Oriente Medio tiene sed

Agua Oriente Medio

Oriente Medio contiene el 1% de los recursos de agua potable del mundo, por eso es tan valiosa para la región. En estos tiempos de cambio climático y calentamiento global, los recursos hídricos se están secando y las políticas de grandes presas puestas en marcha por los países están amenazando seriamente los ecosistemas y el equilibrio geopolítico. Hoy, el agua se ha convertido en un arma de guerra. Los más poderosos tienen las llaves de los grifos que pueden abrir o cerrar según sus necesidades y las políticas regionales establecidas. El ejemplo más emblemático de esta situación es el del Tigris y el Éufrates, los mayores ríos mesopotámicos que se nutren de las aguas pluviales de Turquía. El control de estos ríos por parte de Ankara se está convirtiendo en una cuestión política de primer orden para la estabilidad de Oriente Medio. A falta de cooperación regional, se acusa a Turquía de ejercer una hidropolítica hegemónica y su estrategia de embalses iniciada con el Gran Proyecto de Anatolia (GAP) en la década de 1970 amenaza la supervivencia de Siria e Irak.

En 2018, estallaron disturbios en Basora a raíz de la sequía y el llenado de la presa de Ilisu en el río Tigris, lo que provocó el cese de las cosechas de maíz, arroz y cereales en Irak. ¿Está desapareciendo el Creciente Fértil ante nuestros ojos? La situación actual así lo sugiere. Bajo el hashtag #الفرات_ينحسر (el Éufrates está disminuyendo), los sirios están compartiendo fotos inquietantes sobre el nivel de agua del nutrido río que sigue bajando, secando la tierra en el interior del país. El problema lleva años y se está agravando. El nivel del agua del Éufrates ha descendido drásticamente en las últimas semanas, lo que ha aumentado las tensiones entre Turquía y las fuerzas kurdas sirias. Los funcionarios kurdos del noreste de Siria acusan a Turquía de "reducir los niveles de agua que fluyen río abajo, provocando una crisis agrícola y una gran escasez de electricidad en la región." El Tigris no queda al margen. Según la Campaña para Salvar el Tigris (Save the Tigris Campaign), desde principios de este año "el caudal del Tigris desde Turquía ha bajado de 500 a casi 200 metros cúbicos por segundo", lo que ha provocado escasez de electricidad en Irak y Siria. La sociedad civil y los mediadores intentan encontrar soluciones políticas que garanticen el uso sostenible y equitativo del agua para todos los que viven en la región de Mesopotamia, promoviendo el agua como herramienta de paz. Pero la paz no parece estar en la agenda por el momento. Irak y Siria, dos países que siguen sumidos en la inestabilidad política y de seguridad, están sedientos y la región se esfuerza por encontrar un acuerdo que satisfaga a todas las partes.

La situación del agua entre Palestina e Israel añade otra capa a la complejidad geopolítica del conflicto. Según Amnistía Internacional, "el Estado judío utiliza más del 80% del agua del acuífero de la montaña, limitando el acceso palestino al 20 % de esta reserva. Este es el único recurso hídrico para los palestinos en Cisjordania", dijo la organización de derechos humanos. Además, los palestinos no pueden cavar pozos sin la autorización del Estado hebreo y ¡el 96 % de su agua sigue siendo no apta para el consumo! 

El agua es una poderosa palanca política. Jordania, un país con estrés hídrico crónico que obtiene su agua del río Jordán, ha firmado el Acuerdo de Johnston con Israel para compartir su agua. Y una vez más, la distribución del preciado líquido dista mucho de ser equitativa. Un israelí tiene 300 metros cuadrados de agua frente a los 190 de un jordano. 

Un poco más allá, Etiopía está extendiendo su presa a lo largo de dos kilómetros, lo que debería permitirle - a largo plazo - resolver sus problemas de agua y electricidad (menos de la mitad de los etíopes no tienen acceso a la electricidad).

Etiopía ha defendido sistemáticamente su proyecto para salvar vidas, pero sus vecinos egipcios y sudaneses temen una disminución de las aguas del Nilo, de las que depende su respectiva agricultura, si la presa se llena al máximo. Pero todo indica que esta posibilidad está excluida y que la inmensa superestructura hidráulica sólo puede llenarse hasta el 30% de su capacidad, según los expertos. Mientras tanto, Egipto echa humo, Sudán amenaza y la configuración actual no augura ningún apaciguamiento.

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