Opinión

Orban muestra en Hungría la peligrosa buena salud del nacionalismo radical

photo_camera Viktor Orban

Inapelable. Si se dan por buenas las condiciones en las que se han desarrollado la campaña electoral y los comicios celebrados en Hungría, los resultados no pueden ser más incontestables: 54% de los votos para la Unión Húngara Radical (Fidesz) y 35% para la heteróclita coalición opositora. Por si fuera poco, al partido del primer ministro, Víktor Orban, habría que añadirle el 6% del ultraconservador Movimiento Nuestra Patria, que obviamente se alinearía con las pautas de Orban si fuera preciso. En suma, dos tercios del Parlamento de Budapest en manos del exacerbado nacionalismo de Orban. 

El fracaso de la coalición de seis partidos que han intentado desalojar del poder a Orban es tan estrepitoso que su líder, Peter Marki-Zay, elegido en primarias, ni siquiera podrá sentarse en el Parlamento y ejercer de jefe de la oposición al no haber logrado ganar su propio escaño, al ser derrotado por su contrincante del Fidesz, Janos Lázár, en el cuarto distrito electoral de la región de Csongrád-Csanád. 

Orban, el disidente por excelencia dentro de la Unión Europea, plantea un serio problema a la cohesión de la misma si persiste en sus desafíos. Considerado, quizá exageradamente, el mejor amigo de Vladímir Putin en el seno de la UE, el mandatario húngaro mantiene un durísimo pulso con las autoridades de Bruselas. Se distingue especialmente por sus críticas y severa resistencia a la inmigración, política que sin embargo ha suavizado respecto de los refugiados que huyen de los bombardeos y matanzas de Rusia sobre la vecina Ucrania. Pero, a diferencia de los demás aliados, especialmente de los otros tres componentes del denominado Grupo de Visegrado (Polonia, República Checa y Eslovaquia), el líder húngaro es el único que ha rechazado no sólo enviar armas al Gobierno de Kiev sino que tampoco ha autorizado el tránsito por Hungría del armamento que la práctica totalidad de los componentes de la UE hacen llegar al ejército ucraniano. 

Sus pasadas mayoría absolutas le han permitido a Orban realizar una serie de reformas que han abocado al país a una situación muy cercana a lo que puede denominarse dictacracia, o sea una dictadura con elecciones. Lo plasma en toda su crudeza la campaña electoral, en la que toda la oposición solo ha podido disponer de cinco minutos en la televisión pública para exponer su programa, frente al aplastante y absoluto monopolio del primer ministro húngaro. Es la evidente consagración de una falta de libertad de expresión, denunciada severamente por la UE. Un principio que contraviene una de las libertades fundamentales del club comunitario, y sobre el que tienen puestos su punto de mira el Tribunal de Justicia europeo. Dar, pues, por válidos los resultados de estos comicios celebrados en estas condiciones, supone un gran problema para el conjunto de la UE. Que las mayorías absolutas faciliten reformas, incluso constitucionales, de tanto calado como para desvirtuar el acervo comunitario, rompe por completo el más preciado de los valores que puede enarbolar la Unión, y abre por consiguiente la puerta a que otros puedan imitar tales gestos. 

La victoria de Orban es inapelable, sí, conforme al escrutinio realizado y a la composición que se derivará en el Parlamento. Y, a partir de ahí, el líder húngaro podrá seguir disponiendo de un aplastante respaldo a las nuevas reformas que quiera emprender, todas ellas tendentes a reforzar su poder absoluto y a asfixiar a la oposición hasta hacer prácticamente imposible la alternancia. 

Si todo ello se da por bueno la consecuencia más obvia es que la UE perderá gran parte de su autoridad moral para imponer el escrupuloso modelo democrático que es su emblema. Un peligroso punto de partida hacia una posible desintegración por sustancial alteración del objetivo primordial del club comunitario: conformar un espacio de ciudadanos libres que voluntariamente trabajan en pos de una prosperidad común en el marco de una escrupulosa democracia con real y efectiva separación de poderes.