Otra guerra preventiva israelo-palestina

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Desde el pasado viernes Israel bombardea sin descanso objetivos de la Franja de Gaza, esa cárcel a cielo abierto en la que sobreviven como pueden 2,3 millones de personas. El actual primer ministro israelí, Yair Lapid, califica la acción de “operación antiterrorista precisa [para abortar] una amenaza real inmediata de la Yihad Islámica Palestina (YIP), un tentáculo de Irán, operación destinada a matar a ciudadanos israelíes inocentes”.

Los muy eficaces servicios secretos de Israel habían alertado al Gobierno de Lapid de que la detención de un alto jefe de la YIP en el territorio ocupado de Cisjordania tendría como respuesta un diluvio de misiles y obuses de mortero. En consecuencia, Lapid autorizó al jefe de Operaciones del Ejército, Oded Basiok, a que lanzara una actuación masiva de detención en Cisjordania de responsables de la YIP, consumada en la noche del sábado al domingo con el arresto de los veinte miembros más prominentes, y la destrucción en Gaza de los reductos que sirven de refugio y de lanzamiento de ataques a Israel.  El parte de Basiok a su jefe de Gobierno no puede ser más escueto: “La cúpula del ala militar de la Yihad Islámica en Gaza ha sido neutralizada”, lo que en lenguaje militar se traduce por eliminada física y definitivamente. Entre los “neutralizados” se encontraba el máximo jefe de la YIP, Tayssir Al-Jabari.

Diluvio de misiles neutralizados por la Cúpula de Hierro 

El contrataque de la Yihad no se ha hecho esperar, de manera que no menos de 400 misiles y obuses han sido lanzados desde Gaza sobre territorio israelí en apenas tres días, con especial énfasis en las dos ciudades más emblemáticas: Jerusalén y Tel Aviv, cuyos habitantes han visto recuperar el sonido de las sirenas anunciadoras de ataques inminentes. Gran parte de ese diluvio de misiles ha sido interceptado por el mecanismo de la llamada Cúpula de Hierro, un sistema que funciona a base de que cada misil enemigo es destruido mediante otros dos misiles convergentes. Es un sistema tan eficaz como sumamente gravoso, ya que el coste de los dos misiles neutralizadores se eleva a casi un millón de euros, para destruir cohetes cuya fabricación rudimentaria apenas sobrepasa en el mejor de los casos los 800 euros.

Este nuevo choque israelo-palestino es el más grave desde los enfrentamientos de mayo de 2021, hostilidades saldadas finalmente con 260 muertos palestinos frente a 14 del lado israelí. Entonces como ahora, la Yihad calificó de “guerra” aquellos enfrentamientos, “desencadenados por Israel”, a juicio de uno de los portavoces de la YIP, Mohammed Al-Hindi, que también ha anunciado que “la batalla actual no ha hecho más que empezar”.

Un anuncio que Israel no se toma a broma, puesto que ha decretado a su vez una sucesión de bombardeos sobre Gaza como mínimo de una semana más, “hasta neutralizar por completo” a una organización terrorista, considerada como tal por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, y a la que Lapid califica de “tentáculo”  del régimen iraní.  

Este tórrido agosto también lo es en grado máximo en los territorios de Israel y Palestina. Los reiterados enfrentamientos entre ciudadanos palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en lo que va de año ya se han saldado con más de 70 palestinos muertos, acentuando más aún si cabe la hostilidad y los incidentes en los pueblos y aldeas de mayoría palestina en Israel. Este nuevo episodio de “guerra” israelo-palestina agravará sin duda este clima de desconfianza, cuando no abiertamente de odio, entre las dos comunidades.

De momento, el presidente egipcio, Abdel Fatah Al-Sisi multiplica los esfuerzos por evitar la escalada, aunque ya se ha encontrado con la negativa israelí a alterar sus planes: “no entra en nuestras previsiones –afirma un portavoz israelí- negociar ahora un alto al fuego”.

Y, como siempre, el mayor impacto de este enésimo episodio israelo-palestino lo experimentarán los gazatíes, a cuyas habituales penalidades hay que añadir la destrucción de su única central eléctrica y el endurecimiento del bloqueo en el acceso de artículos y mercancías de primerísima necesidad. Los pasos fronterizos han sido clausurados por Israel, que de momento no ha respondido al angustiado llamamiento de la coordinadora humanitaria de Naciones Unidas, Lynn Hastings, reclamando que al menos se permita la entrada en la Franja de Gaza de alimentos, material médico-sanitario y combustible”.   

El eterno problema israelo-palestino, lejos de avizorar una solución, parece agravarse y volver a enquistarse, ahora en un contexto geopolítico de graves tensiones, que ya no se circunscriben exclusivamente al ámbito geográfico del Próximo Oriente.
 

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