Opinión

Marruecos y España: priorizar el interés mutuo

photo_camera Banderas de España y Marruecos

Son conocidos los desacuerdos históricos entre Marruecos y España: el tema de Ceuta y Melilla o la visión sobre una solución del conflicto del Sáhara. Cuestiones que aparecen cada cierto tiempo, tensan el entorno y complican la situación. Es urgente superar el contencioso y evitar exponer los intereses mutuos a serios peligros.

Demasiados estereotipos perjudican las relaciones entre España y Marruecos. Sin embargo, se necesitan mutuamente y su relación es estratégica para ambos. Desplazando las cuestiones delicadas, los dos países están creando fuertes vínculos políticos, económicos, militares, sociales y culturales. Porque el único camino son la cooperación y los intereses compartidos. Y es imprescindible encontrar las formulas que beneficien a las dos sociedades a ambos lados del Estrecho.

Marruecos y España han superado otras tensiones en los últimos 15 años. Muchas veces facilitadas por la aproximación entre los tejidos empresariales de ambos países, que han dado muestras de dinamismo y efectividad. 

Es bien sabido: la cooperación económica es la antesala del acercamiento político, y la base para un crecimiento sostenido. Los datos son claros: España es el primer socio comercial de Marruecos, el segundo mercado fuera de la UE y el primero de África. Los intercambios comerciales alcanzaron los 16.000 millones de euros en 2019. 22.000 empresas españolas exportan a Marruecos y más de 1.500 están presentes en múltiples sectores. Son socios naturales por cercanía y complementariedad.

El comercio Marruecos-UE representa el 60% del comercio exterior de Marruecos, España es el primer cliente de Marruecos con el 41,6% del total de la UE y el principal proveedor de Marruecos con el 35,6% del total de la UE.

Ampliar la cooperación multilateral entre ambos países en relación con África y Europa facilita poner en marcha proyectos de interés común y especialmente, en beneficio del continente africano. Marruecos y España podrían desempeñar un papel importante en sus continentes, por todo ello es importante avanzar e impulsar una mejor alianza euroafricana.

El camino es construir y reforzar el eje Rabat - Madrid para hacer prosperar el Mediterráneo y África, porque la geografía obliga. Los dos países enfrentan los mismos riesgos geopolíticos, sociales y medioambientales. Hay que aprender a desarrollar proyectos juntos: nueva economía, energías renovables, el túnel ferroviario debajo del estrecho de Gibraltar, entre otros, que pueden ser un catalizador formidable para un acuerdo bilateral.

Pese a las conocidas fricciones es posible llegar a consensos. No hay que olvidar que casi toda la sociedad y los partidos políticos marroquíes consideran al Sáhara Occidental como parte de su unidad territorial. También es conocida la herencia histórica, la sensibilidad a la causa de los saharauis en algunos ámbitos políticos y de la sociedad civil en España. 

Han pasado 14 años desde que Marruecos presentó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, su "Plan de Autonomía del Sáhara Occidental". Esta propuesta puede ser una base para empezar a encontrar una solución en el marco de la ONU. España tiene que proponer espacios que ayuden a aproximar las posiciones.

Porque este conflicto ha impactado en el proceso de la construcción de la Unión del Magreb Árabe, en un momento crítico que exige aunar voluntades, reparar las grietas y buscar salidas de futuro para todos los pueblos del Magreb. En este proceso Argelia y Marruecos, que son los actores principales, deben buscar salidas para el conflicto del Sáhara, fomentar la estabilidad en la región y neutralizar el peligro que representan las organizaciones yihadistas que están ganado terreno en el Sahel.

España y Marruecos pueden aspirar a construir una relación parecida a la que se mantiene con Francia y Portugal, o con el Reino Unido, El interés mutuo minimiza problemas. Las relaciones humanas, turísticas, comerciales y culturales pesan mucho más que los temas espinosos. 

Ni España puede perder un socio estratégico como Marruecos, ni Marruecos puede perder a España. Urge reconstruir la confianza que es vital para permitir la reconstrucción de soluciones orientadas al futuro sostenibles. Impulsar la cooperación es un antídoto para eliminar potenciales factores de desestabilización, y crear puentes entre los 14 kilómetros de Estrecho que los separan, para protegerles de olas imprevistas.