Opinión

Malas encuestas para Trump

photo_camera Donald Trump

A tres meses de la celebración de elecciones presidenciales en Estados Unidos, primer martes de noviembre, Donald Trump afronta las mismas con muy pocas posibilidades de ser reelegido. Ninguna de las encuestas realizadas hasta el momento le dan como vencedor, llegando incluso las más importantes a conceder mas de 10 puntos de ventaja para el candidato demócrata Joe Biden. 

Con el país sumido en una caída de su PIB del 33%, una economía debilitada y un aumento del desempleo al 15%, Donald Trump no tiene nada que mostrar para recuperar las simpatías mayoritarias que le llevaron a la Casa Blanca. Su pésima gestión de la pandemia de la COVID-19 ha volcado la balanza hacia las opciones de cambio, unido a sus despropósitos permanentes en política exterior que han colocado a EEUU como el referente negativo en el ‘affaire’ internacional. Varios analistas políticos aseguran que estas elecciones no las ganará Biden, sino que las perderá Trump.

A pesar de las tendencias, falta por ver cuáles serán los ases en la manga que pueda tener el magnate para intentar recuperar el terreno perdido. Bajo mi punto de vista, pueden ser en dos direcciones: la primera en política exterior. La actual tensión con China y Rusia, que van ganando la partida de influencia global, pueden servir de argumento para mostrar la fortaleza estadounidense con movimientos a favor de Taiwán y Hong Kong. Mas cerca de casa, en su patio trasero, Trump sigue guardando la opción Venezuela, incluso con planes de intervención militar, lo que colocaría a Estados Unidos en una catarsis del recuerdo de Vietnam; muy propicios para recuperar votos del nacionalismo republicano. Mucho menos probable, pero nada descartable, es que opte por atacar de frente a Nicaragua, enemigo mucho menos potente, como ocurriera con Noriega en Panamá. Lo de Cuba ya es un capítulo aparte, pues ha endurecido todas las posibilidades de bloqueo con la Ley Helms-Burton, que Obama consiguió suavizar en su último mandato. 

La segunda dirección, orientada hacia el interior del país, podría contar con una inyección económica brutal del Tesoro que garantizará a corto plazo una mejora de la percepción económica en los bolsillos de los estadounidenses, incluyendo ayudas a la producción industrial, agrícola y ganadera, minería y automoción. Además de ello, explorar mediante globos sonda (Twitter), la posibilidad inédita de retrasar la celebración de las elecciones. Ya ha lanzado la propuesta basándose en la posibilidad de fraude en el voto por correo, que aumentaría por los efectos de la pandemia, que a su vez utilizará (ahora sí) como un elemento disuasorio para que los estadounidenses puedan votar en libertad, solicitando al Congreso la aprobación de un retraso electoral para marzo de 2021. Realizará cualquier movimiento que le ayude a ganar tiempo en la aplicación de las medidas de última hora.

A pesar de todo ello, Joe Biden tiene todas las de ganar. Su próximo golpe de efecto será el nombramiento antes del 11 de agosto de su candidata a la Vicepresidencia, pues ya prometió en las internas demócratas que de ser el candidato tendría a una mujer en el tándem. Biden se debate entre la senadora de California Kamala Harris y la senadora por Illinois Tammy Duckworth, aunque entran en la carrera Susan Rice (embajadora en Naciones Unidas con Obama) y la alcaldesa de Atlanta, la muy popular Keisha Lance Bottoms. Personalmente, creo que se decantará por una candidata negra para garantizar el apoyo afroamericano. 

Aún nos dará tiempo a analizar los movimientos de Trump y de Biden en la campaña electoral inminente. Los demócratas ya saben por experiencia que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo.

Francisco Pineda Zamorano. Experto en Relaciones Internacionales y Cooperación.