Macron declara la guerra al “separatismo islamista”

Macron

Ya no se trata de una lucha policial contra el terrorismo yihadista. Esta vez Francia atacará a las raíces mismas de la doctrina que se ha adueñado del espíritu de miles de musulmanes franceses, y que han colonizado barrios enteros de numerosas ciudades del país. El presidente Emmanuel Macron entiende que el fenómeno es fruto de la tolerancia con el multiculturalismo y decreta en consecuencia una guerra de “reconquista” de los territorios del país amenazados por el “separatismo islamista”. 

En su visita a Mulhouse, una ciudad industrial del Alto Rhin con uno de los mayores índices de población musulmana del país, Macron anunció el fin del ELCO, acrónimo correspondiente a Enseñanza de la Lengua y Cultura de Origen. Se instauró a principios de los años setenta, en plena explosión de la inmigración extranjera a una Francia que entonces precisaba de ingentes cantidades de mano de obra extranjera. Merced a aquel dispositivo administrativo, nueve países suministradores de emigrantes –Argelia, Croacia, España, Italia, Marruecos, Portugal, Serbia, Túnez y Turquía- quedaban facultados para enviar profesores, sacerdotes e imames que formaran a los niños de las familias emigrantes en su lengua y cultura de origen. Se pretendía con ello evitar los lógicos problemas que conlleva toda mudanza de país, cultura y costumbres, permitiendo de paso que los alumnos pudieran retornar algún día al país de sus padres, con o sin ellos, sin haber perdido sus raíces culturales. 

La experiencia de casi medio siglo demuestra que las generaciones de emigrantes originarios del sur de Europa se han integrado plenamente en Francia y han asimilado con naturalidad sus valores republicanos. No sucede lo mismo con la emigración musulmana. Si bien una gran mayoría de ella también se ha integrado y acepta la cultura y los usos franceses, una minoría díscola y a menudo violenta ha creado auténticos guetos en numerosas ciudades, en los que se preconiza vivir al margen de las leyes de la República Francesa. 

Imames extranjeros que predican un Islam rigorista

Se culpabiliza del fenómeno a los imames que Turquía (150), Argelia (120) y Marruecos (30) enviaron, mantienen y pagan por ejercer su ministerio en Francia, todos ellos afiliados a mezquitas y federaciones musulmanas sostenidas y financiadas por sus países de origen

El seguimiento policial y del espionaje francés a estos clérigos arroja numerosos e indubitables indicios respecto de su influencia, no siempre benéfica, en la formación de los niños y adolescentes árabes. Macron los responsabiliza de que estos jóvenes hayan implantado territorios de facto independientes de las leyes que rigen para todos los ciudadanos de Francia, o peor aún, cuando no les hayan incitado a la comisión de acciones terroristas o a enrolarse en las filas del yihadismo. Es, pues, lo que califica de “separatismo islamista”, contra lo que inicia esta guerra de reconquista de esas partes de Francia supuestamente perdidas

En virtud de la laicidad el Estado francés no puede inmiscuirse en la religión que practique cada uno de sus ciudadanos, pero sí tiene todo el derecho a controlar la enseñanza de la Cultura. Una vez más, el choque se produce porque los imames musulmanes no separan ambas y predican incluso que los mandatos de la religión son superiores y están por encima de las leyes del país de acogida. Macron fundamenta por tanto su ofensiva en que “además de no hablar en muchos casos el idioma francés, no se pueden enseñar cosas manifiestamente incompatibles con las leyes de la República o con la historia, tal y como nosotros la vemos”. 

La sustitución de los imames importados se hará en principio por otros formados en Francia. A este respecto, y teniendo en cuenta el principio de separación entre Estado y Religión, habrán de ser las organizaciones musulmanas francesas las que se encarguen de formarlos y nombrarlos. Obviamente, estas organizaciones, sometidas como todas a las leyes francesas, habrán de ser absolutamente transparentes, en especial respecto de sus medios de financiación, especialmente si una buena parte de ella procede del extranjero.

A este respecto, Qatar financia el Centro An Nour y su Gran Mezquita en Mulhouse,  concebido como uno de los centros musulmanes más grandes de Europa, controlado por la Asociación de Musulmanes de Alsacia, ligados doctrinalmente a los Hermanos Musulmanes, considerado un grupo islamista radical, que como tal defiende la violencia para alcanzar el objetivo de un califato universal. Es para Macron el emblema mismo de ese “separatismo islamista” al que va a combatir sin descanso.

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