Opinión

Pablo, el Narciso

photo_camera Pablo Iglesias

El omnipresente exdirigente de Podemos nos había sorprendido con su candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Un impulso instintivo, mediático, pero no meditado, que había abierto varios ángulos de reflexión. Desde el punto de vista político fue un paso arriesgado y con consecuencias varias, aunque el perfil del candidato auguraba lo peor para la formación.

Es evidente que el movimiento de ficha de Pablo Iglesias había sido una decisión tomada en caliente. Como erudito de las Ciencias Políticas, el dirigente de Podemos, tenía que haber hecho un mínimo de esfuerzo y elaborar un estudio analítico-cualitativo que recoja todas las variables a ponderar para calcular al menos el coste de oportunidad de tal decisión, y no dejarse llevar por el egoísmo.

Su narcisismo le ha impedido ser metodológico y racional. Pues en una mañana, al verse reflejado en las aguas del arroyo, se dijo exclamando: ¡Qué guapo soy! Para después verse disfrazado de Superman capaz de salvar la Comunidad de Madrid y, de paso, vengarse de Errejón (donde las das, las tomas). Que, para fragmentar votos de la izquierda, pues aquí está don Pablo, a sabiendas de que ni PSOE ni Más Madrid le iban a coaligar.

La jugada de Pablo Iglesias es propia de un inmaduro al autoproclamarse candidato, levantándose de su sillón de vicepresidente segundo para ir a luchar contra sus enemigos, políticos y no políticos (por no decir personales). Sí, hasta ahí llega su egoísmo y su inmadurez.

Ir de órdago en órdago es, en política, una temeridad. Debería haberlo consultado con su ministro Garzón, “propuesto” por él, encargado, entre otras cosas, de los juegos de azar. De modo que cuanto más se la juega, más se arriesga. En este sentido, Pablo Iglesias llevaba ya unos cuantos órdagos y su suerte ya estaba cambiando. El CIS de Tezanos, para las próximas elecciones generales, ya le había augurado un empate con Ciudadanos, es decir, un hundimiento en las urnas.

Un narcisista suele fantasear con el éxito, el poder o la brillantez. Llega a creerse especial y único hasta el punto de generar rechazo y odio a su alrededor. De hecho, a Pablo Iglesias el CIS ya le había dado su peor nota en evaluación de líderes, con un 2,9, según el barómetro de febrero de 2021, antes de que anunciara su candidatura.

Pablo Iglesias sabía de antemano que ya no sumaba. Lo ha fiado todo al azar, sin importarle el conjunto de la formación. Un egoísmo que le ha llevado a dimitir, pues su personalidad está hecha para la bronca, desde la barricada, y no desde el poder, eje de toma de decisiones. Cobardía frente a la rebeldía, el caso es estar en el centro de atención, en un lado o en el otro.

Según la mitología griega, el joven Narciso engañado por Némesis, queda atrapado por su vanidad reflejada en el estanque y acabará suicidándose al no poder tocar el objeto de su deseo. ¿Del arroyo, donde yacerá su cuerpo, podría brotar una flor llamada Yolanda?

Si es así, Unidas Podemos tendrá que replantear su estrategia política si quiere sobrevivir. Para ello tendrá que fusionarse con Más España de Errejón, sí o sí.