Lo de Francia es la crisis de la democracia que vive Europa

Macron

A la democracia hay que cuidarla como si fuese un paciente más. Montesquieu ya señalaba en el siglo XVIII que la democracia debía evitar el espíritu de desigualdad porque corre el riesgo de construir gobiernos en los que no todos están representados.

En Francia, tres de cada diez electores decidieron quedarse en casa en la pasada segunda vuelta electoral del domingo 24 de abril en la que Emmanuel Macron refrendó su presidencia tras obtener 18.779.809 votos con un respaldo del 58.5%.

El mandatario galo permanecerá otros cinco años más pero lo hará bajo la sombra de la ultranacionalista Marine Le Pen, que ha vuelto a acortar distancia tras obtener el 41.5% de los sufragios con 13.297.728 votos. La política populista siente que la ultraderecha al fin acaricia el ansiado poder en Francia, sus resultados son mucho mejores que los obtenidos frente a Macron en 2017 –también en la segunda vuelta– cuando él la superó por 32.2 puntos, tras atraer el 66.1% de los votos para su République en Marche!

Esta vez, Macron ha ganado con menos votos y con una menor participación ciudadana porque el abstencionismo creció hasta el 28.2% el peor dato desde 1969.  Mientras que Le Pen consiguió más apoyos dado que en 2017 atrajo el 33.9% de los votos y en la justa del pasado 24 de abril tuvo 7.6 puntos más y casi acortó a la mitad la brecha entre ella y el político centrista en comparación con 2017.

Para el analista político, Paul Taylor, no hay forma de “respirar aliviados” por la reelección de Macron porque las fuerzas del nacionalismo euroescéptico que tanto asustan a Europa siguen repiqueteando a las puertas del Palacio del Elíseo.

Le Pen, señala, es una populista de extrema derecha que ha ganado un porcentaje de votos sin precedentes y ella está aguardando hacerlo cada vez mejor.

Una nación, Francia, edificada a sí misma como inspiración universal de una serie de valores democráticos tiene una parte de su sociedad que lleva varios años perdiéndole miedo a una ultraderecha que fehacientemente culpa de todos los males a la inmigración, a la globalización y a la Unión Europea.

En estas recientes elecciones, en realidad, la abstención ha sido la ganadora que, sumada a los votos nulos, ha dejado 16.922.463 sufragios estériles como muestra del descontento ciudadano. Se trata de una acción elocuente y reveladora del estado de ánimo de la población que no se siente representada ni por Macron, ni por Le Pen.

Hay una indiferencia preocupante entre el electorado que le daba exactamente lo mismo que en los próximos cinco años lo gobernase un europeísta que una euroescéptica; le daba lo mismo, que lo gobernase una persona a favor de la globalización, que una conservadora y localista. Que Le Pen, inclusive, pudiese seguir en determinado momento el mismo camino que Reino Unido con su Brexit.

La indiferencia es siempre fría y dolorosa, a Macron lo ha golpeado en seco y así lo ha reconocido: “Su silencio significa una negación a la decisión y también vamos a responder. También soy depositario de las divisiones que se expresaron hoy”.

“Sé que muchos de nuestros compatriotas me han votado hoy no para apoyar las ideas que llevo sino para bloquear las de la extrema derecha. Y quiero darles las gracias aquí y decirles que soy consciente de que este voto me obliga para los próximos años”, señaló Macron, en su discurso de la victoria, ante sus seguidores en Campo Marte con la Torre Eiffel mostrando su magnificencia.

El político nacido en Amiens afirmó que este nuevo período, este quinquenio, no será igual al de su anterior gobierno y reiteró –insistentemente–  que gobernará para todos al tiempo que dedicó unas palabras para los ciudadanos que votaron por Le Pen. "Sé que para muchos de nuestros compatriotas, que hoy han optado por la extrema derecha, la rabia y los desacuerdos que los llevaron a votar por este proyecto también deben ser respondidos. Esta será mi responsabilidad y la de quienes me rodean”, aseveró ilusionado.

Para Le Pen, que salió con una enorme sonrisa arropada por sus seguidores que la vitoreaban cerca del Bosque de Bolonia, la batalla por conquistar el poder sigue y seguirá porque ella se asume como oposición al gobierno de Macron en un momento sensible con unos partidos políticos tradicionales que, según sus palabras, nadie quiere.

La abogada y activista analiza sus resultados desde el punto de vista de una perdedora que de forma relevante ha acortado su ventaja con un discurso que sigue siendo rupturista. “Estos resultados obtenidos son una gran victoria porque la batalla no ha terminado. Hay que mirar los datos con esperanza porque lo que hoy hemos  logrado constituye para los dirigentes franceses y europeos el testimonio de la confianza del pueblo francés y su aspiración compartida para un gran cambio”, espetó la candidata.

La líder de Agrupación Nacional sabe que su discurso ha calado en más gente y que se ha visto beneficiada por la indiferencia de tan alto abstencionismo porque entre elegir un gobierno blanco o negro, millones optaron por quedarse en casa.

"Temo que este quinquenio que viene tendrá prácticas brutales sin precedentes y que Macron no hará nada para evitar las fracturas que dividen a nuestros compatriotas”, declaró Le Pen.

Una victoria de Le Pen es lo peor que le hubiese podido suceder a Francia y a la UE en pleno momento de cohesión del bloque ante la invasión rusa de Ucrania en la que se discuten e imponen sanciones y se condena la ocupación bélica.

El triunfo de Macron, su reelección, proporciona un respiro temporal a la UE que volverá a dormir tranquila tras conocerse los resultados, aunque ninguna democracia puede quedarse cruzada de brazos ante el acecho de la ultraderecha.

Para el mandatario galo, el suyo es un proyecto de futuro:  “Y es humanista, ambicioso, ecologista, por la independencia de nuestro país y por una Europa fuerte”.

Resultados con lupa

Las primeras felicitaciones expresadas por los diversos líderes europeos destacaron el papel relevante de Francia como eje del club e impulsor de muchas políticas votadas desde Bruselas.

Olaf Scholz, canciller de Alemania, utilizó su cuenta de Twitter para felicitar al presidente Macron: "Sus electores también enviaron hoy un fuerte compromiso con Europa. ¡Me complace que continuemos con nuestra buena cooperación!”, escribió.

A su vez, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, tuiteó: “Enhorabuena, querido Emmanuel Macron. En estos tiempos difíciles, necesitamos una Europa fuerte y una Francia plenamente comprometida con una Unión Europea más soberana y estratégica”.

Más felicitaciones por parte de Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, que destacó “su gran reelección” y la necesidad de una Francia fuerte dentro de la Unión Europea para hacer frente a los retos de un mundo cada vez más incierto y preocupante.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, expresó su deseo de seguir con “nuestra excelente cooperación” en la que juntos “haremos avanzar a Francia y a Europa.

Por su parte, Pedro Sánchez, presidente de España, destacó en su Twitter que: “Los ciudadanos han elegido una Francia comprometida con una UE libre, fuerte y justa. Gana la democracia. Gana Europa. Enhorabuena”.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, se sumó a la enhorabuena con un mensaje cariñoso: “Tu incansable dedicación será muy necesaria para atajar los desafíos que estamos enfrentando en Europa”.

La Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad es un termómetro social y político de lo que pasa en el espectro europeo, con una nación multicultural, en la que han llegado a estar en juego aspectos como vestir con la hiyab que Macron defiende como parte de la libertad de su nación amparada por la Constitución laica y republicana pero que Le Pen trae en la mira con un referendo para prohibirlo.

En los mecanismos de representación actual hay fallos. Macron es un político joven, de 44 años de edad, su visión por ende debería estar más cercana a la generación millennial que sigue sintiéndose damnificada por la crisis de 2008; por la crisis desatada a raíz de la pandemia y ahora por el cisma en los mercados de las materias primas provocado por la invasión rusa a Ucrania.

Le Pen, de 53 años, también es joven y aspira tan ambiciosa como es a aglutinar a todos los colores de la derecha y seguirá trabajando con ahínco por conquistar a la Francia olvidada de las actuales políticas públicas que orbita en las campiñas y en los suburbios marginales.

Ella ha encontrado –y cada vez más– mayor eco en los territorios franceses de ultramar que se sienten muy lejos de las políticas del Elíseo, con una irritación que la ha favorecido con votos considerables en Guadalupe (Le Pen 69.6% y Macron 30.4%); Martinica y Guyana Francesa (ganó con el 61%); en San Bartolomé y San Martín (55.52%); en San Pedro y Miquelón (50.69%) y solo en la Polinesia francesa Macron salió vencedor (51.81%).

"Mi agradecimiento es especial para nuestros compatriotas de provincias y de los territorios de ultramar que me han situado a la cabeza en esta segunda vuelta, con una fuerza extraordinaria que me conmueve. Esta Francia demasiado olvidada, nosotros no la olvidamos", esgrimió Le Pen en su discurso postelectoral.

El reto de la gobernabilidad

Hacía mucho que no se tenía un resultado tan malo en unas elecciones francesas, la democracia está sufriendo convulsiones no solo en Francia sino en muchos otros países con tiempos volátiles, confusos y enrarecidos por la guerra de Ucrania, por la pandemia y por la destrucción de muchos valores que suman y unifican.

Macron se reelige pero corre el riesgo de tener un Gobierno débil: la fecha clave para saber el rumbo de la gobernabilidad de los próximos años serán las elecciones legislativas del próximo 12 de junio de 2022 y el panorama puede ser sumamente complicado si la République en Marche! no saca a la gente de sus casas. Macron ha ganado porque la indiferencia decidió quedarse dormida y porque de la izquierda, más o menos moderada, del partido Francia Insumisa que lidera Jean-Luc Mélenchon le votaron un 42% de sus correligionarios.

La guerra no está ganada pero se gana de batalla en batalla y Le Pen sabe que hacerse con el control del Legislativo es una baza estratégica para consolidar  una trinchera contra las políticas de Macron.

"Lanzamos esta noche la gran batalla electoral de las elecciones legislativas. Libraré esta batalla con todos aquellos que tengan la valentía de oponerse a Macron”, declaró Le Pen ante cientos de sus seguidores.

No hay forma de respirar tranquilos en Europa por mucho tiempo, remarca Paul Taylor, porque hay que tener la mirada puesta en los próximos cinco años: “Vale la pena pensar en cómo Francia, el cofundador de la unión y pilar indispensable, puede evitar jugar a la ruleta rusa con el futuro de Europa cada cinco años”.

Para el analista político y escritor, con el colapso de los dos partidos que dominaron la política de la V República de Francia desde 1958, los gaullistas de centro-derecha y los socialistas de centro-izquierda, el país se ha quedado efectivamente con un solo bloque centrista proeuropeo laxo por un lado, y por el otro es difuso con fuerzas eruptivas de anti-globalización, anti-UE, nacionalismo anti-inmigración y proteccionista.

Hay una postura anti-todo envalentonada que irá decidida a conquistar el mayor número de escaños en las próximas legislativas y que ya suspira por la campaña de  2027.

“En una democracia, el poder tiende naturalmente a alternar entre dos grandes campos políticos. Pero la democracia francesa ha sido vaciada. Esto se debe en parte a una Presidencia electa demasiado poderosa, que ha reducido el Parlamento a un sello de goma siempre que el presidente tenga la mayoría en la Asamblea Nacional”, según Taylor.

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