Opinión

Preocupa a los europeos las tasas de interés

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Ya los promotores inmobiliarios están reajustando sus planes de vivienda para diciembre y todo 2023 considerando que las tasas de interés seguirán subiendo y terminarán afectando principalmente a las hipotecas actuales, pero también a los potenciales hipotecados, que, ante la incertidumbre de los próximos meses, preferirán no convertirse en propietarios y aparcar sus proyectos de compra por la vía de la financiación bancaria. 

Todo es incierto en estos momentos. Aquí en Europa, los analistas preparan sus cierres de año bajo una serie de escenarios, dos básicamente: 1) que la actual situación macroeconómica con el actual shock en el mercado energético y la invasión de Ucrania permanezcan ceteris paribus, pero lo hagan largos meses, por lo menos hasta finales de 2023; o bien, 2) que el escenario empeore y perdure más allá de 2023. 

Lo único factible, por el momento, es que para contener a la inflación cuya escalada continúa y no amaina en la mayoría de las economías europeas y en Estados Unidos y otros países del entorno, los Gobiernos seguirán echando mano de la política monetaria a través de sus respectivos Bancos Centrales y las tasas de interés volarán por las nubes, hasta que la inflación se reduzca a un dígito. 

Una estrategia complicada de cristalizar con éxito dadas las alteraciones persistentes en las cadenas de suministros que se arrastran no solo producto de la pandemia, también de la guerra comercial entre Estados Unidos y China; y por las múltiples sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados a Rusia por la invasión.

Hay muchos factores concretos, pero también abstractos que están influyendo en el comportamiento de los mercados y ello está impactando negativamente en el sector secundario y en el sector terciario. Esa escasez y las expectativas de que todo empeorará han provocado un círculo vicioso entre ambos sectores y el consumidor lo está pagando ergo su bolsillo y su ingreso.

Con las tasas de interés, su futuro inmediato vislumbra la disposición de los respectivos Bancos Centrales de seguir por la misma ruta, ¿hasta qué nivel pondrán el tope?

Tras varios años de una política monetaria laxa de bajos tipos de interés, inclusive de cero en países europeos, y hasta negativas, la política monetaria restrictiva ha vuelto a resucitar… como en los viejos tiempos, diríamos es la misma receta amarga de siempre, la magnesia de la ortodoxia.

A colación

Desde el pasado 15 de junio, la Reserva Federal movió sus tipos de interés en 0,75 puntos, entre el 1,5 y el 1,75% y ha vuelto a ajustarlos en otros 0,75 puntos y todo apunta que volverá a subirlos este miércoles 21 de septiembre en otros 0,75 puntos para situar sus tasas en torno a entre un 3 y un 3,25%.

También el Banco Central Suizo ha movido sus tasas del -0,75 al 0,25%, no las subía desde hace 15 años y tampoco se conformará con este movimiento. 

El Banco de Inglaterra rompió su atonía e incrementó sus tipos al 1,25% y ha seguido haciéndolo de forma consecutiva hasta llegar al 1,75% y no tiene disposición de parar.

A su vez, el Banco Central Europeo (BCE) salió de su zona de confort ajustando sus tasas: lo hizo por vez primera el pasado 21 de julio y llega a septiembre con las tasas en 1,25% para operaciones principales de financiación, 1,50% para la facilidad marginal del crédito y 0,75% para depósitos.

Adiós a los largos años de política monetaria laxa para impulsar la recuperación económica golpeada por la crisis de las “subprime”; ese balón de oxígeno mediante tasas bajas –en muchos casos en niveles de cero y en otros en terreno negativo– permitió que el poder adquisitivo de las empresas, de las personas y de las familias tuvieran en la financiación un pequeño respiro.

Se acabó este ciclo: pagar en cómodas mensualidades volverá a convertirse en una pesadilla porque el BCE ha decidido romper con 11 años de no subir tasas.

Para los europeos, sobre todo los españoles, acostumbrados a ser dueños de su vivienda e hipotecarse a largo plazo, este viraje es una pésima noticia. Hay mucha intranquilidad porque además los bancos son muy claros y un deudor hipotecario puede perder fácilmente su vivienda porque las tasas de interés le hagan la vida imposible y su nómina no pueda soportar la espiral que se avecina.