Opinión

Miedo en Turquía

Javier Fernández Arribas

La violencia y el terrorismo generan un estado de ánimo temeroso y desconfiado por parte de aquellos ciudadanos que dudan a la hora de emitir su voto y, casi siempre, se decantan por el respaldo del poder, por el cobijo que ofrece lo malo conocido que lo bueno por conocer aunque las dudas sobre las verdaderas intenciones del dirigente de turno sea consolidar aún más su posición y ejercer el poder con la menor oposición posible. Los deseos del presidente turco, Recep Tayip Erdogan, pasan desde hace años con alcanzar la mayoría suficiente de dos tercios del Parlamento para poder reformar la constitución e implantar lo que ‘popularmente’ se ha denominado como el ‘Sultanato de Erdogan’. A pesar de haber conseguido la mayoría absoluta que le permitirá formar gobierno, el mandatario turco tendrá que buscar apoyos en otros grupos para su ambición presidencialista personal y su sueño político de acabar con la Turquía moderna laica creada por Mustafá Kemal Atatturk en 1922. Desde hace años, la batalla contra el Consejo Nacional de Seguridad, integrado por militares con la orden de mantener una Turquía lejos de los avatares religiosos, ha sido sin cuartel y muchos generales están defenestrados y otros, incluso, en la cárcel. Las pasadas elecciones celebradas en el mes de mayo representaron un claro signo de que el pueblo turco no estaba mayoritariamente convencido de las intenciones de un Erdogan con detalles poco éticos o estéticos como la construcción de un gran casa que es más un inmenso palacio impropio de quien aboga por la justicia y el desarrollo, como se denomina su partido islamista. El conflicto en Siria trastocó muchos planes, sobre todo, porque los kurdos consiguieron prestigio y apoyo por su lucha contra los terroristas del Daesh y entraron en el Parlamento. Erdogan utilizó ese conflicto para anunciar ataques contra los terroristas y aprovechar las acciones reales para golpear posiciones kurdas, rompiendo un diálogo con el PKK de varios años de cierta esperanza. Las respuesta kurda con ataques y muertes de soldados turcos hizo cambiar muchas ideas en personas que habían desconfiado del Gobierno. El terrible atentado en Ankara, por parte del Daesh, sembró el miedo, la desconfianza, el temor en una población mal informada porque no ha habido libertad de expresión en bastantes medios de comunicación. El papel de Turquía es vital en la región y en el seno de la OTAN. De momento, hay miedo e incertidumbre.