Mafias, la otra superpotencia

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Mientras la retirada de Afganistán de las fuerzas de la OTAN ha puesto patas arriba la geopolítica de Asia, Europa y América, también se está fraguando otra mutación a escala mundial, más silenciosa pero terriblemente eficaz y peligrosa: la expansión sin tregua de las mafias, su infiltración constante en los poderes e instituciones de los Estados, y el envenenamiento de los circuitos legales de la economía, contaminados de manera creciente e irreversible por el blanqueo del dinero sucio.

El diario francés Le Monde nos ha obsequiado este verano con los seis capítulos de una serie semanal apasionante sobre la “Geopolítica de la mafia”, uno de los más escalofriantes compendios del imparable avance de esta bestia de múltiples y largos tentáculos. Tanto es así que expertos como el italiano Roberto Saviano, obligado a vivir en el anonimato y custodiado por una densa coraza de seguridad, o el ruso Alexei Navalny, superviviente de varios intentos de asesinato y ahora encadenando penas sucesivas de cárcel en los presidios de Putin, exigen que las grandes cumbres políticas internacionales se ocupen de uno de los problemas que juzgan más graves para la sociedad a escala planetaria.

Denominador común de las diferentes grandes mafias del mundo, según la investigación del rotativo francés, es la creciente interactuación del crimen organizado con los poderes del Estado, lo que hace cada vez más difícil, si no imposible, la lucha contra estructuras poderosas, que no tienen el menor empacho en teñir de sangre y eliminar sin contemplaciones a cualquiera que no se avenga a pactar, es decir a facilitarles sus actividades. La máxima “plata o plomo”, que el narcotraficante colombiano Escobar resumió como únicas alternativas en los tratos con él y su mafia, se ha hecho cada vez más frecuente.

El caso de México es tristemente ilustrativo al respecto: más de 90 personas vinculadas al último proceso electoral 2020-2021 fueron asesinadas, de ellas 28 candidatos a diferentes cargos públicos. Así, la enorme fuerza financiera de los 15 cárteles de la droga mexicanos moldea el panorama político en todo el país gracias a sus medios colosales. Como se afirma en el editorial del propio Le Monde, “el Estado está infiltrado, hasta el punto de que en algunas regiones se habla de la cogobernanza entre el Estado y los cárteles”.

Blanquear enormes beneficios de negocios diversificados

Narcotráfico, venta ilegal de armas, falsificaciones y trata de personas son los negocios más rentables del mundo, a tenor de las cifras que a su vez facilita la Oficina del Crimen y la Droga de la ONU. Si en 2010 los 900.000 millones de dólares que movían representaban el 1,5% del PIB mundial y el 7% de las exportaciones globales de mercancías, en 2015 la cifra de negocios ya se había elevado a los 2 billones de dólares anuales y 3,6% del PIB mundial, o lo que es lo mismo cuatro veces el PIB de Argentina o diez veces el de Colombia. No hay cifras oficiales más recientes, pero todos los indicios apuntan a que el volumen de negocio no deja de multiplicarse casi de manera exponencial.

En términos geopolíticos se constata que tanto en Rusia como en todo el espacio territorial exsoviético la influencia del crimen organizado no deja de crecer y hacerse más ostensible. Las mafias nacidas en el Cáucaso y en los Balcanes, una vez dominado su propio territorio, aspiran a expansionarse. Los criminales rusos, georgianos, albaneses, serbios o montenegrinos, a partir de la caída del comunismo han pasado de la pequeña delincuencia a convertirse en actores principales del crimen organizado internacional. En el caso de Serbia y Montenegro específicamente, las operaciones criminales se planifican en connivencia con los servicios secretos, lo que en definitiva equivale a hacerlo con la complicidad en mayor o menor grado de los políticos.

Si el vacío dejado por los regímenes comunistas ha dado lugar a la fuerte irrupción de las mafias, en el caso de Hong Kong sería el inverso: el retroceso de la democracia y la creciente imposición del poder de Pekín ha acrecentado la influencia de las denominadas tríadas, cuya gran capacidad de adaptación desde los tiempos coloniales estaría ahora sirviendo para hacer cada vez más irrespirable la atmósfera hongkonesa.

En cuanto a Italia, cuna de la genuina Mafia, la siciliana, sigue teniendo la primacía en cuanto a la más poderosa organización criminal, en este caso la Ndrangheta calabresa, mucho más influyente que la Camorra, Cosa Nostra o Sacra Corona Unita, y considerada ya como la estructura más peligrosa del mundo en crimen organizado.

Los ingentes beneficios de las mafias también han buscado nuevos caminos para introducir esa descomunal masa de dinero en la economía legal. Si la inversión inmobiliaria ha sido tradicionalmente el canal más habitual para dar salida a ese torrente, la presión fiscal ha provocado una gran diversificación hacia todo tipo de negocios, sean cadenas de distribución o servicios informáticos. La creación de las monedas virtuales contribuye así al blanqueo de capitales, hasta el punto de que no pocas organizaciones criminales están imponiendo ya el bitcoin, por ejemplo, en detrimento del efectivo. Es evidente que esta irrupción distorsiona la economía a nivel mundial, aumentando la vulnerabilidad de países, sectores financieros y empresas de todo tipo.

En esta geopolítica del crimen organizado otra conclusión no menos obvia es que, en un mundo global tan infiltrado y contaminado, será cada vez más difícil luchar contra esta plaga. Una tarea demasiado ardua para emprenderla sin una verdadera convicción y voluntad de erradicarla. Y es que, además de las superpotencias en presencia, China y Estados Unidos, el crimen organizado se está convirtiendo a marchas forzadas en la tercera en discordia.

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