Opinión

Los rusos están detrás de la Ley de la Ciencia que crea la Agencia Espacial Española

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Todas las alarmas han sonado en el Palacio de la Moncloa. El presidente Pedro Sánchez ha dictado una alerta general, ha tocado a rebato y ha encargado a sus ministros, ministras y ministres mirar hasta debajo de las alfombras, por si acaso. 

Los hechos son muy serios, casi más que la guerra de Ucrania ¿Qué ha pasado? Ni más ni menos, que las filas del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado que pueblan los ministerios e instituciones públicas españolas parecen estar infectadas de agentes secretos al servicio de potencias extranjeras, que también se hacen pasar por oficiales del Cuerpo Jurídico Militar. 

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Según me han confesado apesadumbrados analistas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de toda confianza, un equipo de los denominados “hombres de negro antisabotaje” ha detectado lo que parecía fuera de lugar. Que posibles miembros de la inteligencia rusa han saboteado el proyecto de la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología  y la Innovación que promueve la ministra Diana Morant y su secretaria general de Innovación, Teresa Riesgo.

Lo más grave del asunto es que, sin ser conscientes del engaño, el Consejo de Ministros del 18 de febrero aprobó el citado proyecto, que ya se encuentra en el Congreso de los Diputados. Allí va a servir de base y documento de referencia para ser debatido por trámite de urgencia en la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades, convertirse en Ley y ser ejemplo de Europa, Asía, África, América y Oceanía, La Luna y Marte, incluidos.

¿Cómo ha sido posible tal desatino? En primer lugar, el proyecto debía haber pasado el preceptivo y riguroso filtro de los abogados del Estado de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Ciencia y después la lupa del resto de departamentos. Por fin, antes de someterlo a la aprobación del Consejo de Ministros, la Comisión de subsecretarios debía haber examinado el asunto. Pero la profesionalidad de los saboteadores ha logrado burlar todas las barreras. 

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No dirige ni  propone

La incursión de los supuestos agentes del Kremlin se ha puesto en evidencia en los párrafos del proyecto de Ley que prescriben la creación de la Agencia Espacial Española. Sin descartar que pueda tratarse de pérfidos activistas a las órdenes de los temibles Gobiernos de Kiribati, Burundi, Lesoto o incluso de China o Papúa-Nueva Guinea, el CNI ha detectado la mano negra de la red de espionaje en la disposición adicional tercera del citado proyecto de Ley. 

El descubrimiento ha sido posible gracias a un cúmulo de errores de los saboteadores, muchos de ellos infiltrados en la Secretaría General Técnica de los Ministerios. ¿Cómo se ha destapado el sabotaje? Primera y principal, porque quien llevaba la batuta para la creación de la agencia parece haberse desentendido de ella y quienes le han tomado el relevo desconocen el camino a seguir. 

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Y segundo, porque los espías se han delatado al levantar sospechas con sus serias limitaciones al escribir en español. Las alarmas saltaron cuando los analistas del CNI leyeron la siguiente frase del proyecto: “Los fines generales de la Agencia Española son, entre otros…”. El jefe del grupo antisabotaje dio un salto y gritó ¡esto que es lo que es!

Los agentes se quedaron estupefactos de que antes de expresar una sola de las finalidades que debía cumplir la Agencia, se antepusiera la expresión “entre otros”. Lo tomaron como una prueba evidente de que los pérfidos espías intentaban neutralizar a la todavía gestante Agencia Espacial.

Otro grave error que identificaron los sagaces técnicos del CNI fue la total ausencia de los verbos “dirigir” y “proponer”. El intento de menoscabar las atribuciones encomendadas a la futura Agencia era tan evidente, que los saboteadores han querido evitar que la nueva organización se convierta en un órgano director. “Nada de dirigir, la Agencia Espacial Española no debe mandar en nada” interceptaron a uno de los infiltrados en una conversación. Tampoco se le asigna la capacidad de proponer, por ejemplo, proponer al Gobierno la Estrategia Espacial Nacional. 

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230 palabras sin pies ni cabeza

Otro aspecto que despertó las sospechas de los hombres de negro españoles fue que la Agencia Espacial deja de estar solo bajo el control del Ministerio de Ciencia de Diana Morant, como figuraba en el anteproyecto de Ley. Ahora pasa a depender de dos carteras: Ciencia y Defensa. Los miembros del CNI observaron que el escudo nacional de la Federación de Rusia es un águila bicéfala y ataron cabos. Una Agencia Espacial que depende de dos Ministerios… águila bicéfala en el escudo de Rusia… ergo son espías rusos casi seguro.

Muy cucos, los saboteadores no han modificado la frase del anteproyecto por el que “la creación de la Agencia no debe suponer aumento de gasto público”. Sin embargo, han añadido que su futuro estatuto debe “garantizar la presencia equilibrada de los diferentes departamentos ministeriales con competencias en la materia en los órganos de gobierno de la misma” ¿Eso significa que los cinco Ministerios que ya cuentan con responsabilidades espaciales las mantendrán? Y que, además ¿va a fundarse una Agencia Espacial? Sin duda, una auténtica maniobra para provocar el desconcierto de la comunidad espacial española e internacional. 

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Pero no acaba ahí la cosa. El primer apartado de la disposición adicional tercera es un largo y farragoso párrafo de 230 palabras, salpicado por expresiones sin orden ni concierto, sin pies ni cabeza, con un total de 22 comas (,) y sin un solo punto (.). En definitiva, un texto que provoca la desorientación más absoluta. Dice así: “Entre otras finalidades, a la futura Agencia Espacial se le asigna….”. AVISO. Proseguir con la lectura puede afectar a las constantes vitales del lector. En su caso, se ruega leer de manera muy sosegada.

Continuamos: “A la Agencia Espacial Española se le asigna… el fomento, ejecución y desarrollo de la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación en el ámbito del espacio, la seguridad y defensa nacional, las operaciones en el ámbito ultraterrestre, las aplicaciones satelitales para el desarrollo de competencias departamentales, así como el uso de datos provistos por satélites, y el impacto tecnológico y económico de la industria asociada al diseño, construcción, operación y mantenimiento de los sistemas satelitales, la potenciación de la industria espacial nacional… y sigue, y sigue...

Para concluir. Me congratulo del descubrimiento de la red de sabotaje, aunque queda pendiente atrapar y castigar a los culpables. Por mi parte, sólo me resta añadir que a los fines generales que debe cumplir la Agencia Espacial Española cabe incluir… “y también dos huevos duros”. 

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Es la famosa frase de la conocida escena del camarote de la película ‘Una noche en la Opera’ de los hermanos Marx, del año 1935. Si tienen la oportunidad, no se la pierdan y se abarrotarán de carcajadas. Volviendo al tema, mantengo la confianza de que sus señoríos y señorías no van a desaprovechar la oportunidad de oro para concretar las cruciales finalidades que debe asumir la Agencia Espacial Española, pero me permito preguntar: ¿quién lleva ahora la batuta?