armamento en Rusia. Lo que no es óbice para seguir siendo uno de los principales suministradores de gas y petróleo a Europa, con quien tiene la mayoría de sus relaciones comerciales. 

Marruecos, por su parte, seguirá siendo un socio estratégico de los Estados Unidos y de la OTAN, pero insistirá en una política propia conforme a sus intereses, que, según declaró el rey Mohamed VI, tendrán el tema del Sáhara como “nudo central”, y en torno al cual girará toda su diplomacia.

En cuanto a Rusia, no sólo no se irá del Magreb, sino que proyecta para 2023 una intensificación de relaciones con el continente africano y en particular la consolidación de los vínculos con el Magreb, desde Mauritania hasta Egipto, pasando por Marruecos, Argelia y Libia.