Objetivos malvados de Putin

Vladimir Putin

Está circulando un cierto triunfalismo sobre la capacidad del Ejército ucraniano por cómo está combatiendo la invasión rusa, sin olvidar el apoyo que le están prestando Estados Unidos y muchos países de la UE. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, reclama más y mejores armas para poder resistir, e incluso poder reconquistar algunos enclaves importantes y, sobre todo, evitar la caída total de una ciudad tan estratégica como Mariúpol. 

Se echa de menos que Zelenski no haya intervenido todavía en el Congreso de los Diputados en España. Su actividad incansable como cabeza visible de la resistencia ucraniana desafía los riesgos que corre cada vez que interviene en un Parlamento o ante un foro internacional como el de Doha. Sus asesores tecnológicos y militares demuestran estar por encima de los rusos que únicamente son capaces de asesinar a una periodista rusa, Oksana Baulina, con un bombardeo de precisión cuando fue geolocalizada en Kiev. Baulina trabajó para el líder opositor ruso Navalni, encarcelado por Putin.

Los teléfonos móviles inteligentes facilitan el trabajo periodístico, pero también el de los asesinos de opositores. Pero la rabia y la indignación por la muerte de miles de personas, de un lado y del otro, nos puede inducir a ciertos errores sobre los últimos movimientos políticos y militares del Kremlin. Además de triunfalismo, se transmite cierto alivio por la declaración del reaparecido ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, sobre la intención de fijar sus objetivos en lo que denominan la liberación de la región del Donbás, de Donetsk y Lugansk. 

Se lleva días valorando una reorganización de las tropas rusas enviadas, curiosamente, con blindados y carros de combate con bastantes años de rodaje, con comunicaciones abiertas y más parecidas a un walkie chino, con una cadena logística escasa y equivocada y con una baja moral de sus soldados, tras un mes de campaña soportando el frío ucraniano. No hay que fiarse de las declaraciones públicas de Putin y sus generales. 

Recordad cuando aseguraba día tras día que no iba a invadir Ucrania, para después lanzar su ofensiva trufada con armas viejas y modernos misiles balísticos lanzados desde submarinos, así como otros sistemas probados en Siria y que ahora expone como si se tratara de una maldita Feria Internacional de Armamento donde no importara usar las abominables bombas de racimo y las termobáricas. 

La gran incógnita que es la mayor preocupación es: ¿se atreverá a usar armas químicas o biológicas si no logra Putin sus malvados objetivos? Es más, comentan expertos internacionales, puede que retire sus tropas de enclaves como Kiev porque va a usar armas tácticas nucleares de alcance limitado, pero devastador para conseguir la rendición de Zelenski y bloquear a la OTAN. Putin venderá cara su derrota si los suyos no son capaces de pararlo antes. 

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