Marruecos-Francia: crónica de un divorcio anunciado

En aquella noche en la que se jugó el final de la Copa del Mundo en Qatar, muchos marroquíes apoyaron a Argentina, unos lo hacían por amor a Messi y otros por odio a la arrogancia que mostraba el presidente francés Emmanuel Macron.

Salvo en la época del expresidente François Mitterrand, nunca un presidente francés ha hecho tanto daño a las relaciones de Francia y Marruecos como lo está haciendo Macron y su equipo. Los buenos conocedores de las entrañas de esas relaciones saben que París y Rabat están viviendo, ya, un divorcio diplomático anunciado. Además, están convencidos de que no sirve de nada esconder lo que está mal debajo de la alfombra, porque para solucionar un problema el primer paso es reconocerlo. Aun así, Macron no se siente cómodo hablando de problemas y malentendidos porque no tiene más remedio que aplicar la vieja regla diplomática: una cuestión aplazada ya está resuelta.

Está claro que la cuestión que lleva el presidente francés aplazando desde hace mucho tiempo es su postura hacia el dosier del Sáhara tras el apoyo anunciado por Estados Unidos, Alemania y España al plan de autonomía propuesto por Marruecos para zanjar el conflicto que ya ha durado tanto.

Sin embargo, la cuestión del Sáhara representa solamente la parte visible del iceberg. A París no le cae bien los logros de Marruecos en el continente africano y sus puentes diplomáticos recién tendidos, mientras que varios países africanos le enseñan al Ejército francés la puerta porque ningún país soberano aceptaría la tutela francesa. En este sentido, muchos son los que tienen la sensación de que Francia está haciendo todo lo posible para que Marruecos no se imponga a la cabeza del Magreb y no sea uno de los jugadores principales en el continente africano.

No cabe duda de que un país amigo no es aquel que te regala rosas, sino aquel que te quita las espinas. Aun así, Macron es de aquellos presidentes que ni te regalan rosas ni te quitan espinas, al contrario, Macron daba órdenes a sus equipos para sembrar más espinas en el camino de Marruecos para que ande cojo. No es un secreto que desde hace varios meses Francia está llevando a cabo una campaña a gran escala para desprestigiar al reino de Marruecos y manchar su imagen a través de su armada mediática.

Lo cierto es que Francia está perdiendo, actualmente, su influencia cultural y política en Marruecos, asimismo, las nuevas generaciones de marroquíes ya optan por el inglés como lengua de lectura y trabajo, por lo cual se dedican menos a estudiar el francés que llevaba décadas dominando la escena cultural y política marroquí. Además, tras la reconciliación entre España y Marruecos, numerosas familias marroquíes apuestan por el español como un idioma de futuro en Marruecos, teniendo en cuenta el crecimiento de los intereses entre los dos Estados y las oportunidades que esa nueva realidad ofrece.

Con su política ofensiva contra Marruecos, el presidente Macron, no solamente está escribiendo la crónica de un divorcio anunciado con Marruecos, sino está acelerando el proceso de la salida cultural de Francia tirando a la basura de la historia todos los logros de la política cultural francesa en el Reino, así que el idioma francés pronto va a despedirse a la francesa. Lo doloroso de toda esta historia es el daño que han hecho los fabricantes de la política exterior francesa a las relaciones humanas entre dos pueblos con vínculos particulares que, hoy en día, temen que “la belle époque” ya pertenece al pasado y que jamás volverá.

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