Los retos de Europa y su futuro tras la pandemia de la COVID-19

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La COVID-19 podría ser un «acelerador histórico» de las tendencias que ya se observaban antes de la pandemia como el bloqueo del orden multilateral y el desorden geopolítico por la rivalidad entre una China cada vez más asertiva y unos Estados Unidos aislacionistas, o la tierra de nadie en la que se encuentra la UE pese al impulso que se le quiere dar como poder geopolítico.

En un mundo en el que China y EE. UU. se disputan el trono de la supremacía mundial, existen autores que tras el coronavirus creen que Pekín se convertirá en la gran potencia y Washington se verá relegada a un segundo lugar. Pero ¿dónde quedará la Unión Europea? Dependerá de las decisiones que tome y de si sale más fuerte y unida de la crisis de salud pública y de la recesión económica.

Los desafíos geopolíticos a los que se enfrenta la UE desde antes del inicio de la pandemia están en su vecindad política del este, Balcanes y Mediterráneo y sur de Europa, pero también al otro lado del Atlántico desde que Donald Trump llegase al poder, en una China convertida en «rival sistémico» y en la propia UE tras la salida del Reino Unido.

Desafíos en la vecindad europea

Cuando la UE elaboró su Estrategia Global de Seguridad en 2016 lo hizo porque su entorno estratégico era cada vez más complejo y fragmentado tanto al este y en los Balcanes como al sur de Europa.

En el este de Europa, el mayor desafío vino desde Moscú, tras la anexión ilegal de la península de Crimea y la guerra con Ucrania. Siguió con el uso de la propaganda y la desinformación en las campañas electorales de los Estados miembros de la UE y ahora en la crisis de la COVID-19; y con la financiación de partidos políticos de tinte populista1. En los Balcanes, la crisis del coronavirus ha dado un impulso a las negociaciones de ampliación debido a que tanto China como Rusia han comenzado a expandir su influencia en el área.

En el sur y el Mediterráneo, el fracaso de la Primavera Árabe dio lugar a la guerra civil de Siria; al Estado fallido de Libia, tras la muerte de Gadafi; y a un Irak aún más inestable tras el ascenso del Dáesh; cuya consecuencia fue una gran ola de más de un millón de refugiados hacia Europa, que puso en peligro el sistema de fronteras de Schengen. Además, el terrorismo del Dáesh golpeó en las varias capitales europeas, borró las fronteras entre la seguridad interna y externa y obligó a avanzar en su lucha de manera acelerada.

El alto representante para la Política Exterior, Seguridad y Defensa, Josep Borrell, ha defendido que no seremos creíbles en nuestra ambición de ser un actor geopolítico «si no somos capaces de resolver los problemas de nuestra vecindad inmediata»2.

La amenaza rusa

Una de las prioridades de la Comisión Europea son los Balcanes y la frontera del este de Europa. A lo largo de su historia, Rusia percibe la aproximación de la UE y la OTAN a sus fronteras como intimidatoria y garantiza su seguridad nacional aumentando su territorio con una zona «colchón» entre Rusia y sus enemigos potenciales. Por su parte, desde las instituciones europeas3, se amenazó con renovar las sanciones si no se reestablecía la integridad territorial de Ucrania. La resolución de 2019 apuntó a la injerencia rusa en procesos electorales, el apoyo del Kremlin a partidos euroescépticos y de extrema derecha o las campañas rusas de desinformación y ciberataques perpetrados por sus servicios de inteligencia con objeto de aumentar las tensiones en la Unión y en sus Estados miembros. Además, se señalaron las violaciones de los derechos humanos dentro del territorio ruso y preocupaba el blanqueo de dinero que representa una amenaza para la seguridad y estabilidad europea.

Los retos de la UE frente a Moscú también provienen de la dependencia energética del gas ruso. Bruselas apostó por diversificar el suministro de energía para evitar cortes a Ucrania como los de 2009 y 2016, pero la UE continúa dividida en el proyecto del gasoducto ruso-alemán North Stream 2 que aumentaría la exportación de gas ruso hacia Europa y supondría dejar aislada a Ucrania en la distribución de gas a Europa central. Un proyecto que no está en consonancia con la política energética de la Unión ni con sus intereses estratégicos.

Para defender la integridad territorial de la UE frente a Rusia, es necesaria una mayor capacidad militar y de despliegue rápido de fuerzas y es ahí donde la UE todavía necesita a la OTAN. Tras la Cumbre de Varsovia, que fue una respuesta a la anexión ilegal de Crimea, la OTAN desplegó 4 000 soldados en la frontera norte de la UE.

La política exterior de la UE hacia Rusia suele producir divisiones internas entre los socios comunitarios. Macron, desde sus reuniones antes de la Cumbre del G-7 en Biarritz con Putin, apostó por reformular la relación de la UE con Rusia, y esto preocupa en los países Bálticos, Polonia y Rumanía.

Los Balcanes como prioridad

La influencia de Rusia en los Balcanes también supone una amenaza para la seguridad del continente, pues ya ha intentado impedir el acceso de estos países a la OTAN y a la UE, que además tienen una fuerte dependencia energética de Moscú. La falta de avances en la negociación de la adhesión de los Balcanes Occidentales a Europa despertó el interés de China en la región que puso en marcha en 2012 la iniciativa 16+14, para promover la inversión en infraestructuras ligadas a la Belt Road Iniciative impulsada por Pekín. La inversión china en el este de Europa, incluidos los Balcanes, alcanza ya los 10 000 millones de dólares. La Comisión Europea acusa a China de usar financiación barata para encadenar a los países con unas deudas impagables5. La UE quiere evitar la influencia de Rusia, China y de Turquía en los Balcanes, pero las decisiones de sus Estados miembros no han sido muy alentadoras como cuando Francia y otros países se negaron a la apertura de negociaciones con Macedonia del Norte y Albania durante el Consejo Europeo de octubre de 2019, pese a los avances conseguidos por ambos países.

La inacción de Bruselas volvió a ser palpable al inicio de la pandemia que obligó al presidente serbio, Alexander Vucik, a pedir ayuda a Pekín. Esta petición hizo saltar todas las alarmas en la UE que unos meses después ha aprobado el inicio de negociaciones de adhesión con Macedonia del Norte y Albania, y ha celebrado una Cumbre sobre los Balcanes6 en la que aprobó un programa de ayudas de hasta 3 300 millones de euros para paliar los efectos de la crisis de la COVID-19. Además, se ha dado luz verde a la Declaración de Zagreb7 que «reafirma el apoyo inequívoco a la perspectiva europea de los Balcanes Occidentales». La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió tras la Cumbre que el avance hacia la Unión está supeditado a la lucha contra la corrupción y al respeto a los valores fundamentales de la UE, entre ellos la libertad de expresión.

Cambio de rumbo en la vecindad sur

La Primavera Árabe no trajo la democracia a la vecindad sur de la UE y la Estrategia Global introdujo un enfoque securitario tras los ataques terroristas del Dáesh y la crisis de los refugiados. La Comisión Europea puso marcha en 2016 un Plan de Inversiones para África8 y la Vecindad para movilizar hasta 88 000 millones de euros con el fin de que los países africanos se comprometiesen a frenar los flujos inmigración y cooperasen en materia de seguridad. Europa buscó estabilizar las regiones vecinas con despliegues y operaciones marítimas en el Mediterráneo, el Índico, o el golfo de Guinea. Además, sería necesaria la protección de fronteras avanzadas como el Sahel y un cinturón de seguridad de Mauritania a Somalia y Sudán. La UE apoya a los cinco países del Sahel (Mauritania, Mali, Níger, Chad y Burkina Faso) que colaboran frente al terrorismo y el crimen organizado con la formación de militares y policía.

La competencia de China en África y la entrada de Rusia en el continente han hecho necesario que la nueva Comisión de Ursula Von der Leyen busque una relación más estrecha y una «asociación entre iguales» con África que no solo priorice la migración, sino que también coopere en digitalización, crecimiento económico, paz y gobernanza y transición verde9. La UE es el mayor inversor extranjero en África con 222 000 millones de euros, por encima de Estados Unidos (42 000) y China (38 000)10 y la nueva Comisión no quiere perder el tren del continente más joven y con mayor potencial económico.

La COVID-19 ha dañado la relación entre China y África por el trato discriminatorio que Pekín ha dado a los inmigrantes africanos en Cantón durante la pandemia11 con expulsiones de viviendas y un número desproporcionado de pruebas de coronavirus. El trato a la comunidad africana ha dado lugar a que embajadores de países africanos en China hayan enviado una carta de protesta.

Por otro lado, cabe recordar que «China es el mayor prestamista para África con más de 152 000 millones de dólares entre 2000 y 2018, según un informe del instituto CARI, el 17 % de la deuda africana»12. El presidente Macron ha abogado por condonar la deuda a África, pero en la reunión del G-20 en abril de 2020 solo se decidió suspender la deuda a los países más pobres durante un año. China también se comprometió a aplazar esos pagos entre el 2022 y el 2024.

La rivalidad geopolítica de China y Estados Unidos

Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, los lazos transatlánticos no han hecho más que debilitarse con una OTAN en «muerte cerebral», como dijo Macron13, un tratado de libre comercio en el congelador y unos valores cada vez más lejanos entre las dos orillas del Atlántico como se ha visto en la salida de EE. UU. del Acuerdo de París, la ruptura del acuerdo nuclear con Irán o el decidido apoyo de Trump al brexit.

La relación entre la UE y China también ha cambiado desde que Bruselas señaló a Pekín como un «rival sistémico»14. La pandemia ha incrementado los temores europeos por la posible compra de empresas en sectores críticos por parte de China.

La parálisis y división de Europa al inicio de la pandemia fue aprovecha por China para lanzar una campaña de relaciones públicas y propaganda en la UE, mediante el envío de material sanitario y equipos médicos a países como Italia o España con el objetivo de cambiar la narrativa de ser el origen del virus a convertirse en un actor solidario con Europa. Para ello, el Gobierno chino no dudó en utilizar a actores como sus multinacionales y su población inmigrante en los Estados miembros, lo que le valió el agradecimiento público de altos cargos de los países receptores de esa ayuda.

Aunque la UE ha prestado más ayuda entre sus Estados que la que ha recibido de China, incluso Pekín recibió ayuda europea en enero cuando la pandemia había estallado en China, la percepción de la ciudadanía europea al inicio de la crisis fue la contraria. Conforme se ha ido desarrollando la crisis, esa percepción ha ido cambiando cuando algunas empresas chinas han exportado a Europa material médico defectuoso y con la insistencia de Trump del origen chino del virus y el ocultamiento del problema desde Pekín.

Sin embargo, la ayuda prestada por China podría cobrarse en un futuro cuando el proyecto geopolítico de la Nueva Ruta de la Seda intente expandirse con más fuerza por el continente europeo.

Medidas de Europa frente a la pandemia

La UE tardó en reaccionar cuando los efectos de la pandemia devastaban Italia y España debido a la mirada autárquica de sus Estados miembros que comenzó con la prohibición de exportar material sanitario por parte de Francia y Alemania a otros Estados miembros. La imagen de la Europa solidaria quedó en entredicho con estas actuaciones a las que se añadió la ya habitual desconfianza y división entre los países del norte y del sur de Europa para llegar a una solución económica común frente a la pandemia.

Aunque Bruselas no tiene competencias sanitarias, falló la coordinación entre los Estados miembros y hubo falta de liderazgo en la UE. La llamada de auxilio sanitario de Italia fue contestada con la negativa de algunos Estados europeos a exportar respiradores, mascarillas o kits de detección del virus que China supo leer bien y aprovechar con una buena campaña de diplomacia pública, pero también con desinformación. Según el Servicio de Acción Exterior de la UE (SEAE)15, existen evidencias «de un impulso coordinado de las fuentes oficiales chinas para desviar cualquier culpa por el estallido de la pandemia» y de dar bombo a los anuncios y entregas de ayuda sanitaria a los países «con encuestas en ciertos países que muestran que China es percibida como más útil en la lucha contra la pandemia que  la UE». No solo China, sino sobre todo Rusia es quien más ha utilizado, según el informe del SEAE, las fake news que proliferan en las redes sociales.

Otro error de la UE fue el cierre de las fronteras sin ningún tipo de coordinación entre los Estados miembros. Tras las críticas recibidas, la Comisión Europea reaccionó abriendo corredores de transporte para que los suministros médicos pudieran llegar a cualquier país de la UE que los necesitara y ofreció asistencia también a los países candidatos de los Balcanes Occidentales, pero la imagen inicial de insolidaridad ya había quedado marcada.

La UE, viendo que figuras emblemáticas como el expresidente de la Comisión, Jacques Delors, advertían del peligro que corría el proyecto europeo, comenzó una carrera de medidas para recuperar su reputación, entre ellas, el paquete de ayudas Team Europe para apoyar a los países más vulnerables de África y de la vecindad de la UE. Un fondo de 20 000 millones de euros que combina recursos de la UE, sus Estados miembros e instituciones financieras, concretamente el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo16.

La vecindad este17 recibirá 140 millones de euros para las necesidades más inmediatas de estas naciones y está redirigiendo los recursos financieros existentes por valor de hasta 700 millones para ayudar a mitigar las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. En África, Bruselas anunció un plan de ayuda de 3 800 millones de euros y 80 millones para laboratorios de pruebas de coronavirus africanos conectados a la Fundación Gates.

En la otra cara de la lucha contra la pandemia, la económica, la UE tampoco ha convencido pese a que el Banco Central Europeo puso 750 000 millones de euros, pese a las reticencias iniciales de su presidenta Christine Lagarde para financiar medidas frente a la crisis económica que se avecinaba; y pese a que la Comisión Europea destinó fondos para ayudar a empresas y trabajadores, adquirir material sanitario de manera coordinada o repatriar a ciudadanos europeos en distintas partes del mundo.

Sin embargo, la reacción del Consejo Europeo ha sido más lenta, aunque no tanto como durante la Gran Recesión, a la hora de activar un plan de recuperación de la economía europea. El enfrentamiento norte-sur que ya vimos durante la crisis de 2008 ha vuelto al tablero europeo. Las «hormigas» del norte (Alemania, Holanda, y Austria) no estaban dispuestas a aceptar los eurobonos que servirían para mutualizar las deudas de las «cigarras» del sur (Italia, España, Francia y Portugal). El riesgo moral de nuevo sobre la mesa, pero esta vez sin que se puede acusar a nadie de despilfarrar porque ahora la crisis es sanitaria. El daño que está haciendo el coronavirus al proyecto europeo es enorme y tendrá graves consecuencias si no hay solidaridad entre los 27. La UE reacciona despacio porque sus instituciones intergubernamentales (Consejo Europeo) tienen más peso que las supranacionales (Comisión y Parlamento)18. Sin embargo, esta crisis afectará a la salud de los ciudadanos de los 27 Estados miembros y a sus economías al estar tan interconectadas. Ante la fuerte presión del virus y la situación de emergencia económica, el Consejo solicitó un fondo de reconstrucción de 540 000 millones de euros que debería operar a partir de junio de 2020; y la Comisión planteó doblar el presupuesto de la UE.

Tendencias al alza en Europa: nacionalismo, desglobalización y proteccionismo

El euroescepticismo va al alza en Italia, pero también podría suceder en España, los dos países más golpeados por el virus. Según una encuesta de Monitor Italia de 13 de marzo de 2020, el 88 % de los italianos creía que la Unión Europea no estaba ayudando a Italia en su lucha contra el coronavirus y el 67 % consideró que pertenecer a la UE es una desventaja. En España, según una encuesta de Metroscopia, sobre el conjunto de las instituciones, la que peor sale parada en cuanto a la actuación durante la crisis coronavirus es la Unión Europea que apenas recaba un 19 % de valoración positiva entre los encuestados.

Si Europa no es capaz de dar una respuesta contundente y solidaria, el proyecto europeo estará en peligro por el ascenso de los nacionalismos. La sentencia del Tribunal Constitucional alemán que cuestiona las compras de deuda soberana del Banco Central Europeo iría en esa dirección.

Los populismos europeos podrían tomar ventaja en una Europa que ha apostado por cerrar fronteras y refugiarse en el Estado nación durante la crisis. El autoritarismo de los Gobiernos de Hungría o Polonia podrían salir beneficiados al igual que la extrema derecha en Francia o Italia, algunos de los cuales han llegado a conectar la expansión del virus con la llegada de refugiados. Además, si Gobiernos autoritarios como el chino se muestran eficaces en la lucha contra la pandemia o son los primeros en dar con una vacuna contra la COVID-19, sería un golpe para las democracias occidentales que llevan un tiempo en crisis de legitimidad. Sin embargo, esos nacionalismos populistas tienen un punto débil porque, como dice Borrell19, «han intentado minimizar el peligro del virus con mensajes contradictorios» y si se les hubiera hecho caso todavía habría más muertos.

Europa es la mayor potencia comercial del mundo. Sin embargo, antes del coronavirus ya se podía ver que hay un retroceso del comercio mundial, una tendencia que con esta crisis se ha agravado. La pandemia no beneficia a la globalización y ha mostrado la fragilidad de las cadenas de suministro mundiales y refuerza las tendencias proteccionistas, la localización de la producción, las ayudas nacionales a empresas y los controles fronterizos más estrictos. Este escenario perjudicaría a la UE como organización supranacional en la que los controles fronterizos casi habían desaparecido.

En política exterior, la UE es una de las grandes defensoras del multilateralismo, pero en los últimos años lo que hemos visto es un regreso de la geopolítica de la mano asertiva de China, Rusia, Turquía o Irán; y un aislamiento de los Estados Unidos como líder mundial desde la presidencia de Obama. El alejamiento de Trump de instituciones multilaterales como la ONU, la OMC o la OTAN deja un vacío que está siendo ocupado por China al crear sus propias instituciones y ofrecerse como alternativa para otros países asiáticos, africanos o latinoamericanos en detrimento de Washington y Bruselas. La Alianza para el Multilateralismo20, liderada por Francia y Alemania, podría ser una respuesta frente al creciente nacionalismo y las rivalidades geopolíticas en este mundo de desorden geopolítico mundial que podría agravarse tras la epidemia con una mayor rivalidad entre EE. UU. y China.

Conclusiones

La COVID-19 estará entre nosotros durante un tiempo y otras pandemias podrían afectarnos a corto o medio plazo. Por eso, es importante que la UE sea capaz de superar la imagen que ha dado al principio de la crisis y dar una respuesta contundente, solidaria y coordinada a la crisis sanitaria y a su consiguiente emergencia económica, pues las previsiones de primavera de 2020 apuntan a que el crecimiento en la eurozona se contraerá en un porcentaje récord del 7,75 % durante este año.

El plan de recuperación deberá ser efectivo, liderado por Alemania, y con una visión geopolítica para ayudar a que las empresas de sectores críticos no caigan en manos de China o Rusia con intervención estatal transitoria si fuese necesario. Europa debe mostrar que es más que un área monetaria, necesita una divisa fuerte y una política fiscal para tener peso en política exterior. De lo contrario, la tendencia hacia una menor integración, que se observa tras la crisis de 2008, se podría acelerar y los nacionalismos están preparados para tomarla y dirigirla hacia el intergubernamentalismo o a su disolución.

Nacionalismos y populismos también podrían crecer en la UE, si, como la crisis del coronavirus ha demostrado, la libre circulación de personas no es compatible con una integración como la actual. Además, se hace necesaria una mayor coordinación del área Schengen y una política migratoria y de asilo europea.

Para que la tendencia a la baja del sistema multilateral no vaya a más, sería necesario un mayor liderazgo de la UE en la gobernanza global a través de la Alianza del multilateralismo y del G-20. El soft power de la UE también debe recuperarse tras las campañas de China y Rusia con los países más afectados por el virus. Sin embargo, en un mundo con fuertes desafíos geopolíticos en la vecindad europea, si la UE necesita, como dice Borrell21, una «cultura estratégica» y debe «aprender a usar el lenguaje del poder» para mitigar la influencia de Moscú, Pekín y Ankara, necesitará una autonomía estratégica y capacidades de hard power. El presupuesto europeo para los próximos siete años será un buen indicador de si Bruselas está dispuesta a asumir ese reto tras la pandemia o tiene otras prioridades; y cómo se puede combinar con su ambición mutilateralista.

Europa no puede fallar esta vez, pues está en juego su credibilidad y su futuro político interno y externo. El colapso de 2008 ya dio un vuelco geopolítico de Occidente hacia Asia, la crisis del coronavirus podría aumentar esa tendencia si la UE no lo remedia. De ahí que sea importante coordinar una respuesta sanitaria y económica conjunta que daría fortaleza interna y ayudaría a Europa en su política exterior y a configurar la Europa geopolítica. Si Europa no da un paso al frente en las próximas semanas, su decadencia está asegurada.

Miguel Ángel Benedicto* 

Periodista y profesor de Relaciones Internacionales Universidad Europea y Univ. Complutense de Madrid

Bibliografía y notas al pie:

1-“Vladimir Putin y Marine Le Pen, el eje antieuropeo”, El Mundo, 25 marzo 2017. Disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2017/03/25/58d57d11ca474108128b4600.html

2-European Parliament Hearing with High Representative/Vice President-designate Josep Borrell. 7 octubre 2019. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/news/en/press-room/20190926IPR62260/hearing-with- high-representative-vice-president-designate-josep-borrell Fecha de la consulta 23 abril 2020

3-Resolución del Parlamento Europeo, de 12 de marzo de 2019, sobre la situación de las relaciones políticas entre la Unión Europea y Rusia [2018/2158(INI)].

4-“China, the 16+1 format and the EU”, European Parliamentary Research Service. September 2018. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2018/625173/EPRS_BRI(2018)625173_EN.pdf

5-Comisión Europea. European Commission and HR/VP contribution to the European Council. EU-China- A strategic Outlook. 2019

6-Cumbre UE-Balcanes Occidentales de Zagreb, 6 de mayo de 2020. Disponible en: https://www.consilium.europa.eu/es/meetings/international-summit/2020/05/06/

7-Declaración de Zagreb, 6 de mayo de 2020. Disponible en: https://www.consilium.europa.eu/media/43777/zagreb-declaration-es-06052020.pdf

8-Discurso del Estado de la Unión 2016. Disponible en: https://ec.europa.eu/commission/priorities/state-union- speeches/state-union-2016_es (20.01.2020)

9-Comunicación conjunta al Parlamento Europeo y al Consejo (2020). Hacia una estrategia global con África. JOIN/2020/4 final. Bruselas. 9 marzo 2020.

10-SANCHEZ, Álvaro y NARANJO, José. “Estos son los planes europeos para África” El País, 11 marzo 2020.

11-“Coronavirus: cómo los inmigrantes africanos se han convertido en el nuevo chivo expiatorio de la pandemia de covid-19 en China”. BBC News Mundo. 15 abril 2020.

12-“El dilema chino con la deuda: ¿de aliado con el coronavirus a usurero implacable?”, El Confidencial. Disponible en: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-04-20/el-dilema-chino-con-la-deuda-de- aliado-con-el-coronavirus-a-usurero-implacable_2556315/ 20/4/2020

13-Emmanuel Macron warns Europe: “NATO is becoming brain-dead”. The Economist, 7 November 2019.

14-Comisión Europea. “European Commission and HR/VP contribution to the European Council. EU- China- A strategic Outlook”. 2019

15-Actualización del informe especial del SEAE: breve evaluación de las narrativas y la desinformación sobre la pandemia de Covid-19/coronavirus (actualizado del 2 al 22 de abril) abril 29, 2020. Disponible en: https://euvsdisinfo.eu/es/actualizacion-del-informe-especial-del-seae-breve-evaluacion-de-las- narrativas-y-la-desinformacion-sobre-la-pandemia-de-covid-19-coronavirus-actualizado-del-2-al-22-de- abril/

16-Comisión Europea Coronavirus: European Union launches “Team Europe” package to support partner countries with more than €20 billion. 8 abril de 2020. Disponible en: https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters-homepage/77326/coronavirus-european-union- launches-%E2%80%9Cteam-europe%E2%80%9D-package-support-partner-countries-more-%E2%82%AC20_en

17-Coronavirus: The European Union stands by its Eastern partners. Press release 30 March 2020 Brussels. Disponible en: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/IP_20_562

18-BENEDICTO, Miguel Angel. “El microbio vuelve a Europa”. Heraldo de Aragón. 1 abril 2020.

19-BORRELL: "El coronavirus ha desequilibrado el mundo, hay un desorden multipolar dominado por la rivalidad EEUU-China" Eldiario.es 7/5/2020. Disponible en: https://www.eldiario.es/internacional/Borrell- coronavirus-desequilibrado-multipolar-EEUU-China_0_1024697748.html

20-La Alianza para el Multilateralismo tiene tres objetivos: en primer lugar, defender las normas y acuerdos internacionales donde se violan o se ven presionados. Segundo, quiere reformar la arquitectura existente para hacerla más inclusiva y efectiva. Y tercero, quiere impulsar acuerdos multilaterales en áreas que aún no han sido reguladas.

21-European Parliament. Hearing with High Representative/Vice President-designate Josep Borrell. 7 octubre 2019. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/news/en/press- room/20190926IPR62260/hearing-with-high-representative-vice-president-designate-josep-borrell
 

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