Los europeos ante la crisis de Ucrania

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A poco de tomar posesión y de formar gobierno, el canciller alemán Olaf Scholz se ha tenido que enfrentar a su primera gran crisis internacional por culpa de Ucrania. Y no está saliendo muy bien parado por su reticencia a mostrar firmeza ante las amenazas militares de Putin. Joschka Fischer que fue líder de los Verdes y ministro de Asuntos Exteriores en la época de Gerhard Schroeder (quién por cierto es el actual presidente del controvertido gasoducto Nord Stream 2 y próximo miembro del Consejo de Gazprom, además de presidente de Rosneft), ha escrito un artículo titulado “Ucrania y el futuro de Europa” donde afirma que una guerra pondría en causa el orden europeo y principios tan queridos como la renuncia a la violencia, la autodeterminación, la soberanía nacional, la integridad territorial, y la inviolabilidad de las fronteras sobre los que se asentó Europa desde el fin de la Guerra Fría. Nada menos. Tiene razón y por eso no caben tibiezas ni medias tintas y ha hecho bien nuestro ministro de Asuntos Exteriores en coger el avión para ir a Kiev y expresar la solidaridad de España con Ucrania en estos momentos difíciles. Es verdad que la ministra alemana Annalena Baerbock ha ido también un par de veces a Kiev... donde ha llevado 5000 cascos como contribución a la defensa contra Rusia. Parece de risa.

Scholz ha estado estos días en Washington donde se ha entrevistado con Biden. Su comparecencia posterior ante los medios reflejó a un presidente norteamericano muy firme, amenazando Putin con durísimas sanciones incluida la no entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2 (que los americanos nunca han querido por considerar que aumentaría la dependencia alemana de Rusia), mientras que Scholz aparecía más evasivo, sin mencionar el gasoducto (que provoca desacuerdos dentro de su propio gobierno) y afirmando, eso sí, que ambos hablaban “con una sola voz” y que están de acuerdo en una “ reacción conjunta” que tendría “ gravísimas consecuencias” para Moscú en caso de agredir a Ucrania. Scholz, que planea un viaje a Rusia, mantuvo esta vaguedad tras reunirse posteriormente en Berlín con Emmanuel Macron y con Andrzej Duda. Los tres líderes afirmaron entonces que su objetivo común es “evitar una guerra en Europa” algo en lo que todos estamos absolutamente de acuerdo pero que no deja de ser una frustrante obviedad. En la actitud de Scholz confluyen sin duda el recuerdo de un pasado que sigue pesando mucho en Alemania y que explica sus reticencias a liderar, junto con su dependencia del gas ruso cuando tras Fukushima decidieron cerrar las centrales nucleares, innegables intereses económicos y comerciales, y una cierta bisoñez en el cargo que posiblemente le anima a ir con pies de plomo y no como a Macron, que pretende aprovechar la salida de Merkel para sacar pecho y convertirse en el líder de Europa en un momento en que su país prepara elecciones en las que se juega el puesto. El caso es que Macron se plantó en Moscú en plan De Gaulle con algunas ideas para resolver la crisis y tener luego que escuchar la impertinencia rusa -no exenta de veracidad- de que no es Francia el país que manda en la OTAN y que esas cuestiones Moscú prefiere tratarlas con Washington. Algo así como decirle que los niños no deben jugar con las cosas de los mayores. Muy duro. Pregunto: ¿no les iría a todos mejor yendo juntos bajo el sombrero europeo que tratando de hacer la paz por su cuenta para recibir desaires? Disculpen mi ingenuidad pero como dijo Enrico Letta un día, “Europa está compuesta de países pequeños y otros que aún no saben que lo son”. Por eso habría que respaldar los esfuerzos de Borrell por dar visibilidad a Europa, porque si no vamos juntos no nos tomarán en serio ni rusos, ni chinos, ni americanos.

Afortunadamente al menos seguimos juntos (aunque cada uno a su aire) entre europeos y también con el amigo americano en la respuesta a dar en caso de agresión, sin que hasta la fecha hayan dado resultado los intentos rusos de dividirnos. Y es que, como ha dicho recientemente Richard Haas, director de Foreign Policy, el error de Putin ha sido subestimar la cohesión de la OTAN. Yo iría aún más allá porque lo que Putin ha conseguido es revitalizar una organización que hace tan solo unos meses Macron afirmaba que se encontraba en “muerte cerebral”. Lo que se dice pegarse un tiro en el pie. Porque, además, los ucranianos han reforzado estas semanas su deseo de adherirse a la OTAN (59%) y a la Unión Europea (67%). Al parecer tan solo 10% son partidarios de estrechar lazos con Rusia.

Después de la que ha montado Putin tiene que salvar la cara. Nos gustaría poder ayudarle pero el problema es que sólo él sabe cómo quiere o puede hacerlo. ¿O no lo sabe tampoco él?

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